Vine a Palestina a filmar con mi equipo un documental que creemos tiene un mensaje muy esperanzador en medio de un conflicto ya casi insolucionable. Esta es la primera de una serie de entregas que publicaremos.
Hace ocho años, el 10 de Septiembre del 2009, tuve la suerte de estar en Sudáfrica filmando un documental justo en el lugar donde nació Nelson Mandela. En esa oportunidad me impactó cómo Soweto estaba construido desde el dolor de la segregación pero lleno de esperanza.
Hoy estoy en Palestina y la sensación es parecida.
Mientras escribo en la pieza de mi hotel en Ramalha, escucho de fondo a Donald Trump en CNN declarándose no sorprendido con la potencia del Huracán Irma. Minutos después, el presidente de Estados Unidos se hace cargo de las preguntas que le hacen los periodistas sobre política internacional. Trump es claro: “El conflicto entre Palestina e Israel es el problema más complicado que tiene medio oriente”.
El poco popular Trump vuelve a demostrar lo tibio que es para opinar sobre problemas potentes. Cualquier definición que se utilice para resumir la realidad que vive el pueblo palestino en su tierra queda corta.
Después de años de interesarme obsesivamente en este conflicto y leer harto a Chomsky, David Grossman, Pappé entre otros escritores; estoy acá por primera vez. Vine a Palestina a filmar con mi equipo un documental que creemos tiene un mensaje muy esperanzador en medio de un conflicto ya casi insolucionable.
Hacer un resumen histórico del problema y tratar de comprenderlo desde esa perspectiva sería infinitamente largo y casi inentendible. Por otra parte, utilizar el estilo del Presidente de Estados Unidos y culpar a los dos lados por igual sin tomar en cuenta la proporcionalidad en las acciones, seria terrible.
Por esta razón, creo que lo más prudente a estas alturas es apelar al sentido común. Ese lugar donde en teoría es más fácil encontrar opiniones similares. Ese pequeño espacio donde se supone están las mayores posibilidades de consenso, un punto donde por definición deberíamos estar todos o casi todos de acuerdo.
Apelando a ese sentido común, puedo decir con toda seguridad que hoy el pueblo palestino enfrenta uno de los más feroces sistemas de Aperthaid que se haya visto en la historia. Es aterrador lo evidente del problema. En medio de esta era de la hiper-conexión el mundo se hace el sordo.
Este abuso tiene un solo responsable, el Estado de Israel. Recalco la palabra “Estado”, porque dentro de la población de ese país existen muchísimos ciudadanos que no dudarían un segundo en hacer las paces con Palestina y aplicar una solución justa de convivencia.
De hecho la historia que nos trae a Palestina tiene justamente a dos israelitas de protagonistas. Una madre y su hijo, hace más de 30 años, comenzaron un movimiento artístico que es de una de belleza extrema, que sostiene que el entendimiento es la base de todo progreso. Arna y Juliano, conscientes del abuso contra el pueblo Palestino, encontraron en el Teatro un rincón sanador.
A simple vista
Al avanzar desde el Aeropuerto y entrar- supuestamente- en territorio Palestino, los asentamientos ilegales de Israel son los primeros encargados de confirmar que palestinos no tienen soberanía. Estas construcciones son el emblema de un Apertheid para nada silencioso que aplica Israel en el West Bank (territorio reconocido por la ONU como perteneciente a los palestinos).
Un asentamiento es básicamente un suburbio isrealí amurallado en medio de Cisjordania (territorio de Palestina) conectado por carreteras ilegales donde los palestinos no están autorizados a transitar y deben pasar chequeos constantemente.
El mismo primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, declaró: “Estamos aquí para quedarnos para siempre”. Esto en el marco de la conmemoración del aniversario número 50 de la guerra de los 6 días.
Cerca de 600.000 colonos israelíes se han instalado en Cisjordania en 50 años de ocupación. Como parte de una política agresiva que busca ir deteriorando anímicamente a los palestinos, el gobierno de Israel construye verdaderas ciudades dentro de un territorio que nos les pertenece según el Derecho internacional.
Este acto según palabras del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, es completamente ilegal y se ha transformado en el mayor obstáculo para la paz. Guterres estuvo a fines de agosto en la zona, dejando claro que la ONU sabe lo que pasa, que tienen una posición al respecto pero que lamentablemente no tienen ningún peso para solucionar el asunto de formal tangible.
El sentido común acá aplica de forma clara. Los asentamientos son ilegales y la comunidad internacional no hace nada al respecto. Mientras tanto el pueblo palestino va perdiendo cada vez más espacio y unidad en un territorio que todos parecen saber que les pertenece, pero nadie hace nada para que eso se cumpla.
A lo largo de esta semana de filmación por Palestina, intentaré ir retratando desde mi perspectiva, parte de las historias que tendremos en el documental. Esto con el único objetivo de ser una voz más dentro de las millones que buscan apelar al sentido común y llegar al inconsciente colectivo, donde al parecer se está escondiendo la capacidad de llegar a entendernos uno con otros.