Una aproximación carnal a la realidad de Venezuela.
Por Josecarlo Henríquez
En las ultimas orgías o tríos que he tenido me di cuenta de algo: la mayor parte de los venezolanos que he conocido son de derecha. Aman a Piñera y muchas veces me han “retado” diciéndome “deberías estar orgulloso del país libre que tienes”.
Cuando veo en la TV las noticias sobre Venezuela me pasan cosas. No sé qué tipo de cosas me pasan, pero no logro quedar indiferente… como con las noticias de accidentes de tránsito.
Maduro no me parece un héroe, tampoco creo que sea el real enemigo de Latinoamérica, pero cuando me junto a follar con algún amante venezolano me cuentan su versión de la vida estando allá, naciendo allá, sobreviviendo allá, en el barrio alto de alguna ciudad de la socialista Venezuela.
No creo que el régimen político de ese país sea el mejor de los regímenes, pero me causa sospecha que los noticieros y el mundo entero se esfuercen en oscurecer tal Gobierno cuando yo no veo en Chile con claridad lo que sucede con Sebastián Piñera, ni mucho menos en los gobiernos de ultra derecha que son los que gobiernan en Estados Unidos con Donald Trump y Brasil con Bolsonaro, en este mismo momento.
Una noche me quedé con un amante venezolano y luego de culiar nos pusimos a conversar. No era mi intención discutir, pero algo teníamos que conversar, entre las típicas preguntas de “a que te dedicas”/“donde naciste” le pregunté qué opinaba del presidente de su país. Su rostro y voz cambiaron. Yo estaba siendo un grosero, según él. Porque yo no había vivido a Maduro. Que la injusticia y el hambre en Venezuela no tenía nada que ver con mi vida en Santiago.
Entonces le hablé de Brasil con sus obligados “niños azules y niñas rosadas”, de Argentina con su presidente “anti-putas” y de los senadores evangélicos en Costa Rica. Porque yo entiendo que no vivo en Venezuela y que mi opinión de su crisis no importa tanto como importan las opiniones de los venezolanos en Chile. Pero me llama la atención que sean fervientes fieles de Piñera. Yo le explique el odio hacia nuestro presidente, de las violaciones a los derechos humanos bajo este Gobierno y aún así no hay nadie “autoproclamándose” presidente. ¿Por qué no? A mucha gente en Chile este gobierno le parece una dictadura y ojalá nos apoyaran tanto como apoyan la oposición de Maduro.
No quisimos volver a culiar. Todo se tornó amargo y él inevitablemente tenía la razón. Luego vi la notica de la pareja homosexual quemada y el diputado gay brasileño amenazado de muerte. No entiendo nada. O lo entiendo y sólo me imagino un “recicle de temporada”: maricas encarceladas, asesinadas o exiliadas en pleno 2019.
Cuando veo las noticias me imagino los días cuando Allende era presidente. Elegido por el pueblo y luego un golpe militar que irrumpe esa elección. Una ultraderecha celosa porque no sabe jugar el juego de la democracia y solo la “libertad de expresión” les hace sentido cuando se trata de homenajear dictadores como Augusto Pinochet y Jaime Guzmán.
He tenido varios amantes venezolanos, pero nunca me había topado con uno tan defensor del neoliberalismo. Para él tal régimen económico podría salvar su país. Y eso era lo que agradecía del nuestro. Seguí hablándole de los evangélicos y le gustaban. Preferí meterme a la ducha y se puso junto a la tina a decirme que como yo no nací en la época de Allende no tenía idea de lo que hablaba. Ni Pinochet ni Maduro me pertenecen, según él.
Dejé el agua caer, que me limpiara, luego tenía un cliente y no podía llegar así de odioso a atenderlo. Después de todo, esto se trata de resistir “el recicle de la historia”. El 2019 en los 80. Una guerra fría, homosexuales encarcelados y los derechitas predicando contra el cáncer marxista/feminista. Me da miedo, me da risa, sobre todo miedo. Menos mal que aprendí a jugar con el miedo gracias a la prostitución. Quizás cuando salga Kast presidente me deba ir de viaje al extranjero con algún sugar daddy.