Siempre es difícil escribir sobre alguna banda que uno quiere mucho. Por una parte está el dilema de objetividad y por otra parte el disgusto que provoca el no poder abarcar con palabras todo lo que uno siente. Es por esas y otras razones, que en esta ocasión se me complica un poco la pista, sobre todo teniendo en cuenta que hablo de una de las bandas que más estimo.
Y si considero aún más la carga emotiva y de tiempo que eso trae consigo, la misión es más complicada todavía.
*Sugerencia: Antes de que comience a leer, sería bueno que activara el reproductor que se encuentra al final del artículo, seguramente le será más agradable así.
Para empezar, habría que decir que American Football fue el segundo/tercer proyecto del genio y prolífico Mike Kinsella, y a decir verdad es uno de los mejores logros que ha tenido hasta la fecha. Se formó por ahí a fines de los 90, luego de la breve existencia de Cap’n Jazz, y de llevar un buen tiempo tocando en The Up-Down Upstairs Mike se propuso comenzar este nuevo proyecto junto con Steve Lamos, al que posteriormente se unió Steve Holmes. A diferencia de los otros proyectos de los Kinsella, American Football tuvo una vida muy corta, en la que se lanzó tan sólo un disco y un ep, los que luego se convertirían en un modelo a seguir de futuras bandas y generaciones, que aún a día de hoy tratan de emular ese sonido tan característico que los definió.
Para muchos puede parecer iluso el pensar que por un sólo disco una banda puede ser realmente imprescindible, pero en este caso es verdaderamente así. “American Football”, el único disco de la banda, es una belleza por donde se le mire, tan calmo que resulta explosivo. Es un disco que realmente no se asemeja a nada que uno pueda haber escuchado anteriormente, y que aunque por época podría recordarnos a lo que hacían bandas como Braid, Sunny Day Real Estate por ejemplo, cae simplemente en otra categoría.
En él se encuentran canciones que nos remiten a aquellos reencuentros y partidas que todos más de alguna vez presenciamos, y nos traen a la memoria esas melancólicas tardes de verano cuando el sol se esconde rápidamente, con esos sonidos de barcos que se alejan. Pero fuera de toda cursilería, es un disco que habla ante todo de la tristeza que provoca el decir adiós.
El disco se abre con “Never Meant”, tal vez una de las canciones más desoladoras que Mike Kinsella ha sido capaz de crear, en donde su voz armoniza de una forma perfecta con la guitarra y la batería simplemente precisa, a lo que se le suma la letra “Cause you can’t miss what you forget” increíble.
De aquí en adelante, todos los temas se verán envueltos con una extraña sensación de desconsuelo, pero aún así de una tristeza tan hermosa y auténtica, que resulta imposible no sucumbir en ella. Canciones como “But the regrets are killing me” son realmente una bomba de tiempo, que como bien sabemos, detonan en cualquier momento.
La ruptura, el desamor y la ambigüedad de la adolescencia son conceptos que se encuentran a lo largo del disco de manera clara, canciones como “I’ll see you when we’re both not so emotional” pueden parecer como si uno estuviese describiendo un disco de Dashboard Confessional, pero la verdad es que lejos de parecerse a esto, Mike Kinsella junto a Lamos y Holsen son capaces de hacer un disco brutal, honesto, con letras muy superiores a lo que algún compositor desdichado sería capaz de reproducir, y sin ninguna duda, emotivo, pero que no se acerca en lo más mínimo a la cursilería ni la desesperación.
Todo esto se puede ver reflejado claramente en temas como “Honestly“, que se encargan de demostrar la agudeza de la pluma de Mike, en donde a momentos la letra puede parecer incluso adolescente, pero al mirarlo de cerca, sin duda refleja de una manera precisa toda esa confusión que ronda aquellos años: “Honestly I can’t remember all my teenage feelings (…) All the whos are there, but the whys are unclear”.
El “ep” es algo que tampoco queda a la sombra del disco. “Letters & Packages” hace referencia a tal vez uno de los cuentos más desoladores de J.D. Salinger “For Esmé, with love and squalor” (que dicho sea de paso, también ha servido a bandas como We Are Scientists para dar nombre al disco) en donde la voz de Mike retumba desde lo lejano para hacernos recordar que Esmé era sólo una niña, pero con la delicadeza y el encanto que cualquiera envidiaría. Y para terminar, a este le prosigue la bella instrumental “Five Silent Miles”.
Sin duda, el mayor logro de una banda como American Football, es que han sido capaces de atesorar un disco simplemente memorable, que por más que lo escuches mil veces es difícil que no te sorprenda cada vez que lo haces nuevamente. Con un disco que comprende tan sólo 9 temas, que bordean en su mayoría los 4 minutos, hacen que cada segundo sea sencillamente precioso.
I’ll See You When We’re Both Not so Emotional
Never Meant