Carta de Belén (22), Caldera, III región.
No es fácil decir esto, ni reconocerlo, pero soy, o mejor dicho, fui tóxica. Estuve atrapada en una relación desde el 2018 con un hombre y podría decir que esa fue mi primera relación adulta. Yo tenía 18 y él 29. Yo venía saliendo de un pololeo adolescente. Pero cuando lo conocí, fue un flechazo. Se me revolucionaron las hormonas. Y sin dar más explicaciones, solté a mi pareja y me aventuré en conocer a un hombre nuevo, que si bien comenzó como algo sólo carnal, se transformó en una relación. Ni siquiera pude cerrar ese ciclo, cuando ya estaba comenzando otro.
¿Fue raro desde el principio? Sí ¿Vi cosas por las que debería haber retrocedido? Sí. Pero cuando una quiere que las cosas funcionen, deja pasar por alto harto. Habían semanas donde él desaparecía y después volvía, como si nada. Y yo actuaba como si eso fuera normal, como si no me importara. Entonces pasaron dos años así. Y en esos dos años, ambos nos revisábamos nuestros celulares o computadores. Los celos eran recurrentes. Y aunque eso estaba mal, y yo lo sabía, era el lenguaje entre los dos.
En uno de los bajones de nuestra relación, le fui infiel con uno de mis amigos más cercanos, que estaba ahí para consolarme cuando él desaparecía. Pero mi pareja me descubrió. ¿Cómo? Revisando como siempre mis conversaciones. Me sentía culpable con los dos y lo pasé tan mal. Metí a mi amigo en un problema y quebré la confianza de mi relación. No quise hacerle daño a nadie, me sentí mentirosa, no sólo con ellos, sino conmigo misma. Tomé malas decisiones. Pero a pesar de eso, dejé pasar otra vez el hecho de que él se metió en mi privacidad. Terminamos y pasó un año cuando volvimos a intentarlo de nuevo. Y después fue él el que me engañó ¿Cómo lo descubrí? bajo el mismo juego: revisándole el teléfono.
Las cosas terminaron y ya llevo dos semanas sin hablar con él. Y siento que estoy en rehabilitación: no voy a volver, no quiero, y me voy a abstener de empezar algo nuevo. Este momento es para mí. No quiero volver a repetir lo mismo, sé que no estoy lista para un compromiso, porque la próxima vez quiero hacer las cosas bien. Pero, ¿qué es hacerlas bien? Lo que tengo claro es que la pandemia y el encierro me han ayudado a estar conmigo. A darme cuenta de mis errores, pero no para seguir castigándome, sino para reconocerlos y no hacerlos de nuevo.
Tengo que confiar, tengo que decir lo que siento, tengo que comprometerme y, al mismo tiempo, comprometerme con la idea de compromiso. Mi familia me apoya en estos momentos, porque me han visto triste. Incluso mi mamá me regaló una perrita que ha sido mi compañera. Quiero volver a terapia y quiero sanar. Quiero hacerlo por mí, para estar bien, para no dañar a nadie tampoco. El amor no tiene que doler.