Su primera temporada en Netflix cuenta con 10 capítulos de apenas 15 minutos, lo que le permite ser una serie rápida de mirar y una alternativa entre todo el animé en la cartelera.

Aggretsuko o Aggresive Retsuko está situada en un Tokio poblado por animales antropomórficos, a lo Bojack Horseman pero kawaii; y cuenta la historia de Retsuko, un panda rojo que trabaja en una aburrida oficina de contabilidad.

Tiene 25 años, vive sola y pasa su vida tratando de descansar de lo horrible que puede llegar a ser su oficina, su trabajo y por sobre todo sus abusivos compañeros de trabajo.

Su deseo más grande es poder encontrar un trabajo menos estresante y dejar de ver a sus compañeros, que francamente son imposibles. Su jefe es un cerdo que no tiene talento alguno más que mandar y obligarla a hacer horas extras mientras la denosta por ser mujer, hay una hipopótamo que se pasa todo el día molestando a sus colegas, pero no trabaja en ningún momento de hecho nunca se le ve trabajar y es todo un misterio lo que hace, de vez en cuando molesta a Retsuko mostrándole fotos de sus familiares hasta sacarla de sus casillas porque no la deja trabajar tranquila.

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También está la cervatilla que es adicta a las redes sociales y se cree una influencer, postea fotos de sus comidas y da mensajes motivacionales a sus seguidores mientras busca el mejor ángulo para mostrar sus piernas junto a una botella de agua.

Toda esta situación no hace más que frustrarla al máximo, así que busca una especie de motel-karaoke después del horario laboral, que por cierto nunca es igual porque la obligan a hacer horas extras. Entra a una de sus habitaciones y ahí desencadena toda su ira en clave death metal dedicando estrofas a sus mediocres colegas.

Precisamente esta es la mayor gracia de la serie. Todo parece muy tierno, los dibujos obedecen a la estética kawaii y las voces son como las de cualquier caricatura japonesa; hasta que llega el punto boiling point y ahí es cuando el death metal llega a tus oídos.

Esta serie tiene ese mismo estilo explosivo que se veía en Pucca, pero con una vuelta musical que contrasta su estética, muy a lo Babymetal.


Todo es bastante cómico, desde los malos entendidos, las discusiones o las situaciones en las que Retsuko sólo quiere salir corriendo por alguna torpeza en la que sin querer se vio envuelta; y otro de sus puntos fuertes es que todos nos podríamos sentir identificados con ella; es una panda a la que cualquiera le puede entregar su amor, sus pensamientos son compartidos por el espectador en orden de aparición de personajes, se van reconociendo uno por uno, y sobre todo porque relata momentos reales de la vida fuera de la pantalla, esa en la que te toca conversar con gente en el trabajo y te das cuenta de que preferirías estar acostado o ir al cine solo, o directamente extrañas la sensación y la comodidad que te entrega estar solo.

Uno de sus problemas es el argumento. Lamentablemente esta cotidianidad prevé la mayoría de los posibles escenarios en los que termina la explotada panda roja.


Esta es una de esas series a las que le debes dar una oportunidad, hasta al menos el tercer o cuarto capítulo, ya que en este formato tan corto es posible ir avanzando e ir insertando tu vida en la pantalla, un ejercicio divertido, rápido, liviano y por sobre todo una buena manera de pasar una de tus tardes.