El autodenominado perteneciente a los mejores 50 abogados de Chile hizo sus descargos tras rotear a un supermercado entero.
Junto con el numerito de Matías Pérez Cruz expulsando y agrediendo a un grupo de mujeres que disfrutaban de un día veraniego mirando en Lago Ranco por estar dentro de lo que en su mente era su jardín, los videos del abogado Cristián Rosselot roteando y amenazando con demandas (a lo Luli) a todo un supermercado luego de que lo pillaran supuestamente intentando sacar un helado sin pagar, han sido los temas más comentados del verano.
Junto con el Chimuelo. Con que nos enteramos que Piñera se había conseguido permisos para tener una playa privada en Caburga el mismo día que propuso bajar a la mitad las indemnizaciones por despido. Eso, además de los incendios forestales, han marcado la pauta este febrero.
Lo de Rosselot sin embargo, junto con lo de Matías Pérez ha llevado al país nuevamente a enfrentar la dura realidad de que hay una elite en este país que siente que está por encima de todo, en el caso de los abogados de esa elite, que están por encima de la ley, y que pueden usarla a su favor como un arma.
En particular la imagen de la profesión de abogados ha quedado tan dañada que el mismísimo presidente del colegio, Arturo Alessandri, tuvo que salir al baile y hacer un alto en sus vacaciones para decir fuerte y claro que eso de andar pasando por arriba de la gente y estar amenazando a diestra y siniestra con demandas es algo totalmente anti-ético.
Ayer como era de esperar los matinales se dieron un festín con el tema, entrevistando a los guardias de seguridad, al mismo Rosselot, aparecieron otros videos de otros días de furia del hombre, y finalmente el noticiero central de TVN hizo un completo informe sobre el tema.
La nota cuenta con el testimonio de Rosselot, que lejos, muy lejos, de reconocer en lo más mínimo siquiera su error (que a todas luces no lo ve como un error), se victimiza y acusa ser objeto de ataques que han dañado tanto su honra como la de su familia.
Muy pero muy parecido a lo hecho por Matías Pérez, que detrás de una muy inmadura disculpa (como de niño taimado al que obligan a disculparse tras una pataleta)