Existe gente que insiste en que Bolsonaro no es homofóbico y que sus dichos son una manipulación de la izquierda (misma justificación que la escuchamos a JAK Voldemort técnicamente a diario). De hecho, el mismo presidente de Brasil aseguró en su visita en Chile durante la cumbre del Prosur que, de ser homofóbico, “los gays nunca hubiesen votado por él” (algo que según su criterio, sí hicieron).
Sin embargo, Bolsonaro sí es homofóbico. De hecho, lo es de una forma explícita y sin tapujos en esconderlo. Puede que durante su campaña lo intentase ocultar, pero ahora que es presidente y juró ante la bandera con un pastor evangélico a su lado, tiene completa libertad para demostrar quien realmente es.
Ante la prensa -nacional e internacional- Bolsonaro aseguró que “Brasil no podía convertirse en el epicentro del turismo gay del mundo”.
La razón para estas palabras, fue apelar a que hay familias. Tal cual.
Rio de Janeiro, Buenos Aires, Miami y otros destinos, son considerados como receptores mundiales del turismo gay generando ganancias millonarias en turismo (en esta nota hablamos sobre el Pink money en caso de que quieras indagar en el tema).
Sin embargo, para Bolsonaro esto no tiene importancia.
“Si quieres venir a tener sexo con una mujer adelante. Pero no podemos dejar que Brasil sea conocido como un paraíso para el turismo gay. Tenemos familias”
David Miranda, congresista del país, calificó al mandatario como una desgracia nacional en entrevista con el medio inglés The Guardian. Un periodista presente dentro de esta conferencia de prensa afirmó también que estas descalificaciones suponían un peligro para las minorías sexuales del país.
Bolsonaro señaló en una oportunidad que prefería tener un hijo muerto antes que uno homosexual, además de agregar que no existía posibilidad alguna de que uno de sus hijos lo fuera por que estaban “bien criados”.