Científicos del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada analizaron 242 muestras de leche obtenidas entre 2015 y 2018, e informaron que el 97% contaba con presencia de arsénico, y un 81% tenía mercurio. Los metales estudiados son contaminantes ambientales comunes a los que estamos expuestos principalmente a través de la dieta, y están asociados con diversos problemas de salud. La OMS recomienda que la lactancia sea el único alimento que se entrega a los recién nacidos hasta los seis meses.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas (UNICEF), la leche materna es el alimento ideal para los recién nacidos y recomiendan que ese sea único alimento que reciban durante los primeros seis meses de vida. Esto, ya que sería “segura y limpia y contiene anticuerpos que protegen de muchas enfermedades propias de la infancia”. 

Sin embargo, ese supuesto estaría puesto en duda tras un estudio realizado en España que encontró presencia de contaminantes ambientales en más del 80% de la muestra utilizada para la investigación. 

Un equipo de científicos del centro de Epidemiología y Salud Pública del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada analizó la concentración de mercurio, plomo, cadmio y arsénico en 242 muestras de leche obtenidas entre 2015 y 2018 de 83 madres donantes del Banco de Leche del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada.

Dentro de algunos factores socio-demográficos, reproductivos y de estilos de vida que se recogieron en la muestra, cabe señalar que las mujeres tenían una edad media de 33 años, 46% de ellas ya habían tenido varios partos y un 42% provenían de áreas urbanas. Cabe destacar también que 47% de las mujeres eran ex fumadoras y 31% tenía sobrepeso u obesidad.

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Así, los resultados del estudio arrojaron la presencia de arsénico en 97% de las muestras, 81% tenía mercurio, 51% plomo y 38% cadmio. Todos estos metales son contaminantes ambientales a los que comúnmente está expuesta la población a través de la dieta, y están asociados con diversos problemas de salud, principalmente cuando la ingesta ocurre en el embarazo o en los primeros años de vida. 

El arsénico, por ejemplo, con exposiciones prolongadas puede provocar -a largo plazo- cambios de pigmentación y lesiones cutáneas, distintos tipos de cáncer, problemas de desarrollo y enfermedades pulmonares o cardiovasculares. Este elemento fue mayormente detectado en leche de madres primerizas. 

Por su parte, los hallazgos de mercurio fueron elevados en mujeres con mayor consumo de pescado graso y carne, al contrario de quienes consumen más lácteos. 

El plomo, en cambio, fue detectado en su mayoría en mujeres que ya habían tenido embarazos y también -aunque en concentraciones más bajas- en exfumadoras y quienes ganaron peso tras el embarazo.

Nicolás Olea, uno de los investigadores, señaló que “sería necesario monitorizar de forma rutinaria la presencia de estos tóxicos ambientales en la leche y dar recomendaciones sobre hábitos saludables a las madres donantes”.