Alberto Rodríguez, Director del Banco Mundial: “El millennial plantea un cambio en la educación”

Conversamos con el Director del Banco Mundial para Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela sobre cómo las nuevas generaciones están cambiando los esquemas de la economía.

El Director del Banco Mundial para Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela, Alberto Rodríguez, estuvo en Chile en el marco de la cumbre de la Alianza del Pacífico la cual tuvo su enfoque en los jóvenes.

Si hasta la década de los 80 lo común era ingresar al mundo laboral para hacer carrera prácticamente hasta jubilar dentro del mismo trabajo, el panorama actual es muy distinto. Las nuevas generación tienen otra forma de enfrentar el mundo laboral y la filosofía de ir cambiándose de trabajo como quien cambia de peinado hasta encontrar uno que se acomode a sus igual de cambiantes expectativas parece ser la ley.

El Banco Mundial y su Director para Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela, Alberto Rodríguez están al tanto de esta realidad y tienen su foco puesto en los jóvenes de Latinoamérica ante el nuevo escenario.

Rodríguez cuenta que siempre quiso dedicarse a la educación. Por lo mismo se especializó en eso después de haber sido estudiante ingeniería, llegando a ser Secretario Técnico de Educación de Colombia del presidente Ernesto Samper a la edad de 31 años. Luego de dos años en el cargo, llegó al Banco Mundial, organización de la cual ahora es el Director, en la denominada Región Andina de Sudamérica.

Rodríguez el pasado miércoles 31 de mayo estuvo en Chile para ser parte de la Cumbre de la Alianza del Pacífico, organización de carácter económico que agrupa a Chile, Colombia, Perú y México. Para Rodríguez, estos foros son interesantes por ser la oportunidad para que los jóvenes de los cuatro países pongan su agenda y comenten sobre sus temas de interés.

El millennial quiere experiencia, quiere viajar, quiere vivir en distintos países, quiere cerrar una empresa y abrir otra, etc. Eso es muy válido, pero plantea un cambio en las habilidades y conocimientos que los jóvenes tienen que recibir.

En esta oportunidad el tema de la empleabilidad fue uno de los más tratados y bajo esta situación el foro invitó tanto a autoridades del sector público como del sector privado con el fin que los jóvenes presentes tuvieran la oportunidad de un intercambio de ideas con ellos y conversar entre sí sobre los desafíos que enfrenta cada nación. En este sentido. Según el propio Rodríguez, “es importante que esté presente la empresa privada porque queremos que hagan compromisos reales y específicos. En el foro 34 empresas se comprometieron a ofrecer más de 18 mil pasantías para jóvenes y eso es un buen punto de partida. Falta mucho por hacer pero es un buen punto de partida”, aseguró.

Actualmente hay una realidad muy distinta quizás de la de hace 20 años en la que alguien entraba a una empresa y jubilada ahí. Ahora los jóvenes tiene otra forma de moverse en lo laboral, más inestable ¿Cómo enfrenta eso el Banco Mundial? 

Efectivamente hoy en día el tiempo promedio que una persona dura en un empleo es de cinco años, pero si es un millennial esto baja a 2.8 años. Nosotros venimos apoyando reformas educativas en muchos países en las que a lo que apuntamos es a que los países comprendan más. Las habilidades y conocimientos que los jóvenes necesitan son habilidades flexibles, es decir, la oportunidad de comunicarse claramente, de resolver conflictos, la oportunidad de trabajar en grupo, más que habilidades técnicas profundas. Básicamente el argumento es que una persona sale hoy al mercado de trabajo y va a trabajar entre 12 y 15 empleos diferentes en su vida laboral. Necesita aprender todo el tiempo.

¿Eso antes no pasaba?

Eso no pasaba antes. Es más, en la época en que yo crecí tu papá te decía vincúlate a una empresa y has carrera en la empresa. Eso no existe hoy. A los millennial hoy eso no les importa. El millennial quiere experiencia, quiere viajar, quiere vivir en distintos países, quiere cerrar una empresa y abrir otra, etc. Eso es muy válido, pero plantea un cambio en las habilidades y conocimientos que los jóvenes tienen que recibir.

¿Cómo enfrenta eso el Banco Mundial?

El Banco Mundial lo enfrenta haciendo dos cosas. Nosotros tenemos evidencia internacional de que para que el joven pueda salir a tener esa flexibilidad laboral tiene que tener dos características. La primera es que tiene que tener una educación básica muy sólida, no es posible aprender nuevas técnicas, aprender algo nuevo si tú no sabes leer ni escribir. Las pruebas PISA, que son las pruebas internacionales de educación, muestran que en Latinoamérica muchos niños de 15 años no saben leer ni escribir. O saben leer, pero no entienden lo que leen. Eso es una preocupación enorme porque algunos países están aplicando una educación dual temprana, es decir, que a ti a los 15 años te llevan a una educación técnica para volverte electricista o mecánico, y eso es muy peligroso, si el niño no sabe leer o escribir bien.

¿Por qué?

Porque si ese niño no sabe escribir y leer bien y se vuelve mecánico, el día que se acabe el empleo de mecánico no tiene ni un instrumento para aprender otro empleo, queda obsoleto y va a depender por el resto de su vida de la seguridad social. No solo queda obsoleto sino que tampoco puede renovarse. Nunca aprendió a leer bien, no sabe leer un manual. Ese es el primer punto, una educación básica de calidad como punto de partida. A partir de ahí, es importante que la educación le de habilidades para aprender, porque lo que van a hacer los chicos al graduarse es aprender más y van a tener que aprender cada vez que se cambien a uno de esos doce o quince empleos que van a hacer. La educación primaria es fundamental para aprender a leer. Primero tenemos que asegurarnos que los chicos aprendan a leer bien y luego que usen eso para aprender. Ya no solo en la educación formal, sino que cuando llegan a la empresa, cuando están en el mercado de trabajo. Muchas de las habilidades se aprenden ahí.

En Chile hace poco se implementó la reforma educacional ¿Cómo la ve? ¿Logró su objetivo?

Partamos de los siguiente, Chile es un país que por muchos años presentó un crecimiento económico extraordinario, sólido y trabajando muy fuerte hacia la diversificación. A pesar que hoy el 48% de las exportaciones son cobre, Chile es un país medianamente diversificado y en el que hay valor agregado. Esto le reportó por muchos años crecimiento económico y la oportunidad de ser el país bandera en desarrollo y crecimiento en todo el continente, pero ese crecimiento económico no tuvo el esperado impacto en la inequidad. El país crecía y crecía, los ricos se volvían más ricos, pero la inequidad persistía.

¿Entonces qué provocó proponer esta reforma educacional?

Creo que la llegada de Michelle Bachelet a este segundo gobierno resultó de una decisión política motivada por los mismos jóvenes que exigen un cambio en ese modelo. Empezar a entender la equidad y las oportunidades como algo muy importante y no solamente como un corolario del crecimiento económico. Esto surge de las protestas en las calles de los jóvenes que a diferencia del resto del continente, ya no eran protestas de los más pobres, ya no era una población que sale a reclamar por agua. Ahora eran los jóvenes de secundaria y universitarios que comenzaron a descubrir que tuvieron la oportunidad de estudiar, con una educación no excelente pero si aceptable, pero no hay empleo. Ese clamor de la clase media chilena, que comenzó durante el gobierno de Sebastián Piñera, caló fuerte en el proceso electoral y político y resultó en la elección de Michelle Bachelet.

¿Que resultado consiguió?

El resultado de eso fue una propuesta nueva que, básicamente, promovió un cambio en el contrato social. Chile vivió un contrato social desde el 73 que era bien diferente y en el que se premiaba la competencia, la individualidad, el logro personal. Ese contrato social le dio excelentes reductos a Chile; el país creció, se desarrolló, dejó atrás a muchos países latinoamericanos en ese proceso, pero la inequidad persistió y eso es muy preocupante. La Presidenta Bachelet quiso cambiar ese contrato social pensando en la responsabilidad social, pensando que hay gente que no tiene las mismas oportunidades y entendiendo que la educación estaba en el centro de ese desafío. Creo que como resultado la Presidenta lanzó una reforma profunda pero controvertida. La gratuidad en la educación superior representó una propuesta audaz que rápidamente generó controversia y que se enmarcó en un contexto económico cambiante. En efecto, mientras esta propuesta tomaba forma, el país enfrentó la caída significativa de los precios internacionales de los commodities, resultando en que los ingresos del país cayeron, cayó la confianza de los ciudadanos en la economía, cayó el consumo y la economía se desaceleró. En este contexto, lanzar una reforma social que implicaba importantes costos fiscales para el Estado resultaba muy complicado. Esto animó a las voces de oposición que decían que esta reforma era irresponsable.

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