A pesar de que hace 40 años alertó sobre las consecuencias del calentamiento global en el ecosistema marino, la comunidad científica ignoró su teoría. Hoy sus postulados ya se están materializando y figura como el especialista en pesqueras más citado del mundo. En conversación con POUSTA desde Columbia Británica, Canadá, analiza este escenario tanto en Chile como a nivel internacional, además de detallar los efectos de la escasa regulación estatal al sector privado.

Cuando el biólogo marino franco-canadiense, Daniel Pauly, publicó su Gill-Oxygen Limitation Theory (GOLT) hace cuarenta años, una teoría en la que aborda cómo las altas temperaturas afectan en la reducción del tamaño de los peces y por qué estos se mueven en dirección hacia los polos con el calentamiento global, la comunidad científica no le prestó mayor atención.

“Nadie se interesaba por estos temas en los años setenta y ochenta, pero ahora tenemos una alerta global y los peces son cada vez más pequeños, así que hay un interés renovado”, relata el académico en entrevista con POUSTA, quien ha seguido investigando esta situación en el transcurso del tiempo, “actualmente, en Chile hay peces que antes estaban en Perú y allá hay otros que antes estaban en Ecuador, lo mismo con otros que pasaron de Brasil a Argentina y así sucesivamente”.

Asimismo, el reciente expositor de la presentación Aguacalipsis en Congreso Futuro 2022, instancia que reunió voces de reconocimiento internacional en diversas áreas, dice que esos movimientos también han generado que “la Antártica esté invadida por cangrejos, frente a los cuales otros animales quedan completamente indefensos”.

Hoy el científico, quien es especialista en el estudio de las pesqueras y es cofundador de la base de datos FishBase, la cual reúne información acerca de más de 34.700 especies de peces, figura como el más citado del mundo en esta área, mientras que también se desempeña activamente en organizaciones internacionales por el cuidado del ecosistema marino, tales como Oceana, en donde es parte del consejo de administración.

En entrevista con POUSTA, Pauly analiza el escenario actual en Chile y el mundo, y comenta cómo las escasas regulaciones al sector privado han influido en una crisis medioambiental que se agudiza progresivamente.

¿Cuáles son sus impresiones sobre el desastre petrolero que acaba de pasar en Perú?

El problema con la contaminación de petróleo o ese tipo de fluidos similares a la gasolina, es que pueden evaporarse y que ensucian las playas. Debajo de cada roca quedan rastros y, dependiendo de la temperatura, podrían perdurar ahí por una o dos décadas, incluso más. En los trópicos, este se evapora y seca, mientras que en el frío, se mantiene y sigue contaminando, tal como lo vimos hace un tiempo en Alaska. El costo de Perú es que el lugar está y seguirá contaminado, mientras que si usan dispersante para sacar el petróleo, luego será más tóxico. Si te das una vuelta por el estado norteamericano que mencioné, el petróleo sigue ahí en las playas, tuvieron que dar vuelta las rocas y echar dispersante.  Esa suma esterilizó la vida por un largo tiempo”.

La producción de salmón ha aumentado en Chile durante los últimos años, pero también vemos que factores como el uso de antibióticos disminuyen sus condiciones de vida. ¿Cree que una estricta regulación estatal pueda ser efectiva para remediar esta situación? 

Mientras esté a su alcance, las compañías harán todo lo que puedan, pero si son estrictamente reguladas, deberían respetar la ley, ya que si no te impones con restricciones, lo usarán a su favor. En su país son escasas y hacen un gran daño, mientras que en Noruega son muchas y vemos una clara disminución. Acá, en Columbia Británica (Canadá), contaminan y usan drogas ilegales de todos los tipos para matar a especies como el salmón, además de asesinar a mamíferos marinos que aparecen para comérselos. Eso también es ilegal, pero igual lo hacen”.

También se reportan numerosos escapes en las pesqueras chilenas. Según cifras de Sernapesca, solo entre 2010 y 2020 se registró la huída de 5 millones de salmones en un total de 73 eventos distintos. ¿Cómo interpreta esta situación?

“Dicen que son ‘escapes’, pero no lo son, en realidad son liberaciones. Lo hacen porque a medida que crecen, las jaulas deben tener mayores medidas de cierre para que el agua pueda evacuar toda la suciedad que los salmones producen. En este sentido, los más pequeños salen por ahí, debido a que no aumentan los tamaños de las celdas, pero no es que estén escapando en contra de sus dueños, simplemente los dejan ir”.

¿Cuál es el objetivo de esa liberación?

“Es parte de una operación estándar en la que usan los ‘escapes’ como argumento, para así mantener a los peces más grandes en vez de a los pequeños. Esta producción de salmón es a costa de otros peces, como la sardina o el jurel. Incluso, las primeras ya no están disponibles para el consumo en Chile y esto afecta mucho, mientras que simultáneamente, se explota al salmón para llevarlo hacia los países del norte. Ese es el tipo de políticas que hacen que algunas personas sean muy ricas y que la mayoría de la gente no se beneficie de ello”.

Usualmente, los defensores de este mercado aluden a la cantidad de empleos que genera la industria.

“Sí, ofrece algunos puestos de trabajo, pero la destrucción de la población de peces que podría ser consumida directamente allá o sacada para exportar, es una pérdida para Chile y una ganancia solo para ciertas personas. Esto se debe a que se han establecido en el poder político. Esa es la situación en la que ustedes están, pero también ocurre en, por ejemplo, Noruega, en donde la regulación gubernamental se ha distorsionado para estar al servicio de la industria”.

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¿Podría profundizar más en este último punto?

“Por ejemplo, allá pescan krill en la Antártica y no lo van a buscar en medio del océano porque lo necesitan en sí, sino porque lo usan como comida para la pesca de atún. Los atunes no podrían hacer eso por sí mismos, por lo que están haciendo agujeros en la cadena alimenticia. El interés de esta corporación salmonera se está comiendo todo lo demás. Tanto en Noruega como en Chile, hay un factor político dominante, mientras que aquí en Columbia Británica no hay límites, hacen lo mismo que allá, se mueven de áreas que ya contaminaron hacia otras que no lo están, esto es como un cáncer en crecimiento”.

En esta relación entre el poder político y el económico. ¿Cree que se puede llegar a un punto en el que las industrias pesqueras funcionen de manera autónoma y responsable con el ecosistema?

En países como Chile, que tiene una democracia nominal, tenemos el problema de que la ciudadanía no puede controlar a la industria privada, porque cuando lo haces, inmediatamente se habla de socialismo y comunismo, no hay opción de decidir cómo deben ser administrados los recursos naturales, porque siempre hay un gran CEO, empresa o partes involucradas que toman estas decisiones e, incluso, desafían a la autoridad política. Es un problema que no está resuelto y que si no lo resolvemos rápido, vamos a tener complicaciones aún más grandes con el cambio climático, porque las industrias fósiles, como la de la gasolina, están haciendo la misma destrucción. En la Patagonia tienen un hoyo en el planeta”.

¿Dónde queda la pesca artesanal en este escenario?

“Las grandes pesqueras se jactan de su productividad, pero actualmente, las artesanales de menor escala también pueden generar el mismo pescado. Las políticas gubernamentales de territorios como Chile y Columbia Británica tienden a favorecer la concentración en la pesca y otras industrias, ya que cuando se tiene poder económico, también se tiene poder político y por lo tanto se puede comprar representación en el Parlamento. Básicamente, los recursos públicos han sido destruidos y, por lo general, no están bien representados para luchar en este contexto, es difícil”.

¿Lo considera como un aspecto generalizado en el sector público?

“Usualmente, algunos partidos de izquierda recogen esto, pero la mayor parte de la lucha es desde organizaciones no gubernamentales. Me uní a Oceana hace muchos años, porque pienso que las ONGs son una de las herramientas que tenemos para pelear en contra de esta concentración del poder. En Chile dieron un giro cuestionando el modelo de sociedad, por lo que hay una oportunidad de que vuelvan a ser un país esperanzador para Sudamérica”.

¿Considera que el país estuvo en esa categoría en algún periodo?

“Chile intentó hacer esto antes con Salvador Allende y fue destruído por los norteamericanos y los militares, con la representación de Augusto Pinochet. No creo que actualmente se dé el mismo caso, pero el sabotaje económico en esa época fue porque no les gustaba eso, hay una oligarquía que no quiere grandes impuestos y que se niega a participar en la actividad económica de otros países, a no ser que ellos la dominen completamente”.

¿Cómo ve esta situación en la actualidad?

“Creo que su nuevo presidente (Gabriel Boric) podría tener complicaciones. Espero que tenga éxito y que no se acerque al problema de la piscicultura para caer en él, sino que más bien, se genere discusión e imaginen un nuevo mercado, ya que no están bien parados en ese sentido. No los tienen de la manera en que deberían tenerlos, antes tenían jurel, sardina y más. Todo esto se debe al sacrificio de peces para la industria del salmón y el precio es que no hay más para que la gente pueda comer”.

En diversas ocasiones, ha dicho que el futuro de la pesca debe ser artesanal. ¿Es posible de concretar en este sistema?

“La cuestión es que para que sea real, debe ser explotada por los propietarios. Si tienes una empresa con veinte barcos, esto no es pescadería artesanal, es una industria de pesca con pequeños barcos. El punto es que un artesano maneje una operación pequeña, lo que implica que los botes sean operados por sus mismos dueños. En algunos países europeos, como Dinamarca, esto es ley, deben ser operados por los propietarios y si un pescador no quiere salir a pescar, simplemente no puede tener una embarcación”.

¿Cree que podrían entrar a competir con las pesqueras de gran escala?

“De repente podrían, pero los grandes están subsidiados, esa es la razón de por qué crecen cada vez más. Por ejemplo, esas usan fuel-oil pesado, el cual sí está subsidiado, mientras que las pequeñas usan gasolina, la cual no lo está. Ahí ya hay una ventaja frente a la cual no pueden competir. Otra es que las pesqueras de menor escala generalmente producen pescado de buena calidad, pero no tienen buenos espacios de desembarco, así que llegan a la playa en la arena y eso disminuye la calidad, mientras que las grandes tienen puertos diseñados para eso. Si no se redirigen los subsidios, no habrá cambios”.

Respecto al calentamiento global y sus consecuencias en el ecosistema marino, un factor que describe en la Gill-Oxygen Limitation Theory, ¿cómo se puede enfrentar este escenario?

La única manera con la que podemos actuar es preocupándonos de esta transformación, a través de la reducción de emisiones y eso debería aplicar para todos los países, porque todos tenemos una atmósfera común. Si bien existen medidas como el Acuerdo de París de la COP, también necesitamos la labor de las ONGs, porque sin ellas, nadie hará nada. Ahora mismo ya podemos ver una transición, en la que territorios como Noruega están forzando a su población a tener autos eléctricos. Aún así, todos los países tienen un sector político que está en contra de estas acciones, como los republicanos en Estados Unidos y, estoy seguro, de que los conservadores chilenos también, eso es un problema.

El especialista hace un llamado urgente sobre esta situación:  “Podemos perder todo lo que tenemos. No estamos ahí ahora, pero si no lo manejamos para que las personas se involucren con entendimiento, es lamentable pensar que ese pueda ser el futuro de la humanidad y el planeta.

Revisa la exposición de Daniel Pauly en Congreso Futuro 2022 a continuación: