Gran parte de las y los liceanos que saltaron los torniquetes en 2019, ya no son menores de edad. Y aunque por eso muchos no pudieron votar en el plebiscito pasado, sí lo harán por primera vez en esta oportunidad: una votación polarizada según las encuestas. Pero ¿Cómo será su comportamiento en las urnas? ¿Cómo la Generación Z se imagina el Chile que vendrá? 3 adolescentes y un sociólogo responden.
Darío Quiroga es sociólogo de la Universidad Católica y co creador del podcast La cosa Nostra –que nació como un proyecto dedicado a analizar la situación del estallido social– para el 18O se encontraba trabajando a pocas cuadras del metro Bellas Artes. Un poco pasadas las 11 de la mañana camino a la estación se topó con este interesante fenómeno que había visto por televisión nacional. “Estaban haciendo una acción política, desafiando el orden público”.
El experto dice que “hay algo en los jóvenes, según la perspectiva sociológica, que los diferencia de cualquier otro actor social: la claridad, el poder para subvertir o alterar el orden público con jolgorio”. Y tal como él lo cuenta, lo vivieron Belén, Darío y Camila, quienes recuerdan el día que todo cambió así:
Como era de costumbre en el Liceo Carmela Carvajal de Prat, las estudiantes se preparaban para movilizarse. La noticia del alza del metro había revolucionado las redes sociales. Camila Pérez, que en ese entonces cursaba cuarto medio, se levantó aquel lunes 6 de octubre con la certeza de que evadiría el metro. Ella ya sabía cómo evadir, de hecho, es algo que hacía desde séptimo básico junto a sus compañeras. No tenía miedo, pero tampoco le contó a sus padres, quienes, por cierto, estaban afectados por el aumento del pasaje. Así que salió rumbo a lo que sería “uno de los hitos más importantes para la historia de los secundarios, nuestra historia”, enfatiza.
Camila decidió no ir a clases para alcanzar a reunirse con los estudiantes del Instituto Nacional, quienes habían hecho el llamado “oficial” a través de Instagram. Eran las dos de la tarde y fuera del metro Universidad de Chile se encontraba este grupo, todos convocados, esperando al resto a que salieran de una asamblea en el liceo. Matías Paredes también estaba ahí.
El joven de segundo medio del renombrado establecimiento se sumó a la masa de secundarios que irían a evadir ese día. El institutano era parte de la organización, la cual asegura que esperaba la convocatoria usual. Ni Camila ni Matías se percataron que en el momento en que dieron la señal para comenzar a correr hacia la estación, más gente se unió a su paso
Belén Santana, estudiante de tercero medio en aquel entonces del Liceo 7 Teresa Prats de Sarratea, salió de clases para rápidamente unirse al cortacalles de San Diego con rumbo al metro El Llano. “El liceo nunca había estado tan unido”, recuerda.
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Al sociólogo Darío Quiroga le parecía inconcebible que no se legislara, como un gesto simbólico, bajar la edad de votación a 16 años. “No hubo esfuerzo, las generaciones con el tiempo se esfuman”. Camila asiente. El sentimiento era generalizado entre los ex secundarios.
“Los activistas de hoy son adultos que mañana no tienen los mismos intereses”, dice el especialista. Ese fue el caso de Camila y Belén, hoy universitarias, quienes declaran ser conscientes de la crudeza de la virtualidad y el fin del vigor. Observaron desde fuera como lo que fue su comunidad iba perdiendo fuerza. De hecho, Belén se refiere a las nuevas generaciones como inexpertas, o como ella le llama, más “pollito”, destacando que los que han llegado nuevos a los liceos emblemáticos no han vivido presencialmente el estar en una toma o en una marcha.
Matías no siguió este patrón. Actualmente es el presidente del Centro de Estudiantes del Instituto Nacional (CEIN). Hoy sus luchas están enfocadas en la protección de la comunidad –la cual según ellos estaba sumamente fragmentada antes de la revuelta social–, hacer frente al abandono de la educación pública y con ello plantear la problemática de la falta de computadores de sus compañeros y compañeras durante la pandemia.
La energía liberada en la revuelta social es analizada por el sociólogo con la analogía de un sismo. No se siguen patrones, no se predicen los terremotos. Hoy los secundarios que cumplieron el rol de placas tectónicas están en el llamado “retorno al equilibrio elástico de la zona”. No es algo inamovible, pero tampoco determina su función como propagadores iniciales. Los estudiantes, actualmente están quietos, quizás absorbiendo energía para el siguiente terremoto, el cual puede tardar años como semanas: es impredecible.
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Belén Santana actualmente está cursando su primer año de Fotografía Profesional en el Instituto Arcos, su prioridad debido al tiempo que le dedica a realizar sus trabajos. Sin embargo, existe aún en ella un latente deseo de retomar su participación en las manifestaciones post pandemia.
Por su parte, Matías Paredes está terminando cuarto medio, aunque nunca desligado de su rol estudiantil. “Nuestra tarea fundamental como centro de estudiantes ha sido la de vincular a la comunidad educativa con el acontecer nacional”, comenta el actual presidente del CEIN haciendo énfasis en el trabajo que han hecho de involucrarse como agentes activos en la discusión pública.
De hecho, han generado instancias como conversatorios con los candidatos presidenciales y la presentación de un proyecto a la Convención Constitucional sobre un insumo de lo que ellos conciben como derecho a la educación.
Pero, en el marco de un próximo nuevo Chile que se verá este fin de semana en las urnas, ¿qué opinan ellos de que la derecha se esté posicionando en las encuestas?: “Nos parece un escenario muy triste, sobre todo bajo el entendido de que la extrema derecha ha sido la que durante todos estos años de democracia ha respaldado un sistema que nos llevó al colapso”, menciona Matías.
Si bien el institutano reconoce que las encuestas no siempre arrojan tendencias que después se reflejan en los resultados: “Nos parece muy lamentable posicionarnos en un escenario en que la ultraderecha sea efectivamente la que lleve las riendas de este país sobre todo en el contexto que estamos actualmente”.
Belén agrega que: “Que vaya ganando la extrema derecha en las encuestas me da a entender que la gente no entendió nada de todo lo que se luchó en el estallido”. Si algo comparten estos jóvenes es el no estar convencidos por un candidato. Y declaran ejercer un voto más que por convicción, por estrategia porque tienen claro que no quieren que los extremos, que terminarán por fragmentar más al país, terminen en La Moneda. Los evasores que ya no son niños emocionados y esperanzados por haber movilizado a un país que hoy tiene una Convención Constitucional trabajando, pero irán este domingo a las urnas con el temor de que Chile olvide las demandas que planteó la ciudadanía y que este proceso de cambio que habían gestado se vea frenado por “Nosotros somos bastante críticos de lo que es el sistema político, y creo que eso parte de que la política institucional ha sido la que ha frenado los cambios durante estos 30 años”, dice Matías.