El filósofo italiano Giorgio Agamben llamó a la calma ante la propagación del coronavirus en el mundo. A través de una columna de opinión publicada la revista italiana Quodlibet, el académico puso la pelota contra el piso y denunció que los medios de comunicación y los gobiernos están generando un clima de pánico.
En su texto, Agamben detalla que según las declaraciones del Consejo Nacional de Investigación (CNR) “‘no hay ninguna epidemia de SARS-CoV2 en Italia’, sino que de todos modos ‘la infección, según los datos epidemiológicos disponibles hoy en día sobre decenas de miles de casos, provoca síntomas leves/moderados (una especie de gripe) en el 80-90% de los casos. En el 10-15% de los casos, puede desarrollarse una neumonía, cuyo curso es, sin embargo, benigno en la mayoría de los casos. Se estima que sólo el 4% de los pacientes requieren hospitalización en cuidados intensivos’”.
A raíz de estos datos, el filósofo se pregunta “si esta es la situación real, ¿por qué los medios de comunicación y las autoridades se esfuerzan por difundir un clima de pánico, provocando un verdadero estado de excepción, con graves limitaciones de los movimientos y una suspensión del funcionamiento normal de las condiciones de vida y de trabajo en regiones enteras?”.
A su juicio, dos factores pueden ayudar a explicar este fenómeno. “En primer lugar, hay una tendencia creciente a utilizar el estado de excepción como paradigma normal de gobierno. El decreto-ley aprobado inmediatamente por el gobierno ‘por razones de salud y seguridad pública” da lugar a una verdadera militarización “de los municipios y zonas en que se desconoce la fuente de transmisión de al menos una persona o en que hay un caso no atribuible a una persona de una zona ya infectada por el virus'”, explica.
El otro factor dice relación con “el estado de miedo que evidentemente se ha extendido en los últimos años en las conciencias de los individuos y que se traduce en una necesidad real de estados de pánico colectivo, a los que la epidemia vuelve a ofrecer el pretexto ideal. Así, en un círculo vicioso perverso, la limitación de la libertad impuesta por los gobiernos es aceptada en nombre de un deseo de seguridad que ha sido inducido por los mismos gobiernos que ahora intervienen para satisfacerla”.