No sólo quiere convertirse en una estrella del pop porque sí, sino que su cruzada es que la lengua de sus ancestros no muera. Por eso, hoy se agarra del trap, uno de los sonidos más escuchados por las nuevas generaciones y lo reformula: lo adapta al quechua y le mete los mensajes que la preocupan, temas relacionados al feminismo, a la discriminación y al poder del lenguaje. Con ella, hablamos sobre el hecho de convertirse en un referente pese a la adversidad de ser latina, mujer, provinciana y de origen indígena. Y también responde: ¿Está bien mezclar el quechua con el trap? parece que sí.
Estaba en primaria. Renata Flores (20) era una niña cuando una de sus compañeritas la invitó a un cumpleaños. La cantante la describe como la chica popular del curso. Como la mayoría de niños y niñas, Renata fue acompañada por un adulto, en esta oportunidad por su abuela, una mujer quechua parlante, de rasgos andinos, una trenza negra larga, chomba tejida y los zapatos que se usan en la zona rural de Perú.
La cara de desprecio que Renata vio en esa reunión hacia su abuela desde varias personas la pusieron nerviosa, mientras la señora parecía no percatarse, sino más bien disfrutar del evento. “Yo creo que cuando la discriminación es reiterativa, la gente la normaliza y ya después no la ve”, cuenta la intérprete. Pero ella, siendo una niña, sí se dio cuenta.
Esa fue la primera vez que recuerda haber vivido ese dolor: cuando se te aprieta la panza y en lugar de levantar la cabeza para defenderte, miras hacia el piso, cargándote con la culpa de ser tú mismo. Pero así como su abuela normalizó esta situación, ella decidió que no sería algo que perpetuaría.
Hablar quechua en Perú puede ser peligroso. Y lo ha sido así por siglos. Sobre todo si se cuenta que entre los 80 y los 2000, La Comisión de la Verdad y la Reconciliación estimó que en los tiempos en que el Estado se enfrentó a Sendero Luminoso, se asesinaron 7 mil personas, donde el 75% era quechua parlante. Hoy es una de las lenguas en peligro de extinción: en el país Inca lo hablan cerca de 4 millones, un número a la baja.
“Por mucho tiempo no tuvimos elección. No podíamos sentirnos orgullosos de nuestra lengua y hacerlo libremente en la calle, porque eso podía traer consecuencias mortales, pero sí veo que hay una intención, al menos en muchos jóvenes de mi generación, de no dejar morir nuestra lengua”, responde Flores desde Ayacucho, a 500 kilómetros de Lima.
Y justamente, según un artículo de El País titulado El quechua renace en Perú, habría un movimiento millennial que se la estaría jugando para potenciar la lengua y darle un lugar de reconocimiento en el país vecino.
A los 13 años, después de perder en el programa La Voz Kids, la mamá de Renata no la dejó tener tiempos muertos y le puso una noble tarea: traducir su canción favorita, The House of the Rising Sun, del inglés al quechua. Primero lo hizo fonéticamente, y después, con cuaderno en mano, se sentó junto a su abuela. El video publicado en 2015 tiene casi medio millón de reproducciones.
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Con la buena recepción de sus seguidores, Flores siguió con Chaynatam Ruwanki Kuyanayta o The Way You Make Me Feel de Michael Jackson y Fallin de Alicia Keys. Puros éxitos, superando los dos millones de streams.
Tijeras, su primer sencillo original lanzado hace tres años, es un himno feminista y nació por la urgencia que ella sentía de transmitir su preocupación por la violencia que enfrentan las mujeres en Perú. “Veía las noticias en la mañana y todo era horrible: compañeras muertas, quemadas, torturadas. Eso me conmovió”. Y esta canción en quechuañol, la hizo traspasar fronteras.
En 2020, The New York Times la llamó la transgresora reina del rap en quechua.
No tuviste referentes con nuestros rasgos y origen en la música pop internacional. ¿Cómo te sientes con eso?
“Que si no habían, yo tenía que ser uno. Y de a poco estamos apareciendo en la media, en Encanto de Disney, por ejemplo, ves muchos personajes que te puedes encontrar en la calle de cualquier pueblo de Latinoamérica. Yo estoy en TikTok, en Instagram y en Youtube y abro un camino para que otras mujeres sepan que existimos. Que tenemos historias similares. Que si cantas en quechua te van a oír. No había nadie que me representara y eso fue lo que más me movió a seguir soñando, a no dejar de cantar, y a que tengo que trabajar muy duro para que vean el cambio”.
Wendy Sulca se transformó en un ícono pop, trayendo al mainstream el folklore de Perú, pero fue tomada como una broma.
“Por ella siento una admiración inmensa. El que se la tomaran en broma fue una muestra de racismo, y los medios de comunicación hicieron que una niña se viera como un chiste. Muy doloroso. Ella supo sobreponerse a todo, a todos los memes, y convertirse en alguien muy admirable”.
¿Por qué elegir trap?
“Porque es comercial. Es lo que escuchan las nuevas generaciones. Es pegajoso y por eso es una buena herramienta para transmitir mensajes. Cuando yo escuchaba trap en inglés -que poco sé de ese idioma- sabía que quizá la letra era el problema, por eso cuando salté a la música urbana, decidí hablar sobre mis preocupaciones, sobre lo que considero importante.
Muchos han criticado a Rosalía por actualizar el flamenco, y muchos critican a los que hacen música urbana con quechua, ¿qué piensas de eso?
“No lo sé. Son otros tiempos. Sí se me ha criticado, porque hay gente más purista, que no quiere que salga del folklore, pero nuestra lucha es que no muera, entender que la música es un arma muy potente que evoluciona y revoluciona, y hay que usarla. Eso es lo que yo estoy haciendo ahora”.
Renata, lejos de la capital, no forma parte de ninguna disquera, autogestiona su trabajo, y siempre está acompañada por las mujeres de su familia. Salió del colegio y no entró a la universidad, por ejemplo, sino que está metida de lleno en la música, tomando clases de quechua de martes a jueves todas las mañanas. Hoy sueña con cantar con la ganadora del Grammy Latino Nathy Peluso y probablemente lo logrará, porque Renata es imparable. “Si me hubiera quedado cantando huayno, la historia sería otra”, dice.