Anoche durante la desesperante espera a la cadena nacional del Presidente Piñera, los saqueos, el vandalismo, los incendios, se salieron de todo control.
La jornada de Paro Nacional que comenzó totalmente pacífica tomó un rumbo hacia una totalmente irracional violencia una vez que entró la tarde. Vimos que se empezó a quemar un restorán en Vicuña Mackenna, vimos arder una iglesia en Lastarria, junto a un montón de otros locales. Gente entrando con un camión a un supermercado no recuerdo donde. En Viña se vivió la jornada más violenta que se ha visto durante el ya casi un mes de movilizaciones. Hubo ataques a cuarteles militares también. Desde todo el país brotó humo negro.
Osorno igual, ciudades del norte igual. El componente común, el reclamo que corrió paralelo desde las calles de los lugares donde el caos reinó era: que al momento de la mayor violencia casi no se veían policías. Desde la perspectiva del sentido común, se podría decir que hubo menos presencia policial en los lugares donde estaba quemándose todo que en, por ejemplo, Villa Frei esa misma noche o la noche anterior donde los vecinos vivieron el terror de la policía disparando hacia adentro de las casas.
Ciertamente había más policías disparando a las casas en Villa Frei que en Vicuña Mackenna donde ese mismo momento un grupo de saqueadores hacia tranquilamente un asado con la carne que habían sacado de los restoranes.
Todo esto, repetimos, fue en la previa a un nuevo anuncio del Presidente de la República. Uno, desde el estupor y la responsabilidad que le comanda el trabajar en un medio de comunicación, hace lo que cualquier persona racional haría: condenar sin matices todo acto de violencia, tal como lo han hecho todos los medios y transversalmente todo el mundo político. Nadie con la cabeza bien puesta la justifica ni la incentiva de ninguna forma.
Esto es, lo sabemos, es un saludo a la bandera. Es decir, tengo mis serias sospechas de que los grupos – minoritarios dentro de los millones que buscan un Chile más justo y digno (no más digno, sino DIGNO a secas)- cuando lean este post o un tuiteo de algún político vayan a cambiar su forma de actuar. Pero igual.
Rebobino un párrafo. La previa a la cadena nacional del Presidente fue una verdadera condena y se rumoreó en cuanto grupo de Whatsapp existe en este país sobre qué iba decir: estado de emergencia, estado de excepción, estado de sitio. Hasta se habló de que podría renunciar, anunciar elecciones anticipadas, etc.
Finalmente nada de eso ocurrió. Tras una jornada de violencia sin precedentes lo único que hizo el Presidente fue victimizarse de que pese a todos sus esfuerzos la violencia seguía fuera de control y en vez de, no sé, atribuirse ALGO de responsabilidad (porque no sé, ¿es el Presidente?) le echó la culpa a la gente. Luego su gran medida contra los minoritarios grupos violentistas fue llamar de vuelta a sus instituciones a los PDI y carabineros jubilados recientemente.
El resto, cosas que ya sabíamos sobre sus caminos hacia una nueva Constitución donde no fue capaz ni de decir “Asamblea Constituyente” para dejarnos dormir un poco más tranquilxs.
Se supo que la demora de más de una hora en el anuncio presidencial tuvo que ver con la negativa de los militares de volver a la calle. Se supo que hay un caos total dentro de la institución de Carabineros de Chile que están actuando con furia y descontrol y que el director general les aseguró a sus subordinados que no dará de baja a ninguno (o sea carta blanca).
Sin entrar en la irresponsabilidad de publicar rumores, todos los hemos oído y sabemos los escenarios posibles. Sin embargo, frente a los hechos que estamos viendo no podemos sino condenar sin matices toda forma de violencia. Lo triste, lo desesperante es que sabemos que es inútil. Sabemos que los únicos que pueden realmente frenarla parecen estar atascados en un gallito contra los millones de ciudadanos que piden un país digno.
La única manera de parar toda esta brutal demencia es que de una vez por todas el Presidente escuche las demandas de las multitudes que en paz pero con fuerza exigen que sus demandas sean escuchadas también sin matices. Hecho eso, suponemos tdxs, las minorías violentistas que se escudan dentro de la multitud no tendrían cómo operar.
No hacer eso, ni siquiera intentarlo, da pie y bastante sustento a empezar a considerar que hasta las más tremendas teorías conspirativas tienen algo de sentido. Y eso, la confusión y la ansiedad que provoca, también es violencia.