El quiebre de Editorial Televisa Chile augura malas tiempos para los medios nacionales en una caída que parece no terminar.
En los últimos dos años los medios de comunicación entraron en la última fase de una crisis que se esparció con una rapidez semejante a la que tuvo la proliferación y democratización de internet en Chile.
Ayer se anunció la quiebra de Editorial Televisa Chile, presumiendo el cierre de revistas emblemáticas como Caras, Condorito, Club Nintendo, Muy interesante, Tú y Vanidades. Sus trabajadores serán desvinculados y se les pagará 50% de su indemnización con opción de demandar a la empresa que operó durante casi 3 décadas en Chile.
El año pasado, el público también se mostró sorprendido del cierre de revistas cuya imagen proyectaba buena salud: Paula -con 40 años de historia- había logrado mantener su marca extrapolando su esencia hacia otras áreas como la gastronomía y diseño; la revista Que Pasa -la misma que desmanteló el Caso Caval- corrió la misma suerte. La recién estrenada en versión chilena Hola! También corrió la misma suerte.
Otro emblema de la situación fue el cierre de la revista Cosas luego de 40 años de circulación.
Diario La Hora también quebró, generando una demanda colectiva entre sus trabajadores y la revista Punto Final vio su última edición en marzo del 2018. La situación en televisión tampoco goza de buena salud, siendo Mega la única estación que se posiciona por sobre los canales nacionales que viven con números rojos desde hace años.
Muchos ejecutivos apuntan este cierre a una transición natural hacia la digitalización de los medios.
“Sabemos que Paula y Qué Pasa son revistas emblemáticas, pero la pregunta es cómo pueden seguir siéndolo en estos tiempos donde la información se consume principalmente por otras vías. Atraparse en un formato es un error” sostuvo Andrés Benítez Director de Negocios del grupo Copesa para entrevista con La Tercera.
Sin embargo, la digitalización de los medios y la proliferación de estos tampoco es una respuesta a la crisis, puesto que no cuentan con un respaldo económico significativo y son muy susceptibles a los cambios de algoritmo de Facebook y preferencias que entrega Google.
BuzzFeed anunció el cierre de sus oficinas en España y se despidió a 200 empleados en todas sus sedes. Vice despidió al 10% de su staff y anunció un giro hacia la creación de contenido brandeado (publicidad).
The Huffington Post tomó las mismas medidas demostrando que la digitalización de un medio es tan segura como una pirámide de naipes. Tal como explicó The New York Times, la volatilidad de los medios digitales se debe a la incapacidad del sector de publicidad digital de darles espacio significativo a otras empresas además de los grandes monopolios.
Pero la razón de esta crisis transversal entre televisión, revistas y medios digitales tienen un factor común del que poco se habla: los ejecutivos y directores de contenido no conocen a su público y raras veces saben lo que quieren.
La verdad, es que no van acorde los tiempos ni entendieron que su principal competencia es la libertad de expresión que se vive en internet versus los cánones editoriales establecidos por algunas revistas que no cambiaron desde los años 90.
Lo mismo con la televisión nacional: mientras Netflix e incluso YouTube ofrecen horas de entretención con contenido universal, seguimos con la misma temática del rico y el pobre, del villano y los buenos, de los estereotipos y la poca sensación de identificación con las figuras que otorgan estos espacios.
La crisis de los medios recae en su ambigüedad temática, donde no han crecido junto a su público ni evolucionado al estar ligados a empresas generalmente, conservadoras.
El público y audiencia siempre tendrá la última palabra. No estamos en una crisis de la desinformación, porque después de todo, nunca en la historia de la humanidad habíamos tenido noticias tan exactas sobre los acontecimientos al tener la tecnología para comunicarlos mientras estos ocurren en el instante.
El formato es importante, y claramente la digitalización es un paso necesario para democratizar la llegada de información verídica hacia más y más personas. Todos lamentan el cierre de estas revistas por su aporte casi cultural, sin embargo ¿Cuándo fue la última vez que compramos Condorito? ¿Las adolescentes de ahora realmente quieren saber consejos para adelgazar como propone la línea editorial dirigida hacia este público?
La crisis de los medios es la alineación natural del espaldarazo público hacia lo ambiguo y el glamour simplista que representaba informarnos sobre la vida de las personas GCU. Lo que pasará en un futuro, está por verse.