Hay discursos que no necesitan de palabras para entender la posición que ocupan, “Gracias por nada”, de C/VVV, apela precisamente a esto, a construir en, poco más de 26 minutos, un manifiesto que entrega, da sentido, conceptualización y discurso al sonido.
por Sebastián Herrera
El entramaje revela su política, se instaurada en el énfasis de las baterias y bajo del dub; el beat compositivo de lo electrónico, y el ritmo repetitivo de la psicodelia que, en conjunto, demarcan una triada que permite esclarecer búsquedas, otorgar particularidad y tono a las voces que se convocan y entablan un diálogo que da cuenta del curso: un tiempo nostálgico por el pasado, abrumado por el presente y ávido de ficción en el futuro. Ahí, en ese mismo triángulo, Pablo Flores, Mika Martini y Francisco Pinto, articulan sus respectivas posiciones respecto al quehacer y visión compositiva, para crear cinco pistas, que permiten entender la difuminación de los modos de hacer música, para dar paso a formas singulares de autoimponer los propios términos.
“Gracias por nada” podría ser, perfectamente, un manifiesto, una forma de dar cuenta de los elementos que construyen en material tangible las ideas, un cuaderno abierto dispuesto a ser leído por quien quiera conocer las rutas, una cartografía análoga que da cuenta de un recorrido, a la vez, digital.
La disputa es entender que no existen disputas, sino una reconciliación que permite que en cada track las capas se disuelvan, como si quienes componen, se congregaran dispuestos al diálogo, a pensar el tránsito entre lo análogo y electrónico, en el porqué de la decisión y en permitir que el sonido convoque a su propio soporte.
Ética y estética, discurso y sonido; aquí se establece un territorio, límites de un paisaje y el espacio que convoca. En esa comunión se construyen miradas, formas de establecer lenguajes, modos de entendimiento, como pequeñas ciudades que imponen sus formas de convivencia. En este EP se reafirma la idea de independencia, un disco premonitorio, quizás, del porvenir de Chile, una tensa calma antes del estallido, títulos como “Profesionales con conciencia”, “El dub del Bar Uno”, “Miniatura”, “Disquería Popular” y “Luz interior”, dan algunas pistas que lo sonoro, luego, se encargará de confirmar: cada track es un pequeño monumento de lo íntimo, ínfimo e invisible, pero no por eso, menos concluyente, expansivo y revelador.
“Gracias por nada” da cuenta del juego, la ironía y la iluminadora desazón que advierte a una escena poco visibilizada en la prensa; una respuesta a la grandilocuencia abyecta, el artificio efectista o la condescendencia amarillista del mainstream, para demostrar que el minimalismo, la articulación innata, producción propia, la sensibilidad de la escucha, ausencia de efectos, complejidades y pretensiones puede generar texturas capaces de crear discursos más imponentes que esa retórica que se ha hecho costumbre y evidente.