¿Es química? ¿Es un vínculo irreemplazable? La respuesta es un rotundo no: es un mecanismo de tu cerebro que produce que te enganches fuertemente de una relación tóxica. “Sabemos que el momento agradable va a volver y quedamos enganchados esperando a que vuelva, porque tenemos la certeza de que al final siempre vuelve”, dice una experta en relaciones de parejas.

Todos conocemos a alguien que ha pasado por una relación tóxica y que se confunde con un amor imposible de encontrar en otro lugar.

Pero una relación tóxica no surge de la nada. Expertos en el tema manifiestan que hay mecanismos a nivel cerebral que operan para hacerte creer que tu relación tóxica está llena de una “química incomparable”.

Marta Novoa, psicóloga y autora del libro “Amor del bueno”, señaló a BBC que la química que pensamos que existe se debe a que “sabemos que el momento agradable va a volver y quedamos enganchados esperando a que vuelva, porque tenemos la certeza de que al final siempre vuelve”. 

Y son precisamente esas subidas las que “son tan agradables que nos olvidamos de los bajones”, apunta Novoa.

Foto: Psico.mx.

En esa línea, el psicólogo Frederic Skinner hizo un experimento con un grupo de ratas. Todas ellas se encontraban dentro de una jaula, donde también había una palanca. En cada ocasión que las ratas presionaban la palanca, caía comida.

Los científicos también probaron qué sucedía si no caía comida cuando las ratas presionaban. En las dos ocasiones, existía un refuerzo continuado.

Y cuando los especialistas decidieron intentar con la variable de que saliera comida al azar, vieron un sorpresivo resultado: el animal seguía presionando obsesivamente, pese a que no saliera comida. Es decir, la rata se hizo adicta al intento e incluso dejó de lado por completo otras necesidades básicas.

Según Lorena Cuendias, bióloga y terapeuta psicocorporal, ese mecanismo “es el refuerzo intermitente, una recompensa impredecible, aleatoria e inconsistente”.

¿Cuál es el objetivo de la “recompensa”? Cuendias indicó a BBC que “el circuito de recompensa del cerebro tiene la finalidad de reforzar conductas para nuestra supervivencia como beber, comer, o reproducirnos. También se activa cuando recibimos señales de aprobación y validación externas”.

Y cuando no existe esa recompensa, las neuronas necesitarán dosis mayores de estímulos de aquello que genera el vínculo, dice la experta.

Por otra parte, la oxitocina -hormona del amor- se inhibe por completo y se produce un desequilibrio entre ella y la dopamina. Es ese momento en que empieza a generarse la obsesión.