Hoy conocimos el perfil de quienes habían vendido y comprado el arma AK-47 que hace unos días llevaba haciendo noticia en los medios, porque, según las escuchas realizadas a los compradores, iba ser utilizada en marzo ante el inminente recrudecimiento del estallido social. En un comienzo, por una confusión en las escuchas telefónicas, se pensó que eran personas de izquierda queriendo armarse, lo que causó escozor y preocupación en mucha gente, pero ahora, supimos que era gente de ultraderecha y el escándalo se aplacó totalmente.

Al contrario.

Lamentablemente, el conocimiento del hecho no provocó una airosa reacción en las autoridades oficialistas. El silencio ha sido sepulcral. Hoy han twitteado, han comentado diversas noticias, algunos trabajado y otros no tanto, como siempre. Han seguido su vida como si nada hubiera ocurrido.

¡Le pusieron una gama de colores infinitamente superior a unos cuadernos con fotos de un grafitero!

¿Se imaginan hoy hubiésemos descubierto que quienes querían el arma eran manifestantes de la primera línea? ¿Se imaginan la ola de reacciones que eso hubiera generado?

En Chile los últimos días se ha invocado la Ley de Seguridad del Estado contra 1. un profesor por romper un torniquete del metro, 2. menores de edad por llamar a boicotear la PSU. Entonces no se entiende que ahora tengan esta reacción tan pasiva. Se hace inconcebible que no salgan eufóricamente a condenarlo. Se hace estremecedora la indolencia e indignante el relativismo de la justicia.

Lo mismo cuando vimos a personas con nombre y apellido y lideres de movimientos “políticos” atribuirse con orgullo la violencia el fin de semana en los “enfrentamientos” entre partidarios del rechazo y el apruebo.

Estamos viviendo una polarización del actuar, un momento de compleja violencia que se torna peligrosa. Hemos visto civiles dispararle a manifestantes, hemos visto golpes, patadas y para qué decir insultos, hemos visto muchas cosas que jamás hubiéramos imaginado. Es por ello que lo del AK-47 es preocupante, porque hace un par de años no hubiéramos creído que en una manifestación te podían disparar, porque era impensado perder la vida en una protesta, porque creíamos que el fascismo estaba erradicado.

Y acá estamos, con exitosos personajes detenidos por comprar un arma en el mercado negro para utilizarla contra el pueblo. Acá estamos, con un gobierno que pareciera no importarle la peligrosidad de lo acontecido. Acá estamos, con un pueblo que aunque le disparen, buscará la dignidad.