Corea del Sur se convierte en el último país desarrollado que contempla una legislación abierta para favorecer los derechos reproductivos de las mujeres. La nación -considerada como una de las más tradicionales del primer mundo- consiguió mediante el Tribunal Constitucional que se erradicase la prohibición del aborto presente desde hace 66 años tras considerarla inconstitucional.

Esa ley, aclara la sentencia, “limita los derechos de las mujeres a perseguir sus destinos y viola sus derechos a la salud porque limita su acceso a procedimientos seguros y puntuales”. La decisión es considerada por los analistas como un efecto puntual del movimiento #MeToo, que también proliferó en Asia a pesar de los estigmas persistentes en tópicos como corresponde a este caso.

Sin embargo, esta legislación sexagenaria es similar a la presente hoy en día en Chile, pues se permitía el aborto en casos de violación, incesto, riesgo de la salud para la madre o malformación del feto. Los abortos clandestinos -la mayoría de los realizados en Corea del Sur- eran penados con un año de cárcel para las mujeres y dos para el médico a cargo, además de multas por sobre los mil dólares.

Los registros del Instituto Coreano para la Salud y Asuntos Sociales sientan la pronunciada caída del número de abortos: 342.000 en 2005, 168.000 en 2011 y 49.700 el pasado año. El 94 % de los últimos fueron ilegales.

Los analistas advierten que las causales que “amparaban” el aborto antes del cambio de legislación que correrá a partir del 2020, solo eran aplicables el 1% de los abortos realizados en Sur Corea. Las mujeres que protestaron a favor de la despenalización completa de esta práctica, lo hicieron con su cara cubierta gracias al estigma social presente tanto en grandes ciudades como urbes más pequeñas.

En los últimos cincos 80 personas han sido juzgadas o multadas por penas ligadas a la interrupción del embarazo. Se debe mencionar también que muchos doctores clandestinos no cuentan con las herramientas necesarias y utilizan métodos anticuados.

Contraprotestas

Como era de esperar en una sociedad tan conservadora como la descrita, diversos grupos se han manifestado en contra de la moción argumentando que esto supone un peligro a la ya baja natalidad del país de 80 millones de habitantes. Estos grupos también apelan a un aparente lobby político. Además, Corea del Sur es uno de los pocos países de Asia y del mundo donde el catolicismo ha vivido un auge sin precedentes.

“En la tradición coreana contamos la edad del niño a partir de la concepción, así que cuando nace ya tiene un año. Los niños son especialmente queridos y estas sensibilidades están reforzadas por la cultura, la sociedad y la religión”, explica Linda Hasunuma, profesora de Ciencia Política de la Universidad de Bridgeport y estudiosa de cuestiones de género en Corea del Sur. “Aunque las sensibilidades de la mujer y de la sociedad en general hacia el aborto están cambiando, existe aún mucha vergüenza y condena por lo que es un asunto secreto y escondido”, añade en palabras recogidas por El Periódico.

Sin embargo, Corea del Sur se suma a la lista de los países más permisivos en temas de interrupción del embarazo, situación que podría o no extrapolarse a otros países de la región.