¿Has desconfiado después de salir con pastillas en la mano tras 10 minutos en la oficina del psiquiatra? Los planteamientos de la antipsiquiatría pueden resultarte interesantes.
“Hace por lo menos mil años que hay psiquiatría. Desde el mundo árabe cuando se inauguraron los primeros hospitales público, existe la psiquiatría, entendida como una parte de la medicina, como un modelo médico de la alteración del comportamiento. Y desde entonces siempre ha habido lo que se podría llamar la antipsiquiatría. Siempre han habido movimientos que plantean alternativas a la corriente principal. Es una larga historia, hay una corriente principal de la psiquiatria, de tipo medico, y siempre han existido corrientes minoritarias, de tipo social, para explicar las alteraciones del comportamiento”, explica Carlos Pérez Soto, profesor de física, académico, seminarista, investigador de ciencias sociales y autor de varios libros sobre filosofía de las ciencias, epistemología, marxismo, filosofía política, historia de la danza, y antipsiquiatria.
En resumidas cuentas, alguien que bien vale la pena escuchar si es que eres de una de esas personas que ha entrado a una consulta psiquiatríca ya sea como adolescente o joven conflictuado y/o trabajador estresado o deprimido y salido en menos de 5 minutos con una receta y hasta una muestra gratis de pastillas en las manos sin que antes puedas haberte explicado totalmente, ni menos haber sido sujeto de un exámen médico que asegure que esas pastillas no te van a matar.
O digámoslo, si has entrado y salido en menos de 7 minutos de una consulta con una licencia de stress y pastillas en las manos pensando “Dios, que fácil fue”.
Si alguna vez has salido confundido de una consulta psiquiátrica pensando “este tipo ni me preguntó si mi plan no era venir acá en busca de pastillas para tomarlas todas” o “qué acaban de recetarme” o al menos un inocente “pero cómo tan rápido”, acá puede que encuentres alguna respuesta.
“Entre 1890 y 1940 existió un gran movimiento de psiquiatria social en Estados Unidos, que es el origen de las casas de acogida. Sin embargo, la psiquiatría no considera ese movimiento, aunque los que lo promovían y lo crearan fueran psiquiatras. Lo consideran como parte de la terapia ocupacional, que también tradicionalmente se ha preocupado de los locos“, sigue introduciendo Pérez.
“Yo diría que hay una antipsiquiatria, con ese nombre, en los años 60, desde el 56 al 80. Esa es una iniciativa de psiquiatras alternativos que se oponían al encierro manicomial, al modelo médico, al abuso psiquiatríco sobre los usuarios. A la privación de derechos, al maltrato, las terapias de shock, los electroshock y las terapias insulínicas”.
Sigue. Vamos.
“De los 90 en adelante, hay una antipsiquiatria nueva, que proviene de los usuarios. Si en los 60 querían una mejor psiquiatría, alternativa, la nueva quiere que no haya, es directamente anti. Es un reclamo ya no solamente contra el encierro o las terapias de shock, sino contra el modelo neurológico en que esta basada la psiquiatria. Contra el etiquetamiento de los diagnósticos, la brutalidad de los fármacos, y la estigmatización social de la locura. Surge de los usuarios, no de psiquiatras progresistas o sociales. Tiene que ver con que actualmente el problema que aborda la antisiquiatría, es un problema de salud publica masivo. Masivamente, los niños con déficit atencional, los adultos mayores, los niños en riesgo social, los presos, son sometidos a medicación psiquiatrica o psiquiatrizados en contextos que hace 50 años a nadie se le hubiera ocurrido. Entonces actualmente, hay movimientos de usuarios, que se hacen llamar víctimas o sobrevivientes, que abordan la antipsiquiatría desde un tema mas amplio, de salud publica”.
El discurso de la enfermedad
En general me da la impresión de que es una ciencia “nueva” y que se aplica muy confiadamente. Me explico, hoy encontramos una aberración una lobotomia o los electroshock, y quizá en unos pocos años vamos a pensar lo mismo de la farmacología. Es como que funciona por medio de ensayo y error.
Es efectivamente ensayo y error, se trata de técnicas “de moda” que descalifican como brutales a las anteriores, o les cambian de nombre. Por ejemplo hoy hay un auge extraordinario del electroshock, pero le llaman terapia electroconvulsiva, a la lobotomia le dicen psicocirugia, se han cambiado lugares, voltaje, dónde se aplica, cómo se aplica, nuevos protocolos, pero es electroschok básicamente. Permite destruir lugares del cerebro más acotados, pero es la misma lógica.
Usted ha planteado el sobre-diagnóstico y posterior medicación como control social, como que el descontento social es adormecido con fármacos.
Eso es objetivamente cierto, pero es problemático desde el punto de vista argumentativo, porque supone una especie de conspiración contra los ciudadanos. Es plantear que alguien estaría pensando en adormecer a la mitad de la sociedad, como cuando el Guasón quiere envenenar el agua de Ciudad Gótica con algún producto químico. Lo que hay es una congruencia entre cosas que resultan perfectamente funcionales unas a otras. Por un lado está la necesidad de los ciudadanos de afrontar el agobio que proviene de la crisis de la institución familiar, la precariedad laboral, el endeudamiento: existe esa necesidad. Por otro lado, el discurso medicalizador está en todos los ámbitos: el parto es un asunto medico, los dolores menstruales, la osteoporosis, hay una industria medica que te está asustando agobiando con problemas médicos, lo que se potencia porque genera en los ciudadanos un discurso de la enfermedad que les permite eximirse de ciertas cosas. La idea de yo haría bien mi trabajo, pero estoy deprimido. Están a punto de echarme, voy a presentar licencia medica. El discurso de la enfermedad sirve de refugio en una situación de agobio. En tercer lugar eso se potencia con los intereses de la industria farmacológica, que viene a aprovechar ese nicho de negocio y lo hace crecer intencionalmente, eso explica que la medicalizacion no solo proviene de la propaganda de la industria farmacológica, sino del discurso de los siquiatras, y también de los usuarios, que han aprendido a expresar sus problemas a través del discurso de la enfermedad. Esto quiere decir que no solo hay que pelear para ponerle limite a la industria, al discurso prepotente de los psiquiatras, sino que hay que dar una pelea para des-psiquiatrizar a los propios usuarios.
Humberto Maturana plantea el tema de la competencia, de rendir, del miedo a ser despedido, este hecho de trabajar a contrapelo, como algo que favorece al sistema. ¿A alguien le conviene que la gente llegue cansada y triste al trabajo, porque permite que se instaure una rutina de poco cuestionamiento?
En lugar de sugerir aunque sea indirectamente que a alguien le conviene, uno podría plantear que hay efectos no deseados de políticas que si convienen. Todo esto es efecto de la precariedad del empleo y los bajos salarios, que obligan al endeudamiento. Esto lleva a los trabajadores a competir entre sí para mantener el empleo. Es un sistema agobiante, estresante y eso tiene efectos no deseados, que es que una baja participación política, poco deseo de innovar o correr riesgos, aunque sean a favor del patrón. Todos se sienten perseguidos. Yo no creo que el neoliberalismo busque el agobio, pero es un daño colateral y es funcional a una cierta industria.
¿O sea que no es algo que el sistema busque, pero sí le conviene y además puede lucrar con eso?
Es curioso, porque el sistema capitalista tiene esas contradicciones, es decir, al sistema la industria del tabaco le hace daño porque hace disminuir las horas hombre, porque mucha gente se enferma de temas pulmonares. La industria del alcohol produce problemas en todas las demás industrias. La industria armamentista, o el tráfico de drogas ilegales, que es capitalista, no son funcionales al resto, son contradictorias porque echan a perder, por decirlo así, la salud global de la mano de obra. Eso no le conviene a los capitalistas, pero están ligados por el interés, por el lucro. Ellos no se defienden de las industrias no funcionales, sino que las aceptan por la libre competencia y lidian con sus efectos reemplazando trabajadores.
Todos sufrimos los mismos efectos, pero aún así sentimos que nos pasa solo a uno. Usted lo ha planteado como “sufrimiento subjetivo” ¿Podría elaborar al respecto?
Hay tres mecanismos ideológicos que funcionan en el discurso se la enfermedad, que insisto, no es solo de la farmacèutica sino de los usuarios. Por un lado hay un mecanismo de individualización: te dicen el problema es suyo, muchas personas tienen dificultades, pero usted tiene insomnio; está la psicologizacion, estaba de moda en las escuelas de la sicologia decir que lo grave del problema no es el problema sino la percepción, es decir, la objetividad del problema se diluye al echarte la culpa, porque tú lo agravas
O sea te dicen: no es que la sociedad esté mal, sino que tú estas mal y necesitas pastillas.
Claro, por un lado estás mal, y estás mal psicológicamente, distorsionas, ves cosas que no son, vas al psicólogo, con una imagen de los demás y de ti mismo, deprimida. El psicólogo te dice quizá no es culpa suya, quizás es endógeno, quizás tiene problemas en sus neurotransmisores, así que hay que compensarlo con productos químicos, individualización, psicologización, naturalización. Al final es un problema biológico, y entonces vienen los fármacos.
¿Y qué se puede hacer?
Uno debe socializar, buscar grupos de pares, des-psicologizar. Si los problemas son objetivos: yo no estoy agobiado porque tengo un problema psicologico sino por el empleo precario y el endeudamiento, eso es objetivamente agobiante. Por otro lado desnaturalizar, el problema no es conmigo ni mis neuronas, sino con situaciones que me exceden.
La ansiedad o el agobio, no es que sea natural, pero se naturaliza y se individualiza. Usted plantea que el activismo es una forma de romper con esa alienación.
Hay activismo a varios niveles. Cosas que son a largo y plazo y cosas que no. Hay cosas urgentes, como buscar grupos de pares, de apoyo. Y en general la familia no cumple eso, recuperar esos vínculos no es el camino, sino en buscar grupos de pares en un coro, un equipo de futbol, gente que colecciona estampillas, que los niños gorditos que sufren bullying se junten, que las tías solteronas deprimidas se junten. Con eso lo primero que pasa es que uno deja de sentirse solo, al saber que hay varios con el mismo problema, que es objetivo, y dejar de pensar que el problema está en la cabeza uno y que los demás no tienen o lo manejan exitosamente y yo no. A nivel micro, como la medicación es un problema extremadamente masivo, es un derecho central, o debiese ser, la des-medicalización asistida. Es un proceso extremadamente delicado, porque las sustancias que afectan el sistema nervioso producen resaca. Esa resaca de medicamentos psiquiátricos es muy agresiva, y cuando uno los deja el siquiatra te reta y te da más, ese proceso de desmedicalizacion tiene que ser lento y apoyado por terapia psicológica, porque resulta que la des-medicalización te quita el medicamento pero no aborda el problema original.
O sea, crea un problema adicional al primero.
Uno tiene que ir a terapia psicológica hablada, pero si el psicólogo te manda al siquiatra, hay que cambiarlo. Lo que esta de moda es que dicen el siquiatra lo contiene y yo le hago terapia. Eso es una trampa, porque hay que encontrar un psiquiatra que este dispuesto en la voluntad de disminuir los fármacos. Eso debe ser lento, y no cambiar uno por otro, porque el efecto de los fármacos es extremadamente variable. Tú puedes estar por ejemplo justamente dentro del grupo minoritario de personas a las cuales el efecto del medicamento más suave le hace el efecto más agresivo. Hay que disminuir con lo mismo, pero cada vez menos, o cada vez más distante. Y demorarse todo lo que uno pueda, en general es un proceso con retrocesos, uno se siente mal, uno tiene una dificultad subjetiva en que la requiere, entonces a veces hay que volver a la dosis inicial y volver a bajar nuevamente.
¿Y hay psiquiatras que hagan eso?
En chile no hay ningún psiquiatra que se atreva a hacer eso, porque es ir contra la corriente.
Resaca farmacológica
“Ahora se le llama depresión, pero desde hace más de mil años que se le llama melancolía. Durante más de mil años nadie relacionó la depresión, o melancolía, con el suicidio, porque los deprimidos no se suicidan, a lo más se dejan morir, entre otras cosas, porque no tienen la iniciativa. Sin embargo desde 1870 en adelante esta correlación empieza a aparecer”, cuenta el autor de “Una nueva Antipsiquiatría”.
¿Por qué?
El problema es justamente la resaca de los tratamientos farmacológicos, nadie se suicida de depresión, lo que ocurre es que tienen algo que el siquiatra estigmatiza, como tristeza o agobio, entonces toman una pastilla durante un mes, se sienten mejor, dejan de tomar la pastilla, y se van al hoyo. Ahí el psiquiatra les sube la dosis. Hay personas toman pastillas durante 6 meses, luego las dejan y el bajón es mas grande aun y llegan al punto de que se quieren morir. El sufrimiento psicológico es tan grande que se matan.
¿Como por abstinencia?
No. Y esa es justamente una de las grandes irresponsabilidades de la psiquiatría, es que cuando pasan estas resacas, no le echan la culpa al medicamento sino a la persona, se suele hablar de síndrome de abstinencia: usted necesitaba más y no lo tomó. Pero no es síndrome de abstinencia, es la resaca farmacológica, que el tipo que la receta debería conocer y reconocer, pero desconoce el efecto o no tiene más recursos terapéuticos que culpar al paciente. Por estos efectos de la resaca, el proceso de des-medicalizacion es muy delicadoo y uno tiene que recomendar hacerlo lo más lento que se pueda. Es decir si usted tomó antidepresivos por cinco años, dese un plazo de cinco años para dejarlo, apurar el proceso es lo peor que se puede hacer, no es como dejar de fumar que se puede hacer de una. Con los medicamentos psiquiátricos es muy peligroso. En Holanda por ejemplo, tratan la adicción a la cocaína por medio de reducción de dosis. El hospital te la da, te da coca limpia, y la van disminuyendo. Acá y en el resto del mundo a algún deschabetado se le ocurrió que las adicciones eran problemas psiquiátricos y te cambian una por otra. Por ejemplo a los niños que consumen pasta base les quitan eso y les dan clozapina, se considera que pasar de una droga ilegal a una lega el bueno, pero no consideran esa resaca, porque los hacen adictos a otra droga, con el riesgo de que con el cambio pasa cualquier cosa.
Como sucede con las drogas o el alcohol, que se supone que no hay que dejarlo de una.
Mira, Hemingway tenia problemas de alcoholismo, el vivía con eso. En algún momento le dicen hay una clínica en Miami, anda para que te hagan un tratamiento. Fue y le pusieron dos electroshock diarios durante tres meses, 10 a la semana. Volvió a La Habana y se mató. Uno dice poetas malditos, con esa relación existencial con el suicidio, pero no hay nada de eso. Silvia Plath se mató después de las terapias insulínicas. Acá nuestros poetas que se han matado ha sido después de terapias psiquiatricas agresivas, se romantiza diciendo que eran pasionales, pero no.
¿Pero la depresión puede tener un origen químico en el cerebro?
Si alguien me dice que la depresión tiene un origen químico, yo digo es probable, pero nadie sabe de cuál es ese origen químico. Porque estamos a años luz de entender cómo funciona cualquier cosa del cerebro.
Se dice que ocupamos un porcentaje muy pequeño del cerebro incluso.
Eso no es cierto, uno lo ocupa todo, salvo las personas que dicen eso.
…
Hay cientos de neurotransmisores y sustancias que operan como neurotransmisores, que interactúan de manera no lineal, no se suman: 1 mas -1 no es cero, nadie ha podido establecer esas interacciones no lineales. Se estudian los neurotransmisores de uno a por uno, pero in vitro, en modelo animal, post mortem, porque no hay técnicas para medirlas en un cerebro vivo y funcionando. Cuando te dicen la depresión es porque te bajó la serotonina, yo les digo a los estudiantes que les pregunten al profesor de neurología que les diga el nivel normal de serotonina en el cerebro. Ejemplo: a Juan Luis Guerra le bajó la bilirrubina porque hay un nivel normal, pero si alguien te dice que te bajó la serotonina, que te diga cuál es el nivel normal del cerebro, no existe, porque la serotonina en el cerebro no se puede medir.
¿No?
La serotonina la producen muchos órganos del cuerpo, circula en la sangre, pero la serotonina no es capaz de pasar la barrera hematoencefalica, es decir el cerebro produce su propia serotonina, la que circula por el cuerpo nunca se mezcla con esa. Hay un nivel de serotonina en la sangre, que es normal y sirve para detectar algunos tipos de cancer, pero ese no es el mismo que el del cerebro. La serotonina en el cerebro no se puede medir, pero la teoría predominante de la psiquiatría, que aparece en todos los tratados, es que la depresión la genera la baja de serotonina.
Pero entonces cómo puede ser que sea tratada con fármacos
No hay una teoría biológica plausible detrás de los fármacos. A todo esto ellos mismos lo dicen, existe una cosa que se llama Manual de diagnóstico de trastorno psiquiátrico, DSM en ingles, un libraco enorme de 500 trastornos posibles, ellos usan la palabra trastorno y no enfermedad, y en la intro lo dicen, que no hablan de enfermedades porque el concepto es vago y segundo porque no se sabe la causa biológica de ninguno, lo dicen explícitamente, por lo tanto, como las enfermedades se caracterizan por su causa, y ellos solo hablan de síntomas, no lo pueden llamar enfermedad.
El lobby feroz de las farmacéuticas
¿Por qué Chile aparece siempre entre los primeros lugares de índices de depresión en el mundo?
Eso es ilusión periodística, a la cuestión general de las ilusiones ópticas hay que agregar las ilusiones periodísticas, es una especie de lupa que te hace ver algo que no es. si tu vas a Argentina, Argentina va estar en los primeros lugares, en Francia lo mismo, hay muchos países en que los medios dicen que ese país esta entre los mas altos, lo cual estadísticamente es un absurdo y tiene que llevarte a preguntar de dónde viene.
¿De dónde?
Acá hay muchos problemas subjetivos, hay agobio subjetivo en Chile si, como lo sabemos, por la experiencia cotidiana. ¿Hay estudios serios sistemáticos sobre epidemiología de los trastornos, no? Lo que hay es registro de los servicios públicos de salud, puedes contar las personas diagnosticadas, pero uno puede pensar que eso es sobrediagnóstico, porque diagnostican como depresión todo: agobio, tristeza, fracaso, y cuando dicen no es que las pruebas son muy serias, los siquiatras tienen mucho cuidado antes de decir que alguien está deprimido. Pero pregúntale a cualquier persona que haya ido, y todos te dirán que después de 15 minutos de preguntas periféricas “tiene insomnio, dolores musculares, le parece que el futuro es peligroso” le dijeron que estaba deprimido. Los psiquiatras no usan los instrumentos tampoco, está el test de Hamilton, varios mas, pero cuando los ves te das cuenta que son escandalosamente seudo-científicos, carecen de toda validez
Además un psiquiatra de un centro médico jamás va tener tiempo para eso.
¡Jamás! Pero ni siquiera, aunque los apliquen, igual son una falacia. Te voy a poner un ejemplo: si un siquiatra te diera fármacos para un problema cardiaco, ¿que pasaría? ¡Los cardiólogos reclamarían, lógicamente! Pero sin embargo, cualquier profesional médico receta fármacos psiquiátricos: los ginecólogos presumen depresión post parto y le dan a madres lactantes antidepresivos, hasta los oftalmólogos si ves borroso y no tienes nada te dan antidepresivos, los gastroenterológos igual. Eso debería estar prohibido, pero no es así.
¿Por qué no?
Por un lado por el lobby de la industria farmacéutica, pero también porque la psiquiatría es la parte más despreciada de la medicina, y como es la más desprestigiada, cualquier médico se siente autorizado para recetar en ese ámbito, lo ven como algo tan trivial que cualquiera puede hacerlo.
Usted ha dicho que la droga psiquiátrica es una cárcel cuerpo por cuerpo. Explique esa idea, por favor.
El problema es el efecto de las drogas en psiquiatria, hay clasificaciones sofisticadas y todo, pero básicamente si lo llevas al castellano tienes que saber que expresiones como antidepresivo, antisicótico, ansiolítico, estabilizador de ánimo, no son expresiones científicas, son expresiones inventadas en los departamentos de comercialización de la industria farmacéutica. La primera vez que se usó la palabra antidepresivo fue en la propaganda, no en la investigación o desarrollo de una teoría, si uno quita esos nombres ve que lo que hacen: hay estimulantes y tranquilizantes, y sustancias alucinógenas. Los fármacos actuales tienen un efecto particular: son deshabilitantes musculares, es decir interrumpen la conexión entre la idea de un movimiento y el movimiento. Algunos son muy agresivos, por ejemplo hay unos que te los tomas, después te quieres parar, sabes que te quieres parar, pero te demoras cinco minutos en conectar tu idea con los músculos. Por eso tu ves personas que andan como zombies que se les cae la baba. No se sabe por qué producen ese efecto ni por qué están relacionados con deshabilitantes afectivos, que interrumpen la conexión entre la idea de un afecto y la acción, usuarios te dicen yo sé que estoy enojado pero no me resulta, quiero llorar y no puedo, eso debería provocar una angustia tremenda pero no pueden ni sentirla.
Algo así como la una idea abstracta de un sentimiento abstracto.
Claro, porque saben, no solo no pueden efectar la emoción sino que no se pueden mover. La idea es que estos fármacos no actúan sobre el cuadro subyacente. Los antidepresivos no actúan sobre la depresión, tampoco actúan sobre el síntoma, sino que impiden que puedas realizar el síntoma. Por ejemplo, a las personas que tienen alucinaciones les dan fármacos que disminuyen su capacidad cognitiva de alucinar, pero no solo eso, tampoco pueden hablar, comunicarse, y no entienden nada. En el fondo no impiden el síntoma ni la causa, coartan la posibilidad de actuar.
Es como si se me quebrara un brazo y me dieran algo para que no me doliera, y así pensaría que estoy bien.
Pero no has resuelto ni el síntoma ni su causa, hace 40 años los usuarios llaman a esto efecto zombie. Las personas con alteraciones subjetivas delicadas, por ejemplo, le pegan a alguien, y luego con el efecto zombie no le pueden pegar a nadie, pero no porque no quieran. En el Centro de Justicia los presos suelen querer arrancarse, porque como tienen que sacarles esposas y grilletes, ven la oportunidad. Entonces, para eso les dan antisicóticos para que no puedan correr, fuera de cualquier diagnostico psiquiátrico. A los niños del Sename (Servicio nacional de Menores) que se quieren arrancar, les dan antisicóticos y lo justifican diciendo que la angustia por arrancar es una trastorno psiquiátrico. El problema de Lissette Villa, la niña del Sename que fue medicada y sobre-medicada con fármacos psiquiátricos: le produjeron un problema de convulsiones, alguien para controlarla alguien se sentó sobre ella y le dio un ataque al corazón y murió. La directora del Sename dijo que se había muerto de tristeza, la autopsia se ha mantenido en reserva y se han negado a realizar una nueva que revele los fármacos psiquiátricos que tenía en su cuerpo.
Usted ha dicho que el lenguaje psiquiátrico se ha instaurado en cómo entendemos la sociedad, en cómo pensamos.
Creo que no es bueno reiterar la etiquetas psiquiátricas: acá lo que hay hay es agobio, desesperanza, soledad a todo trapo, cada uno rascándose solo, compitiendo con el vecino, la falta de horizonte, eso tiene efectos en el comportamiento, por supuesto. El neoliberalismo ha creado eso, y los mecanismos principales son la precariedad del empleo, la crisis de la institución familiar, el endeudamiento. Esos son los problemas, y son objetivos. Yo creo que lo grave de la psiquiatría no es el abuso subjetivo, no creo que haya mentalidad de dañar, porque esto no se trata de encontrar conspiraciones, aunque las haya, como que se organizan congresos de perfeccionamiento de psiquiatras que no son otra cosa que lobby de farmacéuticas. No se trata de echarle la culpa subjetiva al psiquiatra, es probable que el 99% de esas personas esté convencidas de hacerte un bien, no tienen por qué tratar de dañarte. Lo que objetivamente se puede señalar, es que hacen diagnósticos muy rápido, que no buscan mas información sobre su disciplina que las que les da la industria farmacéutica y que tienen una relación éticamente cuestionable respecto de la resaca de medicamento, pero todo esto dentro de un contexto donde se sienten perfectamente competentes. Porque si cuestionan sus métodos, tendrían que volver al electroshock.