Oz. Ese es el nombre en las calles para el Centro Penitenciario de Máxima Seguridad Ciudad Esmeralda. Oz es consecuencia. Oz es justo castigo. ¿Quieres castigar a un hombre? Sepáralo de su familia, sepáralo de sí mismo y enciérralo con los de su clase. Oz son tiempos difíciles pasando momentos difíciles.
En 1997, hace casi 20 años atrás, HBO nos impactó con un drama carcelario llamado OZ, drama que aparte de ser el primer proyecto de 1hr de duración del canal, narra desde adentro lo que ocurre con la hipotética cárcel más moderna y segura “de todo Estados Unidos”: Ciudad Esmeralda.
Ciudad Esmeralda, a diferencia de las cárceles que tienes en tu retina, es un lugar que evoca orden y tranquilidad. Sus Celdas están protegidas con cristales en lugar de barrotes, cuenta con una iglesia propia, gimnasio, computadores, teléfono común para sus reclusos e incluso un servicio de asistencia psicológica del más alto nivel.
Todas estas herramientas y tecnologías –en teoría– debería crear el ambiente perfecto para la rehabilitación y reintegración de los reclusos, pero en la práctica, OZ es el lugar más retorcido al que alguien puede llegar; un ajujero sin fondo en el que cada manzana termina por podrirse aún más, pues la única forma que tienes de sobrevivir, es corrompiéndote y corrompiendo.
No, no digo que los hombres en Oz sean inocentes. Digo que no están allí por los crímenes que cometieron, están por culpa del color de su piel, su falta de educación o el hecho de ser pobres.
– Kareem Said
Algo interesante de Oz, más allá de sus intrigas y giros inesperados “tipo Game of Thrones“, es que logras entender una realidad que no es evidente para todos: mejores cárceles o más policías en las calles, no son significado de mayor seguridad. Una cárcel es todo lo contrario: una universidad de delincuencia que en lugar de hacer “escarmentar” a sus reclusos, transforma antisociales amateur, en delincuentes profesionales. Si no mueren en le proceso, claro.
Oz expone el fracaso de nuestros sistemas judiciales, la corrupción e inoperancia de las instituciones, la toxicidad de nuestra democracia-compra-votos y cómo los eslabones más bajos de una estructura social vertical, son sacrificados como animales para generarnos una ilusión de poder y justicia.
El retrato de las distintas bandas que componen el ecosistema de Ciudad Esmeralda esboza además el juego de poder que se establece entre los marginados: si no te pudres más, no tienes bando, si no tienes bando, no eres nadie, si no eres nadie, estás acabado.
¿Qué queda entonces cuando entras a este loop infinito de corrupción? ¿Cómo acabar definitivamente con la delincuencia? No creo que hasta ahora exista alguien que tenga la respuesta definitiva, pero un gran comienzo es generando ecosistemas que permitan la igualdad de oportunidades, extirpar la corrupción al interior de las instituciones y por sobre todo, crear sistemas que permitan de verdad transformar a gente que se crió sola y sin nada, en ciudadanos valiosos y necesarios para el país.
Si no me crees, dale un vistazo a Oz, que en solo 6 temporadas demostró que la privación de libertad es en verdad un sistema totalmente arcaico. Disponible hoy en día en HBO NOW o tu proveedor de torrents favorito.