El escritor de la escalofriante serie es tan pesimista y oscuro como te lo imaginas.
La vida de Charlie Brooker en la industria del entretenimiento data de mediados de los 90. Gamer empedernido, comenzó trabajando en la revista PC Zone. Allí escribía una columna, titulada “Sick Notes”, y creó la tira cómica “Cybertwats”. Al mismo tiempo que cultivaba un sentido del humor obsceno y misántropo, su obsesión por la tv iba creciendo.
Brooker quería escribir para la televisión, así que se sentó a ver toda la programación británica.
Cómo respuesta a esto creó el sitio web TVGoHome, que imitaba la guías de TV, muy populares en esa época, allí inventaba programas ficticios con premisas macabras. A pesar de que Brooker no ha dicho que el sitio fue el prototipo de Black Mirror, es imposible no verlo como tal. Ambos productos se mueven por un motor de temor especulativo; TVGoHome por el futuro de la televisión, el morbo y el absurdo, y Black Mirror aborda las posibles e inesperadas consecuencias de la innovación tecnológica
Desde su estreno en 2011, Black Mirror es la serie de ciencia ficción de la que todos hablan y siguen hablando. Con tres temporadas, dos emitidas en Gran Bretaña por Channel 4 y la última por Netflix después de la compra de la licencia, y 13 episodios, la serie de antología comenzó su emisión con el episodio más comentado. “The National Anthem” era una idea que Brooker tenía desde hace tiempo. Originalmente se iba a tratar sobre como una celebridad querida por la gente había sido chantajeada para tener sexo con un cerdo en televisión, pero todo cambió cuando Brooker se encontraba viendo 24: “Pensé, ‘Dios, podríamos hacerlo así. La forma de hacerlo era mostrarlo lo más directo posible”, dijo a The New Yorker.
Broker junto a la productora ejecutiva Annabel Jones llevaron la idea de Black Mirror a Shane Allen, el jefe de comedia de Channel 4. Nadie quedó muy impresionado con la idea, porque la viabilidad de hacerlo era un gran pero para cualquier canal de televisión. Incluso se planteó la posibilidad de usar otro animal. “¿Un pollo? ¿o un caballo? Era una conversación muy loca”, recordó Allen. Los ejecutivos decidieron esperar al guión del primer capítulo. Fue ahí cuando se convencieron de que tenían que hacer Black Mirror.
La serie, en varios episodios, toma ideas que a simple vista se ven ridículas, pero que Brooker toma y transforma de tal manera que se sientan reales. Más de alguna vez se ha tratado a Black Mirror como una serie profética: se filtró el rumor de que el ex Primer Ministro David Cameron habría tenido relaciones sexuales con la cabeza de un cerdo en la universidad; ahora existen aplicaciones para hacer que la huella digital de un difunto cercano a ti pueda volver a la vida en mensajes y tuits, como en “Be Right Back”, y Donald Trump, a quién todos consideraron una burla, es el presidente electo de Estados Unidos, una situación similar a la retratada en “The Waldo Moment”.
Dentro de todo, Brooker es un pesimista que piensa que los horrores, un poco como The Twilight Zone lo hizo en su momento, vienen de la domesticidad de la vida: “Todavía espero morirme en una especie de holocausto nuclear. Creo que de ahí viene el pesimismo. Recuerdo que una vez un profesor de historia nos dijo al final de la clase ‘No importa, todos vamos a terminar bombardeándonos’. Yo pensé algo como ‘Oh, tienes razón. ¿Eso significa que todavía tengo dar la prueba'”, dijo.
Revisa el artículo completo del New Yorker aquí.