Paralelismos: En la ficción, el nombre del detective que persigue a Neruda se llama Óscar. En la realidad, es la película del poeta la que corre con ganas por alcanzarlo.
por Estefanía Sepúlveda
Ya era hora. Si bien a veces funciona que el cine actúe como profesor de historia, más nos acomoda que se dedique a la labor creativa. En Chile pareciera ser que el respeto (o miedo, mejor dicho) a los hechos históricos es tan grande que no se puede llegar y meter una cuchara con un ingrediente distinto; nos maravillamos con la habilidad de actores y directores de retrotraernos a épocas súper distantes, pero convengamos en que hacer de las películas un eterno recuento sin intervenciones termina cansando. En ‘Neruda’ se la jugaron por armar algo distinto.
La pregunta es: ¿Lo lograron?
Lo que primero llama la atención es que Neruda (Luis Gneccho) no es el protagonista de su microbiografía, sino Óscar Peluchonneau (Gael García Bernal), un detective que se vuelve loco tratando de atrapar al poeta, en plena época de Ley Maldita y lejos aún de los vejámenes dictatoriales.
En palabras del propio García Bernal, el detective Peluchonneau es “literalmente, un hijo de puta”. Crecido entre prostitución y figuras paternas ausentes, el gobierno de González Videla le encarga a Óscar que use su ingenio y su tiempo en encontrar al esquivo poeta, que le va dejando pistas en cada destino, como queriendo ser atrapado.
En principio, todo es lineal y sin mucha profundidad narrativa, pero hacia los primeros jueguitos de policía-ladrón entre el detective y el personaje de Gneccho, la cosa se confunde. Ya no es tanto sobre el tipo que escribe odas; sino sobre Óscar, que trata de encontrarse a sí mismo y darle un sentido a su vida por medio de esta misión. Allí, entre giros dramáticos algo incomprensibles, y muuuuuchas secuencias de gente conduciendo autos antiguos con fondos verdes (que se transforman en locaciones reales en los cuadros siguientes, ¿será a propósito, señor?), la historia se vuelve reflexiva, con un Neruda que casi huele la presencia de su perseguidor, y que casi lo guía a su paradero. La persecución se vuelve una especie de coqueteo entre ambos.
¿Le irá bien a ‘Neruda’ con el público chileno? Está difícil, por esa costumbre historicista de la que hablábamos más arriba. De todos modos, hay buenos ganchos: 1) poner en el protagónico a uno de los actores más camaleónico de nuestro país (que deviene en dios fanático del yogur y en abusador religioso sin que nos demos ni cuenta), y 2) hollywoodizar al elenco trayendo a Gael García Bernal, que hizo buenas migas con Chile hace rato, desde que grabó ‘No’ (2012) y que, pese a una visita fugaz y un paseo por la alfombra roja del Hoyts del Paseo San Agustín para la avant premiere, logra transmitir que también está convencido de que la aventura en ‘Neruda’ es un cuento que merece ser contado.
¿Nosotros creemos lo mismo? La historia pinta más para un sí que para un no.
https://www.youtube.com/watch?v=PdB_ZrjlO08