Era febrero del 2007 y más de un millón de personas vieron el estreno de la serie Karkú, emitida en TVN. El éxito fue inmediato y terminó siendo la segunda serie de ese canal, luego de 31 minutos, en ser transmitida por el gigante Nickelodeon para toda Latinoamérica.

Entre los personajes estaba Vale Urquieta, interpretada por la actriz Luciana Echeverría, una jóven de Pelluhue que terminó cantando en el Festival de Viña gracias al personaje de Karkú.

Vale Urquieta ya no existe, y hoy, Luciana se parece poco a la niña que iniciaba su camino al lado de Constanza Piccoli y Raquel Calderón. Con casi 15 años de carrera, es una actriz prácticamente consagrada, ha protagonizado series y teleseries, ha escrito libros y ha sido de las impulsoras en la organización de las actrices chilenas para potenciar el feminismo en ese medio, creando RACH (Red de Actrices Chilenas).

Hace un par de meses salió su libro Hasta que valga la pena vivir (Ceibo) un libro de fotos y crónicas sobre el estallido social junto a los periodistas Javier Rebolledo y Dauno Totoro, que ha sido éxito de ventas y ya va por su segunda edición.

Además está en la pantalla chica con Perla, su personaje en la teleserie Gemelas, de Chilevisión.

De su libro, su vida y su carrera quisimos conversar con Luciana, que nos recibió amablemente y con cocadas en su casa.

¿Por qué crees que se produce el éxito del libro?

El libro partió con la idea de hacer un ejercicio de memoria, con mi pareja nos dimos cuenta en las marchas que los rayados o murales se iban borrando. Que los tapaban con pintura o escribían cosas encima. Ahí comenzamos a sacar fotos y registrar lo que íbamos viendo. Luego nos dimos cuenta que lo que estaba rayado no eran demandas desagregadas, sino que era una gran demanda. En eso, la consigna de no son 30 pesos son 30 años es clarísima. El éxito viene de ahí, de la gente que quiere ver, que quiere recordar, que lo vivió en el exterior. Ante el silencio del gobierno el arte es fundamental.

¿Cómo te imaginas esta vida que vale la pena vivir?

Así como veo el terreno me pasa que no sé si nosotros lo vamos a vivir, todo lo que ha pasado me encanta, que hayamos despertado es espectacular, pero este proceso será para nuestros hijos. Nosotros no se si lo vamos a lograr ver. No quiero ser tan negativa, pero hay una demora gigante, sabemos los procesos larguísimos de los políticos para llegar a algo. Y sobre todo lo que queremos, porque queremos cambiarlo todo. Será algo totalmente nuevo que se tiene que construir.

¿Te quedó gustando la idea de publicar este tipo de libros?

Estaba trabajando en un proyecto personal hasta antes del 18 de octubre con el periodista Dauno Totoro, pero con lo que pasó cambiaron todos los rumbos. Y si, dentro de lo que se puede hacer me siento bien de poder aportar en algo sobre todo con respecto a la memoria, porque hemos visto que la memoria se pierde.

Desde tus inicios en Karkú, hasta hoy, existe una evolución donde se hace notar tu conciencia política ¿De donde surge?

Mira siempre me cargó la política, nunca creí en la política, pero somos política también, todo es político. Yo creo que quienes no hemos tenido una vida hecha y la hemos tenido que ir construyendo de a poco nosotros, nos afectan más estos temas. Las familias que han pasado hambre, que se han tenido que endeudar, pedir fiado, no tener para la educación lo sentimos más. Yo no tuve la opción de estudiar en una universidad acá en Chile, tuve que irme a Cuba. Yo creo que el camino político también es lo que te va tocando, las experiencias de la vida.

Otro momento que me dio esta “conciencia política” que tu llamas, es el feminismo, como se manejaba la opresión a la mujer en la industria audiovisual, las mujeres hemos tenido que hacer una revolución durante toda nuestra vida en contra del machismo. Por el trato, por los estereotipos, por los sueldos. Desde ahí nace RACH, para intentar revertir esta situación.

Estudiaste en Cuba, ¿Cómo es la realidad allá en comparación a lo que se dice de ese país acá?

Cuando bajé del avión, lo primero que pensé fue esto son los años 50. Para uno como visitante es una experiencia inolvidable, no hay letreros de publicidad, nada interfiere en ti. Además respetaban mucho el tema del estudio y el trabajo. Tienen cosas que acá no hay que son muy buenas, pero ellos viven en una dictadura y eso hay que reconocerlo.

¿Tienes algún o alguna referente en la política?

No, no tengo referentes políticos y eso es algo heavy, es parte de la crisis eso también. Creo que los referentes políticos se van a construir entre nosotros en la medida que sepamos dialogar.

Hiciste un papel de agente de la DINA en la serie Mary and Mike, ¿como fue interpretar ese papel?

Eso también fue parte de mi evolución política. Como no tuve educación cívica, yo estudié en un colegio publico de Pelluhue, no tuve una formación increíble, me hubiera encantado. Es desde el personaje Mónica Lagos que me fui interiorizando bien en lo que pasó en esos años de dictadura, las muertes, las violaciones a los derechos humanos etc.

Este personaje era una mezcla de agentes mujeres que participaron en la DINA, mujeres que torturaron, que mataron, que violaron. Lo más complicado era ver la deshumanización de esta gente. Era un época bastante psicótica y mucho de ellos están libres. La investigación me abrió un nuevo mundo de auto-educarme con respecto a la historia.

Ahora vas a estar de nuevo en esa época con un personaje que es Wendy…

Vamos a hacer la serie del libro Camaleón, de Javier Rebolledo. Es una historia real de un militante comunista, Mariano Jara, que guardaba las armas del partido, pero a la vez se rodeaba de los grandes empresarios de la elite sin saber estos que era comunista.

Ahí, en un antro muy famoso de esa época, el Flamingo, trabajaba Wendy como vedette. A este lugar llegaban empresarios, militares, el director de la CNI Álvaro Corbalán y una serie de personajes oscuros de la derecha en la dictadura.

¿Cómo convivían las vedettes en ese lugar donde asistía gente que torturaba o que mataba?

Muchas hacían oídos sordos, como que sabían, pero preferían saber lo menos posible. Hasta que te toca, hasta que tu vida está en peligro y te ves en la obligación de involucrarte, bueno no te puedo contar la serie jaja.

¿Cambiaste desde el 18 octubre?

Despertó en mi esta energía que nos dieron los estudiantes. O sea yo soy parte de la generación de los pingüinos. Yo me tomé el colegio, partió por un papelito de sala en sala, no dejando entrar a las autoridades al colegio y todo eso. Y desde esa represión que tuvimos han sido los jóvenes lo que han llevado la bandera mas fielmente y uno se siente identificado con esa postura.

Cantaste una vez en el festival ¿Lo viste este año?

Dije que no lo iba a ver, pero el día que estuvo Mon Laferte, Javiera Contador y Fran Valenzuela fue espectacular. Una excelente campaña para el apruebo.

Me encantó la Mon, la encuentro seca. Es una Violeta 2020, una artista que tuvo que salir de acá para triunfar. Tiene demasiados referentes musicales de mujeres que me encantan y que lo logro ver en su show, la Cecilia, la Violeta, la española Bebe, Mercedes Sosa, no se, logra captar lo mejor de cada una.

¿Cómo estás para el 8M?

Desde RACH estamos en coordinación con distintas agrupaciones, estamos preparándonos fuerte porque lo que pasa aún en Chile, no puede seguir pasando. En lo que más he trabajado ahí es el aborto, la posibilidad de decidir sobre nuestros propios cuerpos. Además que esto afecta mucho más a quienes tienen menos recursos por eso la huelga general feminista el 8 y 9 de marzo va.