Existen películas, series y comerciales que hablan de lo asqueroso del brócoli. Sin embargo, no explican por qué satanizan esta verdura. Sí, tiene que ver con su sabor y su olor, y aunque también tiene sus fanáticos, hay una reacción química importante que causa que muchas niñas y niños arrugan su cara cuando prueban esta hortaliza. Te la explicamos.
Pese a su mala reputación, hay organismos internacionales, como la la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que remarcan la importancia del consumo de distintos tipos de verduras para prevenir problemas de salud como la obesidad, hipertensión, diabetes o problemas cardiovasculares. Pero no podemos negar que el particular aroma del brócoli no es el más agradable del sembradío.
El secreto está en tu boca
Para intentar descubrir la razón tras el sabor amargo que deja este vegetal, científicos de la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth (Csiro) reunieron a 98 pares de padres con sus hijos para analizar las bacterias presentes en su saliva mezclada con polvo de coliflor. Así fue como descubrieron que los microorganismos se combinan con un compuesto presente en este tipo de hortalizas llamadas Brassica, s-metil-l-cisteína sulfóxido (SMCSO), produciendo un olor sulfuroso.
Finalmente analizaron los gases volátiles que se produjeron al mezclar las sustancias. “Básicamente, este gas está asociado con los olores de los pedos y los olores de los animales descompuestos. Creo que sería bastante asustadizo para niños si estás recibiendo mucho de este sabor de azufre extraño en tu boca”, explicó el autor principal del estudio, Damien Frank, autor principal del estudio, en un comunicado publicado en American Chemical Society.
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Los resultados presentados en la Journal of Agricultural and Food Chemistry, evidenciaron que tanto los padres como los hijos compartían microbiomas orales similares, lo que explicaría que tengan niveles de gases volátiles parecidos; lo que sugiere que comparten microbiomas orales.
Niñez y costumbre
Una importante diferencia que descubrieron los científicos del Sciro fue que efectivamente a las niñas y los niños les disgustaba más que a sus papás comer las hortalizas del tipo Brassica. Esto pasó sobre todo en los que producían una mayor cantidad de volátiles de azufre. Sin embargo en los adultos era distinto y mucho más variado.
Los padres que incorporaban alimentos más amargos y picantes en sus hábitos alimenticios tenían una mayor tolerancia a este tipo de verduras. A juicio de los científicos, con esta nueva evidencia explican que el gusto es adquirido y que es solo cosa de tiempo para aceptarlos de mejor manera en el organismo. Así que toma asiento, porque solo queda esperar.