Por @QueerPoderoso
De un tiempo a esta parte he pensado mucho en el porno. No porque lo esté viendo y masturbándome cada 20 minutos, sino porque me entró la curiosidad sobre el rol que cumple como agente de educación sexual, creador de fantasías y desfigurador de realidades, ante un Estado incompetente y temeroso a la realidad.
Antes de que empiecen con que: “ay, siempre critican todo”, les reconozco que como todas y todos, también vi porno. A veces más de lo que mi pene aguantaba. Y ya dicho eso, procedo a este análisis sobre el querido y odiado pornito.
Lo principal es entender que:
El porno es un género de ficción, como “Los Avengers”, “Rápido y Furioso” y todas esas mierdas – ya, no mierdas, porque amo “Los Avengers” – pero el punto es que uno no anda echando carreras en auto, matando weones o vistiéndose de Black Widow para salvar el mundo. Entonces, ¿En qué momento se nos pasó por la cabeza llevar lo que veíamos en el porno a nuestras relaciones sexuales?
Piensen en esto: como la educación sexual que proporciona el estado es nula. Y muy pocos papás/mamás les hablan de verdad a sus hijes sobre el tema. El primer acercamiento que tenemos a la sexualidad, en general, es por medio de la pornografía. Típico que cuando eran chiques entre revistas e internet – más adelante- se fueron armando una idea de lo que significaba follar. Una idea emulada pero alejada de la realidad, porque como recalco:
El porno, como género de ficción, me imagino que está bien. Y como todos los géneros de ficción, son parte de la imaginación y no de una realidad replicable o necesariamente aplicable a la vida cotidiana.
Y de todes nosotros, educados sexualmente con el porno, devienen muchas problemáticas actuales.
–Disforias corporales por tener el pene chico, por durar poco, por no ser tan tetona, no tener un culo hecho de mármol o porque no aguantai 1 hora 30 en follando sin sudar.
–También hay que hablar respecto a la sobre-erotización de ciertos tipos de personas. Por ejemplo, afrodescendientes o personas africanas. Y los constructos de “perfección corporal” que se abordan como línea casi oficial.
–Abuso de poder, porque el porno suele ser machista y misógino, donde la mujer es cosificada como un hoyo donde uno o doscientos penes pueden entrar sin preguntar.
–Porno equivocado y edades incorrectas. Como todes sabemos, la nube de internet da para mucho y cuando somos inexpertos llegamos, sin querer, a tipos de porno que pueden perturbar la forma en que nos identificamos o estamos con otres sexualmente. Por ejemplo: pornografía infantil, violaciones amateur grabadas, etc.
-Contagios de ITS/ETS por no uso de condón o métodos preservativos o de anticoncepción. En el porno, muy pocas veces – muy- se ponen forrito. Normalmente es a pelo, y el semen cae donde sea/
/Una vez más, esto no está mal si se toman las medidas necesarias como exámenes periódicos. Pero esa, queridas mías, no es la realidad de la mayoría de la población. Así que, que patuda no ponerse po weona.
“Por el porno no usan condón”- Es una frase bien típica con la que me he encontrado cuando se me ocurre hacer preguntas en Instagram.
Es cuático que la mayoría de las personas me dijo que creían que no usaban condón porque el porno les había enseñado que no era necesario. Y esa wea es lamentable por muchas razones. Así que partamos enumerando:
Primera: Nos estamos educando frente a pantallas que no tienen ningún filtro, en términos de que puedes llegar cualquier cosa. Segunda: Estamos transformando la ficción en realidad – Full las TNT-.
Tercera: Se supone que en el porno no usan condón porque hacen que las estrellas del sexo se tomen exámenes constantes y previos a las filmaciones (se supone). ¿Es una industria segura en términos de salud? No tengo idea. Pero nosotras no somos Johnny Sins, y tampoco las que se hacen los exámenes todos los meses, así que plastifíquense.
Ya, saquemos conclusiones porque me fui en la mansa volá:
El porno no es considerado un género de ficción. ¡cuando sí lo es!
Eso es un peligro gigante porque muchos creemos o aprendemos de sexualidad con este género de ficción y se nos dificulta reconocer la ficción de la realidad. Lo anterior, sumado la escasa – nula – educación sexual que hay en Chile, aún peor. Finalmente, el problema no es la erotización del porno o abordar temas sexuales y/o eróticos desde esa perspectiva cinematográfica. El tema es que se convierte en un arma de doble filo porque:
Qué difícil cuando un adolescente comienza a construir su identidad sexual viendo porno gore o violento, misógino en sus inicios porque ese va a ser el pie de inicio para sus futuras relaciones sexuales. El porno actúa como parte del sistema patriarcal, que toma el rol de educador dentro del sexo. Y esta pregunta me la planteo mi amigue de @historialgbt: “¿Existe el sexo interracial fuera del porno o es solo una categoría de búsqueda? Además, como bien dijo: El porno amateur sería parte de la resistencia. Le dejo la pregunta.
Además, todos los estándares y prejuicios que existen en torno a la sexualidad, creados por imágenes que nos satisfacen que se implantan como realidad en nuestros cerebritos y que difícilmente son revertidos a futuro.
No se trata de no ver porno, de no masturbarse viéndolo. Se trata de que no pensemos que es la realidad, ni mucho menos que es un educador sexual.
Porque aveces no queremos que nos los tiren en la cara, nos ahorquen, que nos hagan fisting, nos cuelguen con cadenas o full el bukake sin condón interracial en el espacio. A veces sí, pero no es un camino obligatorio a seguir y no debería ser la base de cómo nos construimos sexualmente con respecto a nuestra cuerpa y la de otres. Y ahí está el punto de todo esto.
No somos estrellas porno, todavía.