Las nuevas leyes y las reformas legislativas deberían siempre ir en beneficio de la sociedad, no al revés. Las consecuencias de la implementación de la Ley de Fármacos – vigente desde febrero de 2014- ha conllevado a un alza en los precios de los remedios y a la disminución de la disponibilidad de medicamentos genéricos. Y lo que es peor, en un país donde los genéricos cuestan once veces menos que las copias de marca y son hasta 25 veces más baratos que los originales, las farmacias no te venden el más económico sino el que más les conviene venderte.
Dicha Ley de Fármacos busca principalmente, 1) Asegurar que los remedios demuestren su efectividad a través de un test que garantiza que los medicamentos genéricos sean equivalentes a los originales; que sean bioequivalentes y 2) Obligar a los médicos a poner en sus recetas la denominación común de los remedios y no sus marcas, y a las farmacias a tener a disposición del público al menos las versiones genéricas del petitorio mínimo, que incluye los 161 fármacos considerados básicos por la autoridad sanitaria.
Esta norma se publicó en febrero de 2014 y hasta el momento, las consecuencias no han sido las esperadas. Los remedios han subido de precio y la disponibilidad de medicamentos genéricos ha disminuido, lo que en la práctica obliga a los pacientes a pagar más. No hay beneficio alguno, por donde se le mire.
Como bien lo esclarece este reportaje de CIPER; el doctor escribe clonazepam en la receta y el paciente puede solicitar el genérico que lleva ese nombre ($ 1.690), un genérico de marca o copia, como el “Clonapan” ($ 6.990); o el medicamento original (innovador), de marca “Ravotril” ($10.590). La diferencia de precio entre los tres tipos de fármacos es particularmente importante en un país donde los más pobres destinan el 67,6% de su gasto en salud a comprar remedios (ver estudio). En promedio, los genéricos cuestan once veces menos que las copias de marca y son hasta 25 veces más baratos que los originales (ver estudio).
La semana pasada, Luis Larraín compartió a través de su cuenta de Facebook su testimonio acerca de la estafa de la que ha sido víctima en reiteradas oportunidades y de la cual, nadie está libre. Pidió explícitamente, la alternativa más económica de un determinado fármaco pero, otra vez, no tuvo la respuesta que esperaba.
https://www.facebook.com/LuisLarrainStieb/videos/1676932072568506/
Hoy fui nuevamente estafado por Salcobrand. Pedí “pregabalina de 150 mg; la más barata” y me dieron “Pregalex” (Laboratorio Andromaco) de 30 comprimidos por $33.590. Volví a los 5 minutos y pedí “Prestat”(Laboratorio Bagó) de 150 mg”. Me dijeron “sí, vale $21.190 y vienen 40 comprimidos”. Es decir, a pesar de que les pedí explícitamente el más barato, me cobraron $1.120 por comprimido en vez de $530 por comprimido. Es un 211% más caro.
Soy enfermo crónico, por lo que tomo muchos remedios. Demasiados. Van variando, pero este último mes he estado tomando 18 remedios distintos por mi trasplante y mis dolores. 18 remedios que tienen distintos precios y marcas en distintas farmacias. Estoy armando una base de datos con todas esas variables pero todavía no está completa. Y justamente, de esa enorme cantidad de variables se aprovechan las farmacias para producir la confusión. Tal como hacen las isapres con las decenas de miles de planes que ofrecen.
Como me ha pasado tantas veces que me vendan marcas más caras a pesar de que pido las más baratas, y lo he publicado en mis redes, una vez me llamó una subgerenta de Empresas SB para pedirme disculpas y ofrecerme monitorear que no ocurra de nuevo. Me ofreció también línea directa con ella para alertarle si ocurría de nuevo. Como obviamente siguió pasando, me contacté con ella en una segunda y tercera oportunidad para decirle que yo veía que seguían existiendo incentivos para vender las marcas más caras. Ella me respondió que no, que, en cumplimiento con la nueva Ley de Fármacos, habían actualizado el software de venta para que los/as vendedores/as pudieran buscar por genérico y no solo por marca. Le respondí que lo veía poco probable, que obviamente la gerencia comercial jamás iba a autorizar eso y ella me re-juró que sí; que la ética estaba sobre la gerencia comercial.
Este video muestra que no, que los/as vendedores/as no pueden buscar por genérico sino por marca, y que “casualmente” suelen elegir las marcas más caras. ¿Hasta cuándo siguen ganando plata de forma inmoral a merced de los/as enfermos/as crónicos/as?
Supuestamente, y de acuerdo a la legislación vigente, está prohibido incentivar a los vendedores de farmacias por la venta de determinados productos. Sin embargo, de acuerdo a un informe del Instituto de Salud Pública de Chile (ISP), al año de la entrada en vigencia de la norma, se realizaron múltiples sumarios a farmacias por la misma causa. La institución les prohibió el funcionamiento a siete locales de Cruz Verde y dos de Ahumada, luego de ratificar que estos incentivos -también denominados “canelas”– estaban incorporados en la estructura de remuneraciones de los vendedores.
El presidente de la Federación de Trabajadores de Farmacias Mauricio Acevedo señaló, a raíz de los antecedentes anteriormente descritos que las cadenas implementaron un nuevo sistema de incentivos en que, en vez de comisiones por productos específicos, ahora sobre el sueldo base se agregan bonificaciones basadas en la venta de medicamentos pertenecientes a cuatro “categorías terapéuticas”, bajo las cuales se agrupan distintos tipos de remedios. Por la primera categoría pagan $55 por cada caja vendida, por la segunda $65, por la tercera $80 y por la cuarta $100.
“Las tres cadenas tienen exactamente el mismo modelo de sueldos, y con esa nueva estructura de incentivos, a los trabajadores les va a dar lo mismo vender el medicamento original, la copia o el genérico”. Con la nueva “canela” cuando se va a comprar un medicamento específico, los encargados van a intentar vender, además, otros medicamentos para cubrir las categorías terapéuticas y así tener mayores bonificaciones (…) Entonces, como hoy tenemos que vender más, vamos a vender remedios que nosotros no sabemos si tienen alguna contraindicación con otros medicamentos que el cliente esté usando, ni si es alérgico ni nada. Y eso lo encuentro gravísimo, siniestro, porque además nos pone en riesgo a nosotros los trabajadores. Porque claro, nos obligan a hacer eso, pero también nos pone en peligro de sanciones por estar ofreciendo remedios no siendo médicos”.
¿Para qué hacer las cosas bien, si se pueden hacer satánicamente mal?