Sobre la temporada 4 dijimos que Bojack Horseman se estaba convirtiendo en la serie más profunda y reflexiva de Netflix. La S05 lo confirmó.

Raphael Bob-Waksberg, creador de Bojack Horseman, no tiene planes para terminar la serie, no hay advertencias, todas las temporadas han funcionado bien con el público y eso les permite tener libertad absoluta para continuar en medio de lo oscuro que resulta esta última entrega.

En la quinta temporada de la serie se resuelven misterios que rondaron como fantasmas durante los años anteriores. ¿Qué pasó con la periodista de Manatí Fair? Vemos la grabadora con la confesión de Bojack Horseman justo cuando estaba empezando a entender que tenía que programar un cambio de perspectiva, mientras era nuevamente el foco de atención por su trabajo para una nueva webserie, de la mano de sus siempre constantes pero independientes amigos.

En esta temporada exploramos los miedos más grandes de cada uno de los personajes, sus fracasos y sus tortuosas cabezas, somos testigos de las mentiras que se cuentan los unos a los otros y a ellos mismos para creer que estarán mejor en el futuro aunque no participen de un cambio singular o colectivo.

La manera de trabajar la historia ha demostrado que siempre está pasando algo, una historia B o C incluso. Ahí están, en el fondo del cuadro. Bojack está tratando de sentirse bien con él mismo e intenta cambiar de la única manera en la que sabe hacer las cosas, sin amor, con violencia, dañando al resto, tratando mal a sus amigos, dejando su rastro en los sentimientos de los demás.

Como es costumbre, las burlas a los medios de comunicación están presentes desde el inicio al final, muestran desde la crudeza de la realidad una representación que se acerca a la delgada línea fronteriza de la ficción. Ahí están, todos los personajes, engañando, usando, y aprovechándose de la poca prolijidad de los medios para hacer sus fechorías de marketing.

Este humor oscuro y la tragedia de la realidad material nos hace reír, pero sin dejar de hacerte pensar, cuestionar, o de hacerte reír con una sensación de tristeza constante dentro tuyo. Ya sea en el funeral de su madre, en fiestas de noche de brujas, divorcios, ataques de ansiedad o en el llanto.


¿Cómo podemos cambiar? ¿Cómo podemos ser mejores personas? ¿Cómo a través de la contradicción podemos establecer parámetros para saber quiénes somos y conocernos mejor y así no causar daño a las demás personas?

Estas son sin duda preguntas que quedan en tu cabeza después de esta temporada al ver a Bojack tratando de arreglar las cosas, de no dañar a las personas que le prestan atención.

La última temporada también se da el tiempo de hacer entender que estos personajes no son modelos a seguir o héroes, son personas reales (aún cuando varios sean animales antropomórficos) que actúan de acuerdo a lo que están sintiendo, lo que piensan o cómo fueron criados o según estén lidiando con sus problemas mentales en ese momento.


El feminismo también tiene, como siempre, su protagonismo con Diane Nguyen aunque por momentos, y de nuevo (disculpen la insistencia, pero es que es lo que pasa todos los días), tal como pasa en la vida diaria, el feminismo es usurpado por un hombre hetero-cis en posición de poder, Bojack Horseman, quien toma la bandera de lucha y se mueve por los medios siendo amado por todos, porque todo lo que necesitaba la gente para entender, aceptar y comprender el feminismo era que un hombre lo explicara.

Sin más spoilers, aquí te dejamos el trailer de la última temporada. Que la disfrutes, ya está disponible en Netflix.