Hace rato el país no goza de la mejor popularidad en los análisis internacionales, especialmente desde la represión policial durante el estallido social, en la que quizá el peor de los registros fue “Protestar en Chile cuesta un ojo de la cara”, del prestigioso New York Times.

A esa misma altura está el Washington Post, periódico estadounidense que esta vez golpea el gobierno de Sebastián Piñera con un análisis bastante desalentador. “Chile celebró el éxito contra el coronavirus y comenzó a abrirse. Las infecciones se han disparado”, se titula el desafortunado reportaje escrito por el reconocido periodista John Bartlett, corresponsal que actualmente reportea desde Chile.

Hay que aclarar, de entrada, que ninguno de los dos medios citados son precisamente diarios “de izquierda”.

“No fue hace tanto tiempo que el presidente chileno Sebastián Piñera se jactó de que el país estaba listo para el coronavirus. Mucho mejor preparado que Italia“, comienza el relato.

Continúa: “Y después de bloquear a la población, reforzar los hospitales y realizar pruebas agresivas, el país parecía estar yendo bien contra la pandemia. Con un sistema de salud comparativamente avanzado, mantuvo un número menor de casos y muertes que en los vecinos Brasil, Ecuador y Perú. Para abril, los funcionarios estaban promocionando planes para distribuir el primer “pasaporte de inmunidad” del mundo, permitiendo a los chilenos que se habían recuperado de covid-19 volver a trabajar”, continúa.

No tarda en dar un giro, basado en las cifras que predominan en los informes diarios del Minsal, especialmente desde que se asumieron los nuevos protocolos: “Después de semanas de infecciones altísimas, Chile ha notificado más de 250.000 casos de coronavirus, séptimo en el mundo y 4.500 muertes. Los funcionarios dijeron durante el fin de semana que probablemente 3.000 muertes más fueron causadas por Covid-19. Sus 1.338,9 casos por cada 100.000 personas lideran América Latina”.

La creciente desigualdad

Uno de los puntos críticos que compete el análisis, es la creciente desigualdad del país, la cual quedó evidenciada con la crisis sanitaria:

“La pandemia llegó a Chile después de meses de manifestaciones contra la creciente desigualdad. El movimiento definitorio de la era criticó lo que los manifestantes dijeron que era la distribución desigual de las ganancias del rápido crecimiento del país en las últimas décadas. Esas diferencias ahora han sido descubiertas por el coronavirus”, contextualiza el texto.

Sigue: “Cuando el gobierno se mudó en mayo de bloqueos específicos y dinámicos a un cierre en toda la ciudad, estallaron furiosas protestas de hambre en el suburbio sur de El Bosque. Los residentes allí habían estado bajo cuarentena durante más de un mes, y los ingresos habían comenzado a agotarse”.

“La tasa de mortalidad por coronavirus en los hospitales públicos de Santiago ha sido el doble que la de las clínicas privadas en los afluentes del noreste de la capital. Los investigadores mostraron en un estudio reciente de Lancet que Santiago es una de las capitales más desiguales en términos de esperanza de vida en América Latina”, denuncia la publicación.

Respecto a la crisis en la educación, explica que “escuelas y universidades han cerrado sus campus y movido clases en línea, pero muchos estudiantes no pueden acceder a Internet de alta velocidad”.

Autoridades demasiado confiadas

Como mencionamos al inicio de este texto, no es nuevo que una publicación de alto impacto golpee a Chile, y específicamente a las autoridades chilenas y Sebastián Piñera. Podríamos decir que la frase madre del texto es que “las autoridades fueron demasiado confiadas”.

Al respecto, comienza diciendo: “Las autoridades en abril promocionaban un retorno a la normalidad y también advirtieron que lo peor del brote del país aún estaba por llegar. Un alto funcionario de salud dijo que las personas podían encontrarse con amigos para tomar un café siempre que mantuvieran su distancia, y el 30 de abril, cuando el país había confirmado 16.000 casos, un centro comercial en Santiago se convirtió en el primero en reabrir”.

“Chile ha mantenido niveles comparativamente altos de pruebas. Pero la impopularidad de Piñera después de las protestas del otoño pasado (primavera en el cono sur) y una estrategia de comunicación caótica durante el brote han socavado la respuesta del gobierno”, puntualiza la nota.

“Con el invierno comenzando a morder, los chilenos ahora enfrentan meses de cuarentena. A medida que Chile pasaba por Italia en los casos, los nuevos datos de esta semana ofrecieron un rayo de esperanza de que su curva finalmente podría comenzar a aplanarse. Las autoridades instan a los chilenos a que no bajen la guardia”, reza el texto.

Finalmente, lapida el reportaje con una posibilidad incómoda: “Un referéndum constitucional ganado por los manifestantes el otoño pasado se retrasó hasta octubre. Se espera que la gente regrese a las calles para protestar por las condiciones que el brote dejó al descubierto”.

Puedes leer el texto completo en su idioma original aquí.