Análisis semiótico a Get Out y cómo el cine de terror nos prepara para el horror

Get Out se mueve en una esfera arraigada en el humano desde tiempos inmemoriales: el rechazo y la envidia hacia lo que no es parte de tu círculo cercano.


Hay algo excepcionalmente real en las películas de horror, una cosa que no todos los géneros fílmicos son capaces de tener claro. El horror, como lo define la RAE, es un “sentimiento intenso causado por algo terrible y espantoso”, cuyo objetivo es provocar una respuesta, ya sea física o sicológica, frente al miedo. Desde imágenes profundamente perturbadoras hasta momentos de tensión máxima apoyados por un soundtrack igual de claustrofóbico, el horror se alimenta de los problemas que la sociedad tiene frente a ciertos temas y siempre ha sido así.

La tradición viene del folclor que cada pueblo tiene frente a su propia historia y muchas veces también la religión jugó parte en las leyendas e historias orales que se contaban los miembros de un lugar. El terror, que es un sustantivo amplificado del horror y el término que en español usamos para referirnos al género, vivió una sofisticación a través de la pintura y la literatura, que devino, finalmente, en una concreción visual de los miedos. El cine, es y será, el mejor medio para expresar el terror.

Hoy, cuando ya han pasado más de 100 años de vida audiovisual, el terror occidental ha madurado tanto que estamos en una especie de, nuevamente, era luminosa del género. Recordados son los 80, con The Thing de John Carpenter, The Shinning de Stanley Kubrick o A Nightmare on Elm Street de Wes Craven, cada una con su particularidad (una con más sangre, otra con más ambiente o con deformidades por doquier), los 90 del terror sicológico o los 2000 del gore, estos últimos años de terror no han decepcionado. Y una de esas lecciones de maestría se acaba de estrenar en los cines del país: Get Out, el film debut del director y comediante Jordan Peele.

Get Out se mueve en una esfera arraigada en el humano desde tiempos inmemoriales: el rechazo y la envidia hacia lo que no es parte de tu círculo cercano. Chris (Daneil Kaluuya) es un fotógrafo que lleva un par de meses saliendo con Rose (Allison Williams) y tienen una relación birracial que jamás han cuestionado desde los parámetros de los colores de piel hasta que ambos llegan al acuerdo de que el novio debe conocer a la familia de la chica. Ambos son recibidos por Dean (Bradley Whitford) y Missy (Catherine Keener), un neurocirujano y una psiquiatra que se mueven con condescendencia blanca por la relación de su hija y con miembros de su servidumbre que, irónicamente, también son negros.

Los hechos que se develan en la hora y 40 minutos que dura la opera prima de Peele se mueven entre la comedia y el terror, ambas sensaciones provocadas desde la incomodidad. Henri Bergson, autor de La Risa, dijo alguna vez que “la comedia es un juego, pero un juego que imita la vida” y eso Jordan Peele lo entiende a la perfección. A través de los dos géneros es capaz de reflejar una realidad que no solo es parte de la ficción, sino de un país completo, que hoy es dirigido por un mandatario cuyos motivos ulteriores fueron los de apelar a un sentimiento nacionalista blanco para llegar al poder.

Pero Get Out no es el único film capaz de explorar de esa manera los temas actuales. It Follows, dirigida por David Robert Mitchell, le da una vuelta especial al tratar el tema de las enfermedades de transmisión sexual desde el terror, visionado como un espectro que te perseguirá hasta matarte a ti y con quienes te relacionas. Otro caso es The Love Witch, que le pide prestado mucho de la estética setentera, para presentarnos la problemática de género y como las concepciones anticuadas del amor y los roles son capaces de llevarte al asesinato.

Podríamos seguir analizando, incluso, a fenómenos como The Purge, violenta distopia de un mundo en que todos tenemos la posibilidad de una vez al año sacar nuestros demonios a la calle, o uno más antiguo como Hostel, de Eli Roth, y su paranoia hacia la brutalidad de lo ilícito, pero solo es una forma de dar y dar más ejemplos de como el terror, hoy y más que nunca, es el único género capaz de tomar las problemáticas humanas y ponerlas bajo una cruda luz para que las conozcamos.

Solo está en nosotros aceptarlo.

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