El mundo se estremeció tras ver el Amazonas ardiendo sin control. La actitud de Bolsonaro fue poco conciliadora al culpar organizaciones europeas infiltradas que según sus palabras, “Quieren hacerse con los recursos naturales de Brasil”.

Comenzó entonces, una crisis diplomática entre Brasil y diferentes países del viejo continente (como ocurrió con Francia), mientras que otros apoyaron al presidente de ultraderecha de forma abierta (Sebastián Piñera fue uno de ellos).

Pero mientras la crisis social de Chile estalló poco después del incidente, el fuego continuaba su curso y meses después, podemos tener idea de un catastro respecto a los daños cuantitativos de la situación.

La deforestación causado por el actuar humano y los posteriores incendios provocaron la pérdida de más de 9 mil hectáreas, equivalente al 30% del total de la selva más grande del mundo catalogada como el último pulmón verde de la tierra.

Greenpeace denunció la reducción de medios para combatir la deforestación desde la llegada de Bolsonaro al poder. “Su gobierno está echando a la basura prácticamente todo el trabajo realizado en las últimas décadas por la protección del medio ambiente”, afirmó Cristiane Mazzetti, de la campaña Amazonía de la organización ecologista.

La WWF también dio la señal de alarma. “Cerca de 20% de la Amazonía ya fue destruida y la selva se acerca al punto de no retorno, en el cual la Amazonía se convertirá en una sabana”, escribió el director ejecutivo de esa entidad en Brasil, Mauricio Voivodic.

Pará: el estado brasileño más perjudicado por la deforestación.

El ministro de Ambiente de Brasil, Ricardo Salles, dijo en una conferencia que “el aumento de la deforestación muestra la necesidad de una nueva estrategia para combatir la tala ilegal, la minería y la ocupación de tierras”.

Salles anunció también que se reuniría con los gobernadores de los estados amazónicos este miércoles, para debatir medidas contra la deforestación, según consta BBC Mundo.