Revuelo ha causado una investigación de Biobío, que revela una transacción de un arma AK-47 en el mercado negro, con motivo del recrudecimiento del estallido social en marzo.
Resulta que, lo que se perfilaba como una investigación de tráfico de armas común, terminó dando un vuelco absolutamente contingente y pasó a ser motivo de absoluta preocupación.
En escuchas telefónicas trabajaba la Brico (Brigada Investigadora del Crimen Organizado) de la PDI, en conjunto con la Fiscalía Sur donde se percataron de la transacción que intentaban hacer “Matías” y “Joaquín”, pero luego debieron derivarla a la Fiscalía Oriente porque es el lugar de residencia de los dos implicados.
En los llamados se advierte que Joaquín intentaría vender en un millón y medio de pesos el arma rusa que, como sostuvo, le pertenecía a su hermana que fue miembro del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionario).
El comprador, Matías, le indicó que en su familia hay varios militares, incluso un general y que le ha vendido varias armas a este con motivos de colección.
Hasta ahí todo “normal”, el problema fue cuando Matías llamó a “Matta”, otro de los investigados, para preguntarle si puede conseguir más armamento de este estilo para abastecer a “terceros” y prepararse para un marzo que, a su juicio, se viene intenso.
No existe información aún de quienes serían estos terceros y como señala La Nación “Los organismos de inteligencia han alertado de un “posible” recrudecimiento en marzo de los enfrentamientos en el contexto de la crisis social, incluso algunos han alertado de la aparición de grupos de ultraderecha que entrarían en acción”.
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