Cuando por fin logro enamorarme y encontrar al hombre de mi vida, ¡¡¡paf!!! “esto no esta resultando, deberíamos tomarnos un tiempo, terminar, no sé”. Ya, y sí, es cierto, llevábamos una mala racha de dos meses. Pero… ¡¡¡terminar!!! Eso si que no me lo esperaba. Luego, el infaltable de cada broke up, un sujeto lloriqueando sin que se le entienda nada, y el otro “ya se te va a pasar, ya vas a encontrar a alguien”. Punto menos para mí, yo era la llorona.
Entonces, le corto, y no le lloro más que 10 minutos, ya, quizás 20. La situación no puede seguir así, es de extrema urgencia. No queda otra que llamar a mi muy abandonado e incondicional puticlub para el rescate. Y ahí están, más solteras que nunca, con el carrete listo, cumpliendo con las coordenadas que les pedí: Valparaíso, gente que no conozca, mucho alcohol.
Dicho y hecho. Ya eran la 1 AM, figuraba ebria, en una fiesta con la gente de intercambio, colgada al cuello de un francés, enamorada otra vez. ¿Quién necesitaba al canalla de mi ex, con este churrazo? Ya convencida de eso e imaginándome en los campos Eliseos, comiendo crepes, con una boina, estaba profundamente enamorada del chiquillo. A las 3 AM, who is sujeto ex? Sólo me importaba el francés, y bueno, obviamente esa noche debía asumir que estaba más cerca de un french kiss o un ménage à trois, que de un paseo por la Eiffel. Asi que me acerqué, no me acuerdo lo que le dije, pero claramente iba al beso. Se negó. Ahí vino un whatthefuck gigante en mi cabeza, y un qué pasa conmigo que me rechazan dos veces en un día. Me dice “tengo novia, aunque igual voy a terminar”. Me conmovió la ternura de este hombre, lo amé más, e incluso empaticé con la winner de su polola… Unos segundos. Asi que como solución, le propuse “bueno entonces vamos a un lugar mas escondido, a la pieza” y me fui caminando, ¡bingo! Me siguió. Me lo agarré y me aburrí. Por mucho autoengaño y superficialidades que puedan haber de por medio, quien yo quería que estuviera ahí, no era él. Volví a la fiesta, bailé con homosexuales pulentos.
Día siguiente: Domingo, día por definición más angustiante de la semana. Me despierto, todo puticlub a mi lado con una caña catatónica. Le dedicamos 3 horas al facebookeo de los cabros de la noche anterior. Dormimos siesta y nos reímos de nuestra desgracia de no tener nada para el encargo de mañana, seguimos así hasta las 4 de la mañana. Quizás si pueda prescindir de él, los domingos fermentones con las amigas pueden ser tan buenos como películas y sushis con el pololo.
Lunes: 10 AM, recordamos que teníamos encargo, improvisamos, bello. Los comentarios de mi profe por primera vez en un año son más que buenos, quedó feliz. Un “qué buen trabajo” podría reemplazar a un “qué linda eres”. Y me conformo. Finalmente, el momento que no estaba esperando, quedarme sola en la casa, siempre supe que eso iba a significar una llamada lloriqueada. Porque, es verdad, que lo que una hace con todo el tiempo, es pasarlo, no hay grandes amores nuevos, no hay grandes siestas, ni menos reemplazos. Así es que, sabiendo lo que iba a pasar, llamé, lloriqueo automático. Cortar, crear mensaje, nuevo, Franchute, “Hola, ¿que haces mañana?”. So, what the hell, life goes on.