Ya, sí. Todxs lo hemos leído en algún meme. No éramos bebedores sociales.
Lo vemos en nuestros amigxs, familiares; en algunos casos en nosotrxs mismxs. Alcohólico no es solo ese tío tuyo que se la pasa borracho y ha tenido problemas con el trabajo y su señora por eso. Alcohólica no es solo esa chica que vive a la vuelta de la Posta Central y te pide plata para comprarse un vino antes que un pan. Alcohólico es también ese que se acostumbró a beber un par de cervezas todos los días, que se acostumbró a estar abastecido (o por el contrario, se angustia). Alcohólico puede ser fácilmente unx mismx.
Las noticias del mundo nos angustian. El encierro nos sofoca. Si no estamos en cuarentena, nos da ansiedad esta situación. El mundo configuró todo para que nuestros cuerpos nos pidan la distracción que antes encontrábamos en hacer deporte, salir a bailar o cualquier panorama que liberase endorfinas.
Las posibilidades de calmarnos se limitaron, y las de deprimirnos se multiplicaron. De hecho, en distintos países se están realizando campañas para prevenir el consumo abusivo de alcohol por estos días.
Conversamos con personas de distintos lugares y edades que nos contaron algunas de sus historias de alcohol y cuarentena en tiempos de Covid-19. En algunas ocasiones puede ser deprimente, en otras divertido. En esta compilación tenemos un poco de todo a decir verdad.
Belén, 25 años. Fotógrafa, Las Condes:
Me intoxiqué robando destilados del bar de mi tío
Nos íbamos a juntar con mis amigxs por discord. Siempre hablamos o jugamos catán online. Era viernes y dijimos ya tomemos, como siempre, pero hoy más, como si fuera un carrete. Entonces mis amigxs empezaron a estar curados y me dieron muchas ganas de estar en esa sintonía, para ver si me sentía un poco fuera del encierro. En mi casa mi tío tiene un mueble con puros copetes, fui súper desesperada y agarré una copita chiquitita, de lo que encontré. Principalmente ron y whiskey. Me puse a tomar de las botellas, y después me tomé una chela y quedó la cagada.
No me acuerdo de nada. Sólo de ir a vomitar afuera. Al día siguiente estuve afiebrada y vomitando todo el día. La caña más terrible de mi vida. Y todo fue por la desesperación de estar encerrada, activar ese sentido que te da el alcohol al agudizarte las sensaciones. El alcohol te hace creer que te ayuda a no sentirte mal cuando en verdad al otro día es lo mismo.
Nani, 27 años. Enfermera, San Bernardo:
Me tomé todo el alcohol de la inauguración de mi departamento
Hace casi un año decidimos comprar un departamento con mi pareja, entre eso nos fuimos de viaje al valle del Elqui en donde compramos un Pisco añejado especial “para la inauguración”. Pasó el tiempo y cada vez que íbamos algún lado nos regalaban o comprábamos vinos, whisky, cervezas para guardar para “la inauguración”. Justo el 28 de febrero firmamos la escritura y empezó la pandemia.
Se demoraron ene y nos entregaron el departamento en medio de la cagada mundial el viernes 27 de marzo. Nos empezamos a cambiar; el 28 pasamos la primera noche y abrimos el whisky para “celebrar”. El lunes nos mandaron por el trabajo a cuarentena a los dos y aprovechando el tiempo no nos dimos ni cuenta y aquí estamos con depto nuevo, llevamos más de una semana carreteando y nos quedamos sin el copete de la inauguración, nos tomamos todo.
Rogelio de la Fuente, 29 años. Artesano, Alemania:
Antes no tomaba, ahora paso la pandemia solo en otro país y aprendí a hacer alcohol
Me vine a probar suerte a Alemania con una working holiday, pero parece que mi suerte va en picada. Soy marihuanero, no alcohólico. Primero me emborraché porque llegué con estrés postraumático por el estallido social. Una cosa llevó a la otra: buena cerveza, una ciudad donde el alcoholismo está normalizado. Trabajo en un restaurante, lo que significa significa comida y cerveza gratis.
A mediados de febrero mi jefe se empezó a preocupar por la pandemia: ahora ya no es una chela. Son dos chelas luego de cerrar el restaurante las que me tomo para ir a casa y llegar pasada medianoche. Cada vez van menos clientes y se reducen los turnos. Me compro una java de chela de medio. Me acostumbré a tomar de esas solo, todos los días. Si no me fumo un pito, me tomo una chela. En promedio me tomo dos diarias. No es tanto, pero es constante y es nuevo. Incluso aprendí a fermentar miel para hacer hidromiel. Puedo asegurarte que seguiré bebiendo unos cuantos meses más.
Lila, 24 años. Estudiante, Las Condes:
Soy alcohólica y vivo la cuarentena en zona de confinamiento
Durante esta cuarentena me di cuenta de algo que la gente se toma como talla, pero para mí fue un descubrimiento importante: no soy bebedora social. Ahora que no está ese entorno en el que una va a tomar, me encuentro a mí misma preguntándome cuándo lo haré. El sentir que no tengo acceso fácil al copete porque estoy en comuna con cuarentena me ha afectado mucho. Eso lo pienso antes de dormir. Fui al súper a hacer una fila de 45 minutos para entrar al Líder y encontrar un botellón de dos litros que me tranquilizó.
Estoy agradecida de la situación que tengo. No estoy pasando hambre ni susto porque alguien esté enfermo. Está todo bien, esta cuarentena no me ha hecho mal a nivel mental y lo único que me tenía realmente estresada era saber que no tengo acceso fácil al trago. La remota posibilidad de que instauraran ley seca me tenía angustiada. Y ahora que no tengo obligaciones tengo mucha más libertad de curarme a diario. Tomo sola, he apagado tele sola. Esta vida es para compartirla, porque honestamente ser alcohólica sola no es lo mismo.
JP, 45 años. Santiago Centro, profesor:
Recreamos el Bar Nacional en casa
Desde que se suspendieron las clases estoy en cuarentena total. Han sido días extraños, y un bebedor social como yo debía adaptarse al nuevo contexto. Lo primero fue asegurar el abastecimiento, así que mientras todos se preocuparon por el papel higiénico yo tenía la misión de que no me faltara alcohol. Mientras mi señora llenaba el baño de papel, yo llenaba la logia de cajas de cervezas. Extrañaba beber con gente, así que nos adecuamos al nuevo contexto.
Recreamos el Bar Nacional de Huérfanos, que visitábamos semanalmente. Preparábamos la famosa “hamburguesa suiza” con mítica piscola 50/50. En ocasiones yo era el bartender, pero me gustaba más ser el cliente que contaba sus anécdotas. Mi señora “me atendía”. Era tan real que en una ocasión el bar cerró y me tuve que ir al after (el balcón) y tomar la última piscola antes de llegar a casa y dormir en el sillón. Si bien había satisfecho la necesidad de bar, faltaba el ritual del beber con los amigos, por lo cual comenzamos a realizar videollamadas y compartir virtualmente acompañados de unas cervezas. Se hace para aliviar la rutina, para relajarse, para recordar a los amigos, para reflexionar sobre los desafíos que tenemos como sociedad luego que pase esta pandemia.
Andrés, 26 años, periodista. Santiago Centro:
No me gustaba el whiskey y ahora bebo todos los días
No es que no tome nunca en el mundo normal. Con la cuarentena no es que me emborrachara, pero el ritmo de tomar aumentó mucho. Tenía una botella de whiskey en la casa que me habían regalado para navidad. Traté de hacer el gusto adquirido del whiskey con hielo, como on the rock. Este trago no me gustaba antes. Empecé a tomar todos los días uno o dos vasos, y también volví a fumar. Lo había dejado hace tres años. Yo pensaba que no tomaba tanto, pero de un día para otro la botella se me acabó, y era una botella gigante. Y fue como, oh mierda estoy hasta el pico.
En mi bar igual hay pisco, cervezas y fueron bajando bien rápido. Creo haber estado medio tenso, nervioso, tiritón. El copete me calmaba, como es un depresor me bajaba ese nivel de ansiedad. Estoy viviendo la mayor parte del tiempo solo, porque mi pareja tiene que salir a trabajar. Uno extraña la desconexión, ya sea de drogas o cualquier cosa. Como no puedes salir a jugar a la pelota, no puedes salir a bailar, la desconexión terminó pasando al alcohol y el cigarro. Pongo un poco de música, apago las luces, me tomo un copete leyendo un libro, qué se yo. Habrá que volver a buscar otra forma de desconectarse.
Emilia, 62 años. Ingeniera comercial, La Reina:
Antes no me preocupaba el vino, menos el ron
Hace tiempo tomaba vinito a la hora de almuerzo los fines de semana. Cuando me quedan conchitos los tomo los lunes y martes cuando volvía de la oficina. Acá en cuarentena me di cuenta de que el vino a la hora de almuerzo que se me acababa el miércoles, lo reponía ese mismo día para seguir tomando. La primera semana fue que no me faltara el vino. Luego, en la noche, no había vinito, así que me tomaba un roncito, que no me gusta tanto sin bebida, pero como no había bebida, me lo tomaba así no más.
De pronto dije “esto está mal”. Estoy tomando en mi almuerzo cuando pauso mi teletrabajo. Me di cuenta de que no podía parar. Hasta que se me volvió a acabar y pude estar un par de días sin tomar, pero alguien fue al super y le encargué más botellas para toda la semana. Yo antes no hacía eso, no estaba preocupada del vino, ni menos de tomar ron. No sé qué me pasó.