El arte callejero posee el desafío de ir buscando continuamente nuevos soportes de expresión que le den a las ciudades una nueva cara, o un punto interesante que merezca ser observado.

Uno de esos soportes es sin duda la basura, los desechos que la gente tira sin pensar en que dañan la estética de un lugar.
El artista inglés Ben Wilson quiso intervenir un tipo de basura completamente desagradable: los chicles pegados en los suelos de Londres. Llenándolos de color con miles de acrílicos, estos dibujos hacen olvidar sobre qué están hechos.