A las 6 de la mañana, la activista polaca Elzbieta Podlesna recibió una visita de la policía que la interrogó durante horas no sin antes allanar su casa mediante la fuerza y utilizando métodos poco ortodoxos condenados por organismos internacionales al momento de hacerse pública la noticia de su detención. La razón: violar de la ley que ofende las creencias religiosas en Polonia.

Podlesna tenía en su poder diversas imágenes de la “Madonna Negra de Czestochowa” usando los colores de la bandera LGBT. Esto es catalogado según la ley, como una profanación grave hacia las creencias cristianas fuertemente arraigadas dentro de la sociedad del país europeo.

La “Madonna Negra” es considerada como la imagen religiosa más importante del país. La pintura de 800 años se habría realizado en un trozo de madera correspondiente al comedor donde se celebró la última cena. Sin embargo la activista no estuvo ni cerca de intervenir la imagen original o profanarla, solo realizó unos carteles para protestas de forma pacífica abogando por los derechos de los homosexuales en un país donde -a diferencia del resto de Europa occidental- gozan de una fuerte discriminación por parte de los políticos.

La Fundación de Helsinki que lucha por los derechos humanos rectificó el uso de fuerza excesiva utilizada por la policía considerándolo como una violación constitucional según los estatutos judiciales polacos. Amnistía Internacional -que ha trabajado con Podlesna- también condenó la detención de una activista pacífica que tiene todo el derecho de expresar sus puntos de vista.

Pero la detención de la activista tiene tintes políticos, pues este mes se celebrarán elecciones en Polonia y como es de esperar, el ala conservadora se mantiene a la cabeza luego de diversos mensajes de odio entregados a la población.

En primer lugar, el discurso político polaco aboga a la “salvación religiosa de Europa” asegurando que la decadencia del continente tiene que ver con su alejamiento al cristianismo. Polonia se considera como la última nación con fuertes raíces arraigadas al catolicismo en épocas donde la iglesia vive el peor de sus escándalos luego de las miles de denuncias por abusos sexuales cometidas de forma sostenida en incontables naciones del mundo.