Un año después del atentado que afectó a la redacción de Charlie Hebdo, este medio pasó de ser un simple seminario satírico a un ícono de la lucha por la libertad de expresión y contra el fundamentalismo.
En el margen de esta conmemoración, hoy la policía de Francia mató a un hombre armado con un cuchillo que intentó irrumpir en una comisaría en el barrio Goutte d’Or, en el norte de París. El hombre –que llevaba un chaleco explosivo falso- amenazó a los agentes presentes y además gritó “Allahu Akbar” (Dios es grande) y los agentes le dispararon.
Con una edición especial de 32 páginas en vez de las 18 que tiene siempre, comenzaron hoy 7 de enero los diversos homenajes a las víctimas de los atentados contra el semanario Charlie Hebdo, el policía asesinado y las víctimas del supermercado judío al este de París. 16 muertos en total.
En la portada aparece un dios armado con un fusil y con la ropa ensangrentada bajo el título: “UN AÑO DESPUÉS, EL ASESINO SIGUE SUELTO”. Con su línea editorial controvertida y anti clerical, denuncian a los “embrutecidos por el Corán”, a los “culos bendecidos oriundos de otras religiones” que habían anhelado la muerte de la publicación porque “osaba a reírse de lo religioso”. Riss, el director del medio, se mandó una declaración para apagar el fuego con bencina: “las convicciones de los ateos y de los laicos pueden desplazar muchas más montañas que la fe de los creyentes”.
En 2006, cuando Charlie publicó las caricaturas de Mahoma, nadie pensaba seriamente que todo esto terminaría en violencia. (…) Veíamos a Francia como una isla laica, donde era posible divertirse, dibujar, reírse sin preocuparse de los dogmas, de los iluminados (…) desde ese entonces muchos esperaban que viniesen a matarnos (…) Al final de cada año, nos maravillábamos porque aún estábamos con vida.
Este número especial, con dibujos de los ilustradores fallecidos y mensajes de apoyo de diferentes personalidades, no estuvo exento de polémicas. El Vaticano manifestó su molestia a través de la prensa oficial de la Santa Sede, reprochando la violencia en nombre de la religión: “UTILIZAR A DIOS PARA JUSTIFICAR EL ODIO ES UN VERDADERO BLASFEMA” (¿La dura?).
Este semanario fundado en 1966 por François Cavanna, después del atentado fue perdiendo fuerzas. Miembros de la redacción afirmaban que había perdido la esencia porque si reían se sentían culpables por todo lo sucedido y de hecho, un histórico del equipo que sobrevivió al ataque dejó su trabajo por la extenuación provocada por su tratamiento psiquiátrico y psicológico y por problemas de inspiración causados de tanto dibujar a Mahoma. Este hombre es Luz Pelloux, el dibujante responsable de la portada del primer Charlie Hebdo publicado después del atentado; una edición especial “de los sobrevivientes” que logró vender 7,5 millones de ejemplares en el mundo.
Paralelo a esta situación, hay otra batalla al interior de la revista. En marzo del año pasado, 15 miembros de la redacción firmaron una carta publicada en Le Monde donde denunciaban el funcionamiento de la revista y de paso, exigían que se constituyera en una sociedad cooperativa, repartiendo las acciones en partes iguales. Hasta el momento nada eso ha pasado, la revista es propiedad del nuevo director, Laurent Sourisseau-“Riss” (70%) y del director financiero, Éric Portheault (30%).
Y es que luego del 7 de enero del 2015 los beneficios registrados por sus ventas son increíbles. Actualmente se venden 100.000 ejemplares semanales (antes de la tragedia no llegaban a los 30.000), se le suma a esto los 4,3 millones de euros procedentes de las donaciones particulares además del millón de euros otorgados por el ministerio de Cultura francés. Charlie Hebdo cuenta con cerca de 200.000 suscriptores, antes con suerte llegaban a los 10.000 {$onido de caja registradora}.