No hay nada super sarcástico que comentar al respecto, incluso lo “malo” de la película es un poco eso, que no cumple las “expectativas” de ser la basura que uno esperaría.

por Andrés Rodriguez

“Me estai hueveando que pagaste por ir a ver Condorito“, me respondió una amiga tras contarle lo que hice la noche anterior.

Tuve que explicarle que, debido a mi férrea cinefilia, veo casi cualquier cosa que se estrene en nuestras salas de cines. Mitad interés genuino, mitad curiosidad morbosa.

“Pero es que Condorito…”. Sí, a pesar de todo entiendo a qué se refiere. Sus cómics han hecho poco más que amontonarse sin atención en oficinas de dentistas y kioscos. Si ha tenido algo de notoriedad últimamente es por todo el shitposting que se le hace en redes sociales.

Cayó al abismo de la ironía del meme, pudriéndose con otros que en su tiempo también fueron considerados divertidos, como Shrek y Sonic the Hedgehog.

Aun así, ante la indignación de mi amiga, me tocó defender la película de Alex Orrelle y Eduardo Schuldt. “Es sorprendentemente decente”, tuve que decirle. La verdad es que salí de allí con más cosas positivas que negativas para decir, a pesar de que uno obviamente entra con la idea de que va salir con material infinito para destruirla. Aunque no califica ni entre las 50 mejores del año, esta película está OK, ni más ni menos.

Antes que nada, sinteticemos la trama, asumo que ustedes están al tanto del deep lore de Condorito, pero si no, te la explico: milenios atrás, una civilización alienígena fue derrotada por el ancestro de Condorito usando un artefacto mágico. Ahora en el presente, los mismos extraterrestres regresan y Condorito, hastiado de su suegra y sin saber la realidad del asunto, acepta cooperar con ellos a cambio de que se deshagan de ella. Ellos lo hacen, lo cual hiere a Yayita a tal punto que manda a Condorito a la B, lo cual despeja el camino de Pepe Cortisona para ganarse sus afectos. Ante esto, Condorito y su sobrino Coné se embarcan en una aventura™ para rescatar a Doña Treme y ganarse el perdón de su amor.

Como pueden ver, la trama no es nada especial. Ni siquiera es el primer personaje chileno que lidia con marcianos en el cine (Papelucho le ganó ahí). Sin embargo, donde Condorito le gana, por lejos, es en sus looks y animación. El diseño de personajes varía un poco con respecto al original de Pepo, pero aquí se saca gran provecho al humor físico el cual el cómic rara vez aprovechó: la torpeza de Ungenio, el ebrio tambalear de Garganta de Lata, o la sed por atención del Saco de plomo se sienten novedosos aquí.

Serán personajes que has conocido toda tu vida que no tienen nada nuevo que contar, pero la mayoría no está aquí para ello, sino que para ser y moverse con una firma personal que quizás habías ignorado todo este tiempo. Uno al lado del otro, la película hace que el cómic se sienta como un sitcom re-tieso y parlanchín de Chuck Lorre.

Y si no están para contar algo nuevo, al menos las cosas que cuentan no las cuentan del todo mal. La película tiene su personalidad y ganas de contar, no se queda por demasiado tiempo en un solo lugar, y va encontrando nuevos problemas y giros a lo largo del camino. Dicho ello, es más competente que cualquier otro positivo, que por la eficiencia jamás sale de su zona de confort. No se esperen a Condorito revelando que es el papá de Coné (maldita sea…) ni a Don Chuma admitiendo ser gay por Condorito, o cosas así de turbias características del catálogo de Pablo Larraín. Es, a fin de cuentas, un rato estrictamente piola que todos en la familia pueden disfrutar.

Incluso sus personajes originales son simpáticos con sus ironías al punto tal que no me extrañaría verlos apareciendo en los cómics – los Harley Quinn de Condorito, quizás.
Entonces, ¿cuál es el mayor crimen aquí?

¿El product placement? Nah, sólo Doggis y Totto se alcanzan a ver.

¿El doblaje? Nada que decirle, hasta tiene una versión en español chileno justo para nosotros, con tallas hechas a la medida y todo. De hecho, Coco Legrand aquí se gana mi perdón tras el fiasco de Cesante haciendo de Treme y Cuasi, mientras que Claudio Palma como Fonola es un toque especial.

¿Exceso de Plops, entonces? Sólo hay uno.

No tengo nada sinceramente malo que decirle a la película salvo que no es lo más especial del mundo. Es lo que es. Pudo haber sido más, pero por la cresta que pudo haber sido mucho peor: pudo haber tenido números musicales, o un personaje tipo Minion insufrible, o haber roto el fourth wall a cada momento. Con lo débil que está nuestra industria de animación, pudo haber sido hecha en Chile (es peruana) con el presupuesto de Papelucho y el Marciano. Pero no, esquivó todos estos problemas con relajo.

¿Entonces porqué tanta cizaña como si esto fuese The Emoji Movie 2? Es Condorito, sí, pero si no le quieren dar su tiempo, al menos denle el beneficio de la duda.

https://www.youtube.com/watch?v=2K5pQcCvJPg

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