Nota del autor: en esta nota excluimos La pasión de Cristo por el sentido común que produce una producción gore con tintes antisemitas disfrazada de epopeya cristiana.
Probablemente lo que genera más entusiasmo en los adultos que comienzan a tantear los veintitantos respecto a semana santa, son los días adicionales de descanso. Después de todo es una revancha del verano, su tráfico y clima. En esta oportunidad podemos caminar por la playa a modo de introspección abrazados por una temperatura ambiental más amigable a diferencia de meses anteriores, sin mencionar el hecho de tener la excusa perfecta para comer mariscos a destajo durante un día entero.
Finalmente, la pasión y resurrección de Jesucristo se desvirtuó tanto que parece un homenaje al océano pacífico en lugar de recordar su paso por el mundo hace ya más de 2 mil años. Pero hoy en día, todas las fechas célebres son un sucedáneo de su real propósito al fin y al cabo y semana santa no podría ser la excepción de ello.
Para mí, gracias a un pasado católico que derivó en un presente agnóstico con un futuro probablemente apóstata, semana santa es sinónimo de ver horas de producciones bíblicas (y como no, también escuchar música pop relacionada a la cristiandad)
Hablamos de una fecha particularmente infantil. Halloween ha sido apropiada por adolescentes y adultos calentones mientras que Navidad perdió su gracia por culpa de internet -ahora solo hace falta googlear si existe o no ya sabemos qué personaje-. Pero los últimos días de cristo en la tierra son por lejos una fecha de introspección donde los adultos se sienten culpables por hacer cualquier cosa mientras que la televisión se llena de programación para niños (algo que no ocurre frecuentemente hoy en día debido a la baja natalidad que tiene a nuestro país con un déficit tremendo de bendiciones)
Y acá es donde quiero hacer hincapié de una buena vez: semana santa es la fecha donde podemos apreciar todo el legado cultural y audiovisual que nos dejaron autores en décadas donde la figura de Jesucristo era relevante.
Es cierto que todavía existen producciones bíblicas, muchas de ellas han sido espectaculares y tienen actores y actrices de Hollywood de clase A, pero ¿se imaginan lo complicado que era grabar en el desierto hace 40 años? Sin la globalización ¿Cómo pudieron productoras pequeñas salir a flote realizando películas animadas sobre la biblia cuando todo el universo de los dibujitos está controlado por Disney?
Semana santa nos da nostalgia a través del celuloide y por lo menos yo, soy adicto a eso. Las ganas de permanecer en un contexto donde la fe era reafirmada a través de producciones fílmicas antes de ser destrozada por una iglesia poco sincera reaparecen durante tres días al año.
El caso de Jesús de Nazareth es un claro ejemplo de todo lo anteriormente expuesto.
La miniserie -que TVN ha transmitido desde hace dios sabe cuándo como una película de 8 horas- es un must de este fin de semana largo y estoy muy feliz de que la tradición de transmitirla haya vuelto.
La situación más apoteósica era que terminada la película siempre, pero siempre llovía en la tarde. Algo que cambió recientemente por culpa del calentamiento global, pero que en ese momento nos dejaba muy espirituados.
Jesús de Nazareth -exhibida en 1977- fue un hito televisivo en todos los países donde se transmitió. Pese a que ninguno de los actores parecía ser realmente hebreo existiendo un evidente whitewashing en su casting, todavía muchas personas asociamos en nuestra cabeza a las figuras bíblicas con los intérpretes de esta mega producción.
Pero calidad no es transversal al modo de producción fílmica, de hecho, las películas animadas que relatan el antiguo testamento fueron hechas de una forma tan artesanal que provoca ternura mirarlas. El mal doblaje, la poca coordinación motora de sus protagonistas y la musicalización repetitiva, son ingredientes que cuajaron los cortos que contaban la historia de Adán y Eva o el arca de Noé.
https://www.youtube.com/watch?v=kkA3xotgLkc
La biblia fue la antesala a lo que sería Harry Potter, después de todo, gran porcentaje de niños en el mundo creció viendo historias sobre serpientes que obligan a pecar, hombres atrapados en el estómago de una ballena o plagas atacando Egipto por un dios creativamente castigador.
Por esta razón, los productores de Dreamworks Animation supieron explotar el recurso del conocimiento generalizado para hacer una mega producción musical que hasta el día de hoy conmueve hasta al más diabólico de los ateos: El príncipe de Egipto no solo es una de las mejores películas bíblicas de todos los tiempos, sino también una de las mejores películas animadas que puso a Disney verde de envidia.
De hecho, la película fue la producción animada no Disney más taquillera de la historia hasta que fue superada por la versión cinematográfica de Los Simpson el año 2007. Hay que mencionar también, que la película reunió a Mariah Carey y Whitney Houston en un dueto ganador del Oscar. Sí señor, hablamos de When you Beilive, canción de proporciones celestiales que significó un hito en la cultura pop.
Disney también nos presentó una producción bíblica años antes, aunque esa no era la Intención. El Jorabado de Notre Dame hasta la fecha es la única película del conglomerado que menciona a dios, el pecado, la virgen María y la discriminación racial. Notable es cuando la gitana Esmeralda canta en la catedral rogando a la virgen María que se acuerde de los marginados como ella.
La producción significó un traspié para los ejecutivos, que venían cosechando éxitos masivos con el Rey León, La Bella y la Bestia y Aladín. El mensaje de El Jorobado resultó muy oscuro para su audiencia infantil, donde Frollo -el villano del asunto- cantaba envuelto en llamas sobre lo mucho que deseaba a la gitana oliendo su pañuelo mientras le gritaba a la estatua de la virgen que quemaría todos París si Esmeralda no le pertenecía…wow
Pero desvirtuándonos completamente del significado de semana santa, debemos hacer énfasis en la fascinación de los ejecutivos por Egipto. Por algún motivo, Cleopatra también es transmitida frecuentemente generando dos bandos: los que prefieren la versión con Elizabeth Taylor o los defensores de su versión de bajo presupuesto con la actriz Leonor Varela.
En fin, las producciones bíblicas son tantas que técnicamente representan un género por si solo. Sin embargo, las películas antiguas son las más valoradas por recordarnos una época donde ser creyente era simple. La secularización de América Latina -y del mundo en general- nos lleva a ver las creencias cristianas como prácticas antiguas reflejadas en el arte de manera particular.
Además, a quien no le gusta revivir esos fines de semana frente a la televisión cuando el verano no era extenso y la promesa de privarnos de carne se transformaba en una proeza creativa. A fin de cuentas este fin de semana celebramos la nostalgia y siempre es una buena excusa para ello. Amén.