El sospechoso de 26 años fue encontrado muerto y todavía no se esclarece si fue abatido por la policía o se suicidó. Donald Trump se refirió a los hechos desde Japón desatando polémica por falta de sentido común.

El 2017 probablemente pase a la historia contemporánea como uno de los años donde más civiles han muerto a manos de tiroteos masivos en Estados Unidos. La sensación de inseguridad en el país es tan grande, que incluso un  colaborador de California nos comentó hace poco lo peligroso que supone hacer tareas tan cotidianas como ir a la universidad, al cine o a un concierto.

La opinión pública todavía no puede acreditar que los hechos ocurridos en Las Vegas hace menos de un mes fueran ciertos debido a la crudeza con la que se desarrolló el atentado –un hombre disparó con una metralleta desde la ventana de su hotel a una multitud que se encontraba en un festival de country, dejando un saldo de 59 muertos– y la semana pasada una camioneta atropelló a 8  peatones en la ciudad de Nueva York incluyendo a cinco amigos argentinos que se encontraban celebrando los 30 años desde su salida del colegio. El hecho ha sido calificado como el primer atentado terrorista en Manhattan desde el 11 de septiembre de 2001.

La localidad de Sutherland Springs en Texas, es un pueblo de 850 personas de mayoría blanca y con una fuerte tradición religiosa que responde a los cánones típicos de un pueblo en el sur de Estados Unidos.

Unas 50 personas se encontraban reunidas el día de ayer en el templo baptista de la comunidad cuando David Kelley de 26 años disparó a discreción contra los feligreses matando en el acto a 26 personas. Se teme que la cifra de víctimas aumente con el correr de las horas debido a la delicada condición médica de varios de los afectados y su rango etario varía desde los 5 hasta los 72 años.

Kelley fue abatido por un vecino pero logró escapar del lugar gracias a que el chaleco antibalas que usaba en el momento amortiguó sus heridas. Sin embargo, fue encontrado muerto a pocos kilómetros del lugar de los hechos dentro de su auto, y todavía no se puede esclarecer si fue abatido por fuerzas especiales o la situación corresponde a un eventual suicidio.

El presidente Donald Trump se refirió a los hechos desde Japón, donde se encuentra realizando una gira internacional para afianzar lazos con sus aliados, alegando que la matanza se debe “a gente con problemas mentales específicos y no tiene nada que ver con el control de armas que se quiere implementar en el país”.

La reacción ha sido fuertemente criticada por los miembros de la opinión pública americana y los familiares de las víctimas que han visto con horror la negativa del congreso para ser más estrictos con la tenencia de armas en el país.

“Afortunadamente alguien más portaba un arma que apuntaba en la dirección opuesta, si no hubiera sido mucho peor” agregó Trump desde Tokio.

La semana pasada, Trump pidió de forma explícita la pena de muerte para Sayfullo Saipov, ciudadano uzbeko responsable del atentado en Nueva York el pasado 31 de octubre; situación que no ha replicado cuando se habla de ciudadanos blancos que cometen delitos, calificándolos como “lobos solitarios” o personas con “trastornos mentales”.

Poco después, Trump desvió la atención hacia Corea del Norte y afirmó que la única forma  de acabar con la carrera nuclear de la nación era a través de una invasión militar. También afirmó que la seguridad de los japoneses dependía de una inminente acción militar americana.

La policía también ha confirmado que la mayoría de las víctimas en Sutherland Springs corresponden a menores de edad, incluyendo a la hija del pastor de la iglesia que tenía tan solo 14 años.

“Esta es una comunidad pequeña donde nunca pasa nada. Todos somos una familia y la iglesia estaba llena de amigos” agregó una residente del pueblo para New York Times.