#NoTenemosMinistra fue un lema ciudadano que tomó tanta fuerza con Isabel Plá como con Macarena Santelices.

Para un gobierno testarudo si de otras opiniones se trata, un “la tercera es la vencida” no sonaba muy esperanzador.

Pero en general somos gente de fe y esperábamos que esta vez eligieran a la mujer indicada para comandar el Ministerio más sensible de todos, o desde nuestro conformismo, a alguien que por lo menos no fuese tan terrible.

Pasa que después de haber elegido a una simpatizante de la dictadura que violó y torturó a mujeres de las peores formas posibles, esperar una elección que pensara genuinamente en la protección de las mujeres por sobre el cuoteo político, esta vez, ya era ser muy ingenux.

Y no pasó.

Porque al Gobierno al parecer nuevamente le importó más cumplir una deuda con la UDI, que proteger a las mujeres.

Mónica Zalaquett ha tenido cierto peso en la esfera política, sí. Trabajó en las candidaturas de su hermano Pablo Zalaquett y Pablo Longueira.

Fue diputada entre 2010 y 2014 y hasta ayer era subsecretaria del Ministerio del Turismo. Pero mucha gente no sabe quién es, así que acá te la presentamos. O te la recordamos.

Periodista de la Universidad de los Andes y egresada de Ciencias Políticas de la Universidad del Desarrollo, realizó un diplomado en gestión de campañas políticas en American University (Washington D.C) y cursos de marketing en Nueva York y Rotterdam, entre otros.

Disculpe ministra, pero para este cargo la gente exige algo más que estudios bien pagados.

Así que vamos a lo importante.

Mientras era diputada UDI, en 2010, fue contraria a la iniciativa de Evelyn Matthei, en ese entonces senadora: “Éste podría ser el primer paso para que se apruebe el aborto total y sin distinción”, dijo Mónica, en relación a la discusión por el aborto terapéutico en casos extremos, es decir, cuando la vida de la madre estuviese en peligro.

“No quiero que en Chile pase lo que sucede en Europa, donde se aborta por el simple hecho de tener Síndrome de Down”, mencionó esa vez, ignorante o malintencionada por desinformar, la ahora nueva ministra de la Mujer.

Ese mismo año, votó en contra del proyecto del postnatal de seis meses para las mujeres. “Lo que nosotros rechazamos no fue el postnatal de seis meses, sino, el empujar a la mujer chilena a una guillotina laboral”, justificaba en ese entonces.

En 2011, presentó orgullosa junto a otros parlamentarios UDI un proyecto de Ley derechamente contra el matrimonio igualitario.

Recordemos que hablamos de una especialista en comunicación y marketing.

O retrocedamos a uno de sus dichos más terribles, cuando romantizó el caso de Belén, una niña de once años que quedó embarazada de su violador. “Hay gente que madura a una edad y gente que madura a otra”, dijo esa vez en 24 Horas.

También salgámonos del género y hablemos de ética general.

En 2018, Mónica fue acusada de nepotismo por el cargo de su hija, Nicole Garafulic Zalaquett, como asesora en el Ministerio del Interior, con un ingreso de 3,4 millones mensuales y, según decían, poca capacitación para el cargo y un “trato especial”, denunció El Mostrador.

Como un déjà vu, esta mañana Piñera dijo en su discurso: “Esto no es una lucha que deba dividir a hombres y mujeres. Sabemos que Chile será un mejor país para hombres y para mujeres cuando en Chile se destierren todas las discriminaciones”.

Casi calcado a lo que expresó en el nombramiento de Macarena Santelices, hace poco más de un mes.

Porque sigue pensando que el feminismo es una amenaza, una guerra entre géneros.

Y porque a partir de esa conveniente ignorancia, volvió a elegir a alguien que no representara “ese feminismo”, el feminismo real.

O sea, a alguien que crea que en el suyo. Alguien, más bien, machista.

Alguien como Plá, como Santelices.

Alguien como Zalaquett.

Mónica Zalaquett.