Una historia de amor tenue y anecdótica que tiende a aletargar con sus intenciones. Su autor material es Luca Guadagnino, director de “Cegados por el sol” (2015) y del futuro remake de la icónica “Suspiria” (2018), quien hace pivotar su historia entre la Riviera del norte italiano en 1983 y los sentimientos escindidos.
Todo es idílico y sensible durante ese verano para Elio (El interesante Timothee Chalamet), un adolescente aburrido que ve crepitar sus sentimientos con la llegada de Oliver (Armie Hammer), un estudiante de post grado con el que vivirá todo-lo-que-uno-se-imagina contado en plan de novela rosa para adolescentes soñadores. Una iniciación con fecha de arribo para este 15 de febrero.
Como una dulce (Y esperable) brisa de primavera se va resolviendo la versión cinematográfica de la novela de André Aciman. Respondiendo al llamado de chico-conoce-a-chico-mientras-ambos-salen-con-chicas se desenvuelve un relato contrahecho con lo que pacta desde el comienzo.
Lo de Guadagnino es una polaroid tomada con una cámara snap touch y revelada con los efectos intensos del primer romance. Es retratar con filtros de añoranzas una relación donde no hay nada en riesgo más allá del sufrimiento esperable de cuando se ama a los diecisiete años. Y claro, no es menor sufrir a esa edad, nunca ha dejado de serlo.
Pero siempre hay algo más en peligro cuando se ama a un igual. Por muy progre que sea el entorno la disidencia va detallada en la letra chica de esa cláusula. Cayendo su peso de manera automática o cuando menos tácita sobre los contrayentes, y acá el pack completo se exhibe como una quimera con encanto, aunque siempre dejando un halo de extrañeza en el aire.
Hablar de “historia de amor gay” sería impreciso, en rigor acá hay dos hombres entrando a descorrer un velo de ensueño, uno que incluye una casona rústica sacada de una edición del ED, piscinas y estanques color turquesa, damascos maduros al pie del árbol y almuerzos obedientes de lo dictado por la dieta mediterránea. El envoltorio está dispuesto, dan ganas de vivir ahí o por lo menos de pasar una larga temporada haciendo lo de Elio; escuchando música en formato cassette, leyendo novelas de cubiertas desteñidas y paseando en bicicleta por la campiña.
Todo lo anterior mientras flirtea y concreta apasionadamente sus primeras experiencias hetero. Y dejando en claro lo que se hace evidente; Elio es considerablemente más maduro que Oliver en su búsqueda y propuestas.
Es un verano engañosamente bisexual el de Call me by your name, y también sospechosamente manipulador en los intereses de Oliver hacia Elio. Él es un veinteañero aventajado en relación al hijo de su profesor, lo cual no es impedimento para tratarlo como a un par, pretendiendo ilusamente, que este no caiga perdidamente enamorado de él.
La educación sentimental de CMBYN una vez separada de su marketing funciona; es honesta al mostrar los cánones establecidos al momento de iniciar y mantener una relación con peldaños en desnivel. Pero es en su inmadurez resolutiva donde expone sus ripios más toscos.
El resto es hype, y del bueno.
Call my by your name se estrena el 15 de febrero en cines locales y ya ha sido confirmada una secuela por parte de su director.