Hace un mes comenzó un proceso para Chile que todavía no tiene fin: el de acercarse hacia una sociedad que garantice la dignidad para todas las personas desde la infancia hasta la jubilación.
Sin embargo, considerando la amalgama de cambios que deben realizarse para encontrar la sociedad que estamos buscando, no puede quedar fuera un tópico en el que estamos al debe: la salud mental.
Nuestro país es el único de la OCDE donde los suicidios se dispararon dentro de las últimas dos décadas junto a Corea del Sur. Los medicamentos para tratar trastornos depresivos se venden por millones de cajas al año, y se estima que un 15% de la población tiene síntomas depresivos (sobre todo los adolescentes y adultos de entre 15 y 29 años).
Un millón de personas en Chile sufre de ansiedad (pero estos son los casos que reciben tratamiento) mientras que más de 800 mil personas sufren depresión siguiendo la misma línea de diagnóstico.
Y si las cifras son de por sí preocupantes, es lógico que este último mes se incrementaran las cifras de consumo de ansiolíticos al igual como las consultas ligadas a cuadros ansiosos y depresivos. Fue el propio ministro de Salud, Jaime Mañalich, quien confirmó la noticia.
“Hemos tenido un aumento de las consultas por salud mental, un aumento al doble de solicitud de medicamentos sedantes o antidepresivos, y también hemos fortalecido el Salud Responde para este tipo de atenciones” señaló.
El servicio Salud Responde funciona durante toda la semana (incluyendo los domingos) y el usuario puede acceder de forma gratuita hacia la orientación de algún tema en específico llamando al 600 360 7777.
“Chile pertenece al 30% de los países que no cuenta aún con una Ley de Salud Mental” sostuvo el psicólogo Francisco Javier Flores en una columna para Radio Bío-Bío (poco antes del estallido social de octubre).
“No se trata de abogar por la prescindencia del uso de psicofármacos en algunas situaciones. Estos pueden ser de mucho y vital ayuda en casos agudos, como por ejemplo, estabilizando el ánimo y/o del sueño, que permita empezar y acompañar una acción terapéutica integral” agregó.
“Sin embargo, muchas veces son una falso auxilio o incluso perjudicial para fortalecer las capacidades propias. Y en otro sentido también, una manera de inhibir la reflexión y acción respecto de los determinantes sociales que intervienen en su generación” reflexiona.