Y no tiene nada que ver con cosas que se puedan comprar, sino todo lo contrario.
Alejandro Aravena, quien recibió el premio Pritzker de Arquitectura en 2016 (algo así como el Nobel de la profesión), expuso sobre arquitectura en el Congreso Futuro sobre los desafíos de las ciudades y las comunidades en vías al futuro.
El chileno explica que desde hace ya décadas que las personas han ido moviéndose del campo a la ciudad. “Vivimos en una era urbana. El lado positivo de esto es que se pueden hacer políticas públicas de forma más fácil, ya que la concentración de personas está en un mismo lugar. Lo malo es que hay problemas de escala, velocidad y escasez de medios con los que necesitamos responder a este fenómeno. Hay pocos recursos, por ende la gente vive en malas condiciones”.
Con cada vez más frecuencia, las personas prefieren la ciudad antes que el campo por lo que que Aravena es claro en afirmar que es necesario construir más casas habitables. “Si no resolvemos esto, las personas no van a dejar de venir, vendrán igual, pero vivirán en muy malas condiciones. Si no lo solucionamos, tendremos una crisis sociopolítica”.
El arquitecto también estuvo a cargo del Proyecto Alto Hospicio en Iquique en 2007. “El proyecto generó casas, pero además generó segregación de oportunidades, ya que se encuentra ubicado en una zona periférica, lo que crea resentimiento e inseguridad”.
Kazuyo Sejima, ganadora del Pritzker en Aquitectura, dijo que “El espacio debe crearse en conjunto con su ambiente, clima y gente, donde todos se pueda unir. La arquitectura del paisaje tiene características similares a un parque, porque viene gente de todas partes”, en el Congreso Futuro.
Sejima dice que es necesario trabajar con materiales ya usados y con la tipografía del mismo lugar también.
Aravena es claro en decir que la calidad de una ciudad se debe medir por las cosas que se puedan hacer gratis en ella. “La Pintana tiene 1m2 de espacio público por habitante, y la Organización Mundial de la Salud recomienda 9m2, que es lo que tiene Ñuñoa. Vitacura tiene 18m2, mientras que Londres tiene 44m2 de calidad por habitante.
“Me gusta crear espacios de encuentro. Es importante que la gente pueda sentir y tocar que son miembros de un lugar”, dice Sejima.
“Tenemos que identificar ciudades, proyectos, infraestructura, donde tú, sin tener que pagar puedas experimentar la misma calidad de vida que aquellos que tienen más”, concluye el arquitecto según indica La Tercera.