Conversamos sobre la crisis de vivienda en nuestro país con Isidora Lazcano, la nueva directora social de TECHO-Chile, y nos entregó un diagnóstico demoledor: actualmente hay más de 500 mil familias con déficit de vivienda, los campamentos viven un crecimiento explosivo desde el estallido social y hay comunidades que esperan más de 20 años por una solución definitiva. “Nuestra política habitacional está totalmente colapsada”, sostiene.

“Todo chileno debería tener su casa. Basta de que la gente se esté agrupando, peleando, que tengamos que salir a manifestar, a hacer presión para tener lo que nos pertenece. Nos han quitado más de 30 años que llevamos peleando por el derecho a la vivienda”. 

Eso reclamaba hoy por la mañana Cipra Morales, dirigenta de la población San Rafael de La Pintana, en las afueras del Ex Congreso Nacional, horas antes que el pleno de la Convención Constitucional votara un artículo que consagra el “Derecho a la Vivienda Digna”. 

Y esta queja y diagnóstico lo comparte Isidora Lazcano, Directora Social de TECHO-Chile, organización que hace 25 años trabaja haciendo acompañamiento a cientos de comunidades a lo largo del país en su proceso por la obtención de la vivienda propia. 

“Estamos viviendo una emergencia habitacional, hoy día nuestro sistema de vivienda se agotó. Sigue habiendo un aumento explosivo de familias llegando a vivir a campamentos, y si bien nuestra política habitacional es buena, hoy día está totalmente colapsada y no está dando abasto para dar respuestas a las necesidades del territorio”, sostiene la ingeniera civil de la Universidad de Concepción. 

Los datos de la institución que lidera indican que actualmente hay más de 82 mil familias viviendo en campamentos, la cifra más alta que se ha registrado desde 1996. Y aunque este número sea altísimo y significativo, Lazcano señala que el problema habitacional va mucho más allá, además proyecta que en el nuevo catastro que publicará este año el Ministerio de Vivienda y Urbanismo la estadística seguirá incrementando.

“Hoy día el campamento hace visible algo mucho más grande, que es la explosión habitacional que tenemos en las ciudades, donde hay más de 500 mil familias viviendo este déficit habitacional, ya sea de allegados, hacinados o con arriendos abusivos. Entonces lo importante es destacar que hoy día nuestro objetivo no tiene que seguir solo siendo el terminar con los campamentos, tenemos que abordar la problemática mucho mayor: evitar que las familias hoy día no tengan como solución tener que llegar a vivir a campamentos”.

Explica que en la actualidad, desde que una familia de un campamento comienza a trabajar por su solución habitacional “pueden pasar más de 20 años. Son periodos super largos viviendo en condiciones muy precarias: sin acceso a servicios básicos, un gran porcentaje no tiene acceso a agua potable de forma regular, a luz, ni a alcantarillado”. Razón por la que, señala, desde la fundación también han concentrado su trabajo en que sus condiciones -mientras la familia tramita su vivienda definitiva- tengan mínimos de habitabilidad y que “su habitar y sobrevivir sea de manera digna”. 

Una crisis que nos pilló con goteras

Isidora, oriunda de la región del Biobío, comenzó su experiencia en TECHO-Chile desde el área de finanzas de la zona sur. Era la encargada de levantar fondos para desarrollar proyectos comunitarios desde la región del Ñuble hasta la de Los Lagos. Eso hasta 2019, cuando en octubre -dos días antes del estallido social- asumió la dirección regional de la sede donde se desempeñaba. Y desde ese rol pudo observar los efectos en que tuvo este proceso afectó de forma muy dura a las familias más vulnerables de las tomas irregulares donde trabajaba. 

“La pérdida laboral y la baja de ingresos en las familias les afectó mucho y ahí nuestro rol fue siempre estar muy conectados con el territorio. Pero no alcanzó a pasar el estallido y llegó la pandemia, entonces el boom fuerte se vio reflejado en eso”, sostiene. Aunque explica que observando los resultados de las encuestas, hubo un aumento explosivo de 2019 a 2020, justamente por el estallido, que “detuvo las fuentes de trabajo y permitió que muchas familias no tuvieran otra opción que llegar a vivir en un campamento”. 

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Agrega que, por otra parte, el Covid-19 y la crisis económica que vivimos sigue causando estragos, porque muchas familias que arrendaban o que vivían de allegados se vieron obligados a irse a un asentamiento irregular “porque no era sostenible vivir así de hacinados en medio de una pandemia”. 

Y con eso surgen distintos factores, como los retiros del 10% de las AFP. “Los ayudó a construirse la casa (…) Si bien hoy día está claro que los campamentos no son lo mismo que los de los 90’, la política habitacional está siendo tan lenta que hoy día para las familias vivir en campamentos está siendo su solución definitiva”, dice Lazcano, quien desde el 11 de marzo lidera TECHO-Chile desde el rol de Directora Social. 

Con el aumento generalizado de los precios y el costo de la vida, indica que incluso quienes han llegado a vivir últimamente a este tipo de asentamiento, no les alcanza ni para construirlas en su 100%. “Se ha notado muchas viviendas que están construidas a la mitad. Necesitan un techo donde vivir, pero ni eso han podido terminar, porque siguen con problemas económicos”, señala. 

Hoy día el problema nos sobrepasa. Es importante entender que hoy día estamos viviendo una emergencia habitacional que hay que ponerle urgencia ahora”, insiste Isidora. 

La esperanza en el gobierno millennial 

La lentitud que argumenta Lazcano en la política habitacional, dice que se debe principalmente a dos factores. “Es un trámite muy burocrático que tiene muchas barreras de entrada y la disponibilidad de suelo es muy escasa. Nosotros tenemos un área de Inmobiliaria Social para construcción y desarrollo de proyectos de vivienda, y hoy lo que más nos traba es que no hay suelos disponibles. 

Entrega esa alerta para el nuevo gobierno y sus autoridades, con quienes, dice “estamos super esperanzados. (…) Creo que desde el nuevo gobierno se ha recogido la emergencia habitacional que hoy día estamos viviendo. Es un tema que ha estado en boca las últimas semanas, y se ha visto en el trabajo que están haciendo y en comprometerse con 260 mil viviendas”. Una meta ambiciosa, pero que según ella necesita de una articulación de todos los actores. 

“El trabajo colaborativo es clave para que podamos llegar a ese número de viviendas, y a lo que apostamos nosotros que es el déficit cero. Eso es lo más importante, que entre el sector público, privado y la sociedad civil nos organicemos para trabajar por esta gran emergencia habitacional”. 

Y si bien Lazcano tiene una visión integral de la problemática y puede realizar un gran análisis de cómo viene el panorama, destaca la importancia de no solo quedarnos con las cifras y estadísticas. 
“Es súper importante que a estos números les pongamos cara, porque son historias de dirigentes que luchan día a día por las familias en sus comunidades. Familias que tienen que salir en la noche a la intemperie para ir al baño, que viven en casas con goteras y se mojan, niños que llegan al colegio embarrados porque cuando llueve no tienen por donde caminar, o personas que viven en zonas de riesgo propensas a amenazas naturales. Es importante que conozcamos la realidad desde el territorio y veamos lo que está pasando hoy”.