Porfa, antes de que sea demasiado tarde.

Dos académicos, el sueco Seth Wynes y el canadiense Kimberly Nicholas, publicaron recién los resultados de una investigación que llevaron a cabo para analizar el impacto de varios estilos de vida en la emisión personal de carbono. Analizaron 29 conocidas prácticas pro-ambiente para ver cuales fueron las más efectivas. Algunas de las más conocidas resultaron tener sólo un impacto moderado: usar un auto híbrido, lavar la ropa con agua fría, reciclar (utilizando un servicio como La Caja Verde, por ejemplo) y colgar la ropa recién lavada en vez de usar secadora. Esto no quiere decir que no tienen un impacto positivo, el cual de hecho ya está comprobado.

Sin embargo, Wynes y Nicholas quieren destacar cuatro acciones que tienen un alto impacto en minimizar nuestra huella de carbono. En orden de impacto ascendiente, estas son: comer una dieta basada en los vegetales, evitar los vuelos en avión, vivir sin auto y tener un hijo menos.

  1. Evitar el consumo de productos de origen animal baja las emisiones por varias razones. Es responsable por un 18% del total de las emisiones, llegando a 32 mil millones de toneladas de CO2. Y se empeorará: se estima que las emisiones por la agricultura animal va a aumentar en un 80% para 2050. Al nivel mundial, las vacas producen 567 mil millones de litros de metano, al día. Además, la agricultura animal es causa de un 91% de la desforestación de la Amazonía. La desaparición de la selva dificulta la conversión de CO2 en oxigeno. Al realizar este cambio de dieta, uno ahorra 300-1600 kilogramos de CO2 al año.
  2. Uno de los métodos de transporte más contaminantes es volar en avión. Mientras mucho se ha hecho últimamente para crear nuevas motores más eficientes para los automóviles, han sido pocos los avances en la tecnología de motores aeronáuticos. Si un individuo toma un vuelo transatlántico, la cuota de las emisiones que corresponde a ese individuo llega a 1600 kilogramos. Si tomas un vuelo transatlántico extra al año, gastas el equivalente a todo lo que ahorraste en CO2 comiendo una dieta basada en plantas por un año. Una opción es nunca viajar en avión, o al menos minimizarlo. Entonces en vez de salir del país para las vacaciones, quédate en Chile e anda a un lugar más cerca. Para mí al menos, esto me dolería demasiado. Amo viajar y explorar. La otra opción es comprar compensaciones de carbono que invierten la plata que tú donas en proyectos, como plantar arboles o generar energía renovable, que ayudan a bajar los niveles de CO2 en la atmósfera. Existen muchos sitios que te permiten volar con la consciencia limpia.
  3. Elegir vivir sin auto no sólo es una decisión con beneficios económicos sino con un alto impacto en medio ambiente, ahorrando entre 1.000 y 5.300 kilogramos de carbono al año. Esta cantidad ahorrada varia dependiendo de cómo decides reemplazar al auto. Si optas por tomar transporte publico, como la micro o el metro, va a ser menos ya que también contaminan aunque menos. Lo ideal es caminar o andar en bicicleta porque estos medios de transporte dependen de la energía humana. Ahora, estas opciones son más factibles para los que viven en un ambiente urbano. Para alguien que vive en el campo, es más difícil ya que el transporte publico es infrecuente o nulo. En ese caso, pueden optar por compartir el auto.
  4. La mejor, y quizás más controvertida, manera de bajar las emisiones de carbono es decidir tener un hijo menos. O más consecuente aún, no tener ningún hijo. Dentro del ambientalismo, existe un variante que defiende la tesis que la raza humana es una plaga y un cáncer para el planeta. Advierten que el planeta no podrá soportar una raza humana en constante expansión. Para muchos esto es un extremismo pero hoy en día ya vemos los signos de un planeta que no puede soportar la raza humana que tiene actualmente. Con nuestro estilo de vida colectiva, y sobre todo el de los países mas desarrollados, si seguimos creciendo como especie en la manera que lo estamos haciendo , vamos a terminar destruyendo este planeta y toda la vida que vive aquí, nosotros incluidos. Es innegable que debemos procrear con responsabilidad. Sin embargo, personalmente me creo con el derecho de procrear y lo veo como la manera primordial de afirmar la vida en general. Si no estoy dispuesto a sacrificar ese derecho, al menos debería comprometerme a inculcar los valores necesarios para que mi progenie sepa vivir en armonía con la naturaleza.