Amigas, es momento de parar con la mala sangre entre nosotras.

Cuando triunfas en la vida,
Va creciendo más la envidia,
Vas sintiendo cuando subes,
Que te dan zancadillas

Thalía, “Arrasando”, 2001.

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Tengo que ir a la oficina. Me ducho, elijo mi ropa y trato de estar ahí lo más pronto que me permita el servicio express de la línea 5. A veces como espectadora, otras como víctima, experimento el acoso, el uso desmedido del espacio de parte de los hombres y los agarrones peligrosamente naturalizados en el espacio público. Si a este peligro le sumamos que muchas veces entre mujeres nos hacemos más difícil la pega de disfrutar el día, siento que estoy a punto de tirar la toalla.

Llegué a determinar de qué nos tenemos que deshacer si queremos que nuestra vida cotidiana tenga más de dulce que de agraz. Hay pocas cosas que me rompen más el corazón que una mujer que se jacta o que advierte que es bueno no tener amigas, que hay que rodearse de hombres en el círculo amistoso. Al preguntarles por qué, el argumento pareciera hacer que estas chicas se salgan de sí mismas. “Es que las mujeres son peladoras, venenosas y superficiales”…espera un momento, ¿no eres mujer tú también? ¿Por qué uno se desliga de su género para atacar a nuestras pares? Vamos a partir por cortar un poquito este círculo. 

Cuando era más chica, mi hermana no podía entrar a la academia de fútbol porque era mujer. Siempre pensé que cuando tuviera más edad, estas cosas serían parte del pasado, y es cierto que han habido cambios. Tenemos algunos espacios, puedo escribir esta columna y formar redes con mis amigos, pero ¿por qué siguen estos resabios de odio entre mujeres? ¿Qué pasa con la solidaridad de género? No sé qué responder, pero sí sé cuáles son las actitudes que más me molestan y que no practico para no perpetuar esta pelea de barro que tanto aman los hombres.

tina fey whores

Empecemos por dejar de tratarnos de maracas, ponte tú. Y por maracas, me refiero al significado cultural y no el literal. Si ejercer tu vida sexual de una manera diversa, nula o cuestionadora del poder te vuelve una pushing ball entre tus “amigas”, te recomiendo que busques nuevas partners. El sexo es divertido, no un prontuario policial: la falta de éste no nos hace santas, y una lista enorme no nos vuelve un peligro para la sociedad.

La imposibilidad de tener dos o más mujeres en una misma división laboral sin que el entorno (o nosotras mismas) genere un versus me tiene más que aburrida; la vida no es Bad Blood: pueden convivir todas las Katy Perry y las Taylor Swift del mundo sin odiarse ni pelarse. Que una mujer se sume a mi equipo de trabajo solo demuestra que hay otra compañera que tiene el talento para hacer de este lugar, una empresa con más posibilidades de superación. Lo mismo cuando una de mis amigas tiene éxito con un chico (o chica) durante la noche: ¿de verdad la juzgo tanto si yo ando en esa misma búsqueda? Un poquito de por favor.

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Claro que no es fácil que el chip de la competencia eterna se desprenda de nuestro sistema, pero si nos quedamos en esa aburrida base, es muy posible que cuando nosotras tengamos un trabajo nuevo, las mujeres del lugar no quieran darnos espacio por un miedo absurdo a robarnos su puesto. Lo mismo aplica para el ambiente carretero cuando queremos ir bien ligeras de ropa y son las mujeres quienes nos miran de arriba a abajo, para luego buscar la complicidad de la otra amiga, como diciendo “¿viste cómo se vistió? Con razón po”. Vamos a tomarnos un cafecito y escuchemos Destiny’s Child sin tirarnos de las mechas. No tratemos de complacer a la industria que nos obliga a ser frenemies y demostremos que estamos un paso más adelante.