El acto natural provocó que la capital, Nukualofa, terminara repleta de cenizas y que las comunicaciones del territorio hacia el exterior quedaran completamente deshabilitadas. Desde los gobiernos de Nueva Zelanda y Australia enviaron suministros para apoyar a los 100.000 habitantes del sector, además de un equipo de expertos para evaluar los daños.
Este fin de semana, los ojos de la comunidad internacional se centraron en Tonga, luego de que un volcán submarino erupcionara en una isla de dicho sector en las cercanías de Nueva Zelanda. El impacto del movimiento natural generó que las autoridades chilenas decretaran Estado de Precaución en las zonas costeras de diversas regiones del país, para posteriormente declarar alerta de tsunami en algunas de ellas y solicitar a la población que cumpliera con medidas preventivas de seguridad.
Aquello también afectó a Perú. Si bien la Marina de Guerra del país había descartado inicialmente la posibilidad de que las olas pudiesen afectar a su litoral, numerosos usuarios y páginas de redes sociales alertaron que estas llegaron a ciudades como Paracas, Ancón, Pisco y Lima, hasta el punto en que quienes se encontraban en las playas debieron abandonarlas rápidamente ante la magnitud del evento, en el cual se registraron dos muertes.
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Por su parte, Tonga también sufrió repercusiones severas. Las comunicaciones del territorio se detuvieron completamente este lunes y, según un artículo de la agencia internacional AFP que publicó La Tercera, la conexión a internet podría permanecer deshabilitada por semanas.
Según informaron las autoridades oficiales, la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Haa’pai se desató a solo 65 kilómetros del norte de la capital de Tonga, Nukualofa, y aquello generó que la ciudad quedara repleta de cenizas y se cortara una estructura submarina que cumple una función clave en las comunicaciones con el exterior.
“La reparación podría llevar hasta dos semanas”, manifestó el director de redes de Southern Cross Cable Network, Dean Veverka, en una entrevista con AFP.
Frente a esto, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Arderm, afirmó que tanto su gobierno como el de Australia enviaron aviones con suministros de agua y expertos para analizar la situación que viven los cerca de 100.000 habitantes, quienes aún permanecen incomunicados con sus familiares en el extranjero.
“No puedo contactar con mi familia, no hay comunicación. Nuestra casa está entre las cercanas a la zona que ya se inundó, así que no sabemos cuántos daños hay”, manifestó el periodista de Pacific Media Network, Filipo Motulalo, en una entrevista con AFP en la abordó el acto natural, el cual también se sintió en países como Estados Unidos y Japón.