Carta en llamas a la comunidad del edificio que prohibió el uso de piscina para nanas y sus hijos

¿Qué está pasando en Chile? ¿En qué nos estamos convirtiendo como sociedad? ¿Qué está comiendo la gente que cada vez está más egoísta? No intentamos responder estas preguntas, porque sabemos que hay múltiples réplicas y quizás nadie las quiera responder, pero cabe decir que estamos a dos pasos de que vendan armas en los supermercados. Esto es sólo el comienzo.

El reglamento interno de un edificio de Ñuñoa dictó que los trabajadores del recinto no podrán utilizar ni la piscina ni las sillas de la terraza que tiene el edificio para sus propietarios en común. Es ridículo e incluso absurdo tipear esa frase, pero es una realidad que sucedió en Chile el año 2016.

María Gabriela Rubio Salinas publicó muy enojada en su cuenta de Facebook una queja contra la comunidad de su edificio tras recibir reclamos de parte de los propietarios porque “la hija de la nana del 85 estaba usando la piscina”. ¿En qué siglo estamos? ¿Cómo puede existir gente tan miserable y aburrida de no poder tolerar a un niño en una piscina independiente de donde venga? Sabemos que, para muchos, los niños son un tema; estar con niños es difícil, es como estar cuidando a un curado pero en versión chica e inocente. Pero el asunto es otro, va más allá de que si es niño o no; lo más terrible de todo es que ese niño es sujeto de críticas por el simple hecho de ser el hijo de una nana. Preocupante.

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¿Afecta en el desarrollo cotidiano de un adulto que un niño ocupe una piscina? ¿El problema es de los niños o de que sean hijos de nanas? ¿Qué cresta nos está pasando cómo sociedad¿ Ayer fueron las mujeres de plástico, hoy los hijos de las nanas que se vayan en piscina ¿Mañana qué?

Éste es uno de los mil casos de discriminación que viven un sinfín de personas solo por ser “nanas”, “hijos de trabajadores”, “trabajadores populares”, “gays”, “mujeres”, “curados indefensos”, “animales”, etc.

Debatir quién tiene la culpa es un punto que está de más. Es inconcebible que este caso sea un reglamento típico de un edificio. Hay muchas comunidades que no respetan siquiera a las visitas de los propietarios. Es inconcebible que aún exista gente que se preocupe por temas que ya no deberían serlo. Mucha gente vive tan reprimida que su única preocupación es la actividad del resto, eso sí que preocupa.

Por favor: paremos de ser humanos tan miserables que sólo pensamos en el qué dirán. Empecemos a vivir un poco más nuestras vidas y empezar a construir una sociedad que sea validada por seres humanos, no por animales con cerebros de humanos. Si seguimos así, vamos a morir antes de que las olas se coman la Isla de Pascua.

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