El domingo una persona se suicidó en medio del mall y la gente siguió absorbiendo y chupando dosis-quizá-a-la-larga-letales de cafeína y azúcar y comprando como si nada. Chile. 2016.
Hace dos años me tocó cubrir el suicido de un joven que se subió hasta la cornisa del piso 27 del Costanera Center y se tiró envuelto en una bandera que decía paz y amor.
Según me contaron, Erasmo Henríquez, de 26 años, dialogó con algunas personas antes de hacer real su intención. Decía estar asqueado de la forma de vida capitalista/neoliberal y de tan asqueado que estaba decidió reventarse contra el piso.
Entonces escribí un artículo que titulamos Costanera Suicide Center. Esto es algo así como una continuación.
Lejos lo peor que he visto en mi vida. Otro suicidio en el costanera center pic.twitter.com/ilUpd4Ubps
— Bara Alvarado (@BarbaraUCH) July 3, 2016
Domingo 3 de julio del 2016. Otra persona- ¿cuántos van?- decide matarse en el epicentro mismo del consumo en Chile, país que registra la tasa más alta de suicidios de América Latina. En suicidios de adolescentes, incluso de niños, también estamos en los primeros lugares del mundo.
Se sabe que era un hombre de 35 años. Que iba acompañado de una mujer. De sus razones, nada. De por qué ahí, tampoco.
“Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal (…) En el régimen neoliberal de la auto-explotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta auto-agresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo“, escribe Byung-Chul Han en su libro Psicopolítica.
Sería irresponsable decir que los motivos que llevaron al más reciente (decir el último sería más irresponsable aún, inexacto, inocente y probablemente en exceso optimista) ser humano a matarse en el Costanera Center tienen que ver directamente con lo que plantea el escritor coreano.
Si estaba endeudado, cesante, si con el sueldo que tenía estaba amarrado a trabajar literalmente mil años para tener una jubilación decente, no se sabe.
Pero el lugar donde lo hizo y lo que pasó después es un hecho tan duro como el suelo donde cayó. Eso lleva a hacer el link mental.
La vez que Erasmo se lanzó, lo que impactó, aparte de la muerte de alguien, fue la reacción de los testigos: muchos grabaron, sacaron fotos, algunos menos, pero no pocos, estuvieron ahí a la espera de su salto gritándole incluso que saltara. Triste, chocante, pero cierto.
Parecido a lo que pasó cuando Franco Ferrada luego de sufrir un brote sicótico se metió a la jaula de los leones en el zoológico provocando el estallido de rabia de quienes consideraban que lo impactante del asunto era que los encargados del zoo hubiesen sacrificado a los leones para salvar a la persona. Pero esa es otra discusión porque se cruzan otras variables.
Lo que sucedió esta vez, sospecho que en los otros casos ocurridos dentro del centro comercial, es como salido de una película post-apocalíptica, post-futurista: El mall siguió funcionando como si nada. Pusieron una carpa azul para que la policía pudiese hacer su trabajo, y listo.
Alrededor, subiendo y bajando escaleras mecánicas absorbiendo y chupando dosis-quizá-a-la-larga-letales de cafeína y/o azúcar, la gente siguió sumando bolsas de compra a sus manos hasta que los dedos se les ponían rojos-rojos-sangre.
Las críticas apuntaron al mall, a por qué no lo cerraron. Pero vamos. Pongámonos serios. El dueño de ese engendro es Horst Paullman. Un empresario que cree que “la vida en familia sucede cuando miles de personas van a los centros comerciales. Es una torre linda para Chile. Nunca más nadie va a hacerlo, esta va a ser la única y va a estar siempre ahí, dominando el cielo”.
Nadie en su sano juicio podría pedirle que cierre las cajas solamente porque un fulano se acaba de reventar contra el piso.
¿Pero qué hay de la gente, los seres humanos que continuaron con sus compras como zombies? ¿Qué explicación puede uno encontrarle a eso? ¿Qué habrías hecho tú estando ahí? ¿Qué habría hecho yo? “Hello friend, is this real?” se preguntaba Mr. Robot adaptando la gran pregunta del cyberpunk y que plantea el director Leo Medel en la entrevista que publicamos hoy: “¿Me están diciendo la verdad mis sentidos?”.
Hay despersonalización, hay indiferencia, hay shock, hay disociación, perdida de capacidad de asombro, morbo, antipatía.
Byung-Chul Han plantea que Marx pecó de inocente cuando dijo que después del capitalismo vendría la dictadura del proletariado, porque no alcanzó a vislumbrar los alcances mutantes del sistema. Según Han éste ha conseguido hacer un “inception” entre el explotador y el explotado, logrando que éste último se explote a si mismo.
Acá esto es literal. Además podría explicar qué mecanismo mental llevó a cientos de chilenos a decidir que una situación así no era lo suficientemente grave como para dejar de comprar.
Capaz que en unos años exista en el Costanera una tienda, boutique, o un espacio diseñado justamente para quienes quieran terminar con su vida, a vista y paciencia del resto.
Pero lo único cierto y lo único claro es que nos gustaría que esta escena se te inyecte en la cabeza porque pasó acá en Chile el 2016 y no en una película rara de post-futurismo: el domingo una persona se suicidó en medio de un mall que siguió funcionando como si nada pasara.